Práctico
El fabricante francés Citroën se ha caracterizado tradicionalmente por ser una marca tan transgresora como innovadora. En el recuerdo quedan modelos míticos como el Citroën GS o el CX, vehículos muy adelantados a su tiempo con una carga tecnológica y una estética que llamaban la atención.
El paso de los años le hizo perder algunas de esas cualidades convirtiéndose en una compañía de coches de bajo precio, algo que afortunadamente cambió hace ya unos años, cuando la firma recuperó aquella esencia, con modelos que aportaban mucho tanto estéticamente como conceptualmente.
Los Airbump son una buena muestra de esta filosofía, unas protecciones de plásticos que protegían la parte más sensible de la carrocería para evitar daños superficiales en aparcamientos y situaciones similares. Una verdadera revolución estética que aportaba la posibilidad e introducir molduras de fibra acolchada en la carrocería.
Estrenado por el C4 Cactus se convirtió en un rasgo de identidad caro pero que gustó mucho y después adoptaron otros modelos de la marca como el C3.
Elementos como este dieron pie al lanzamiento de un programa de personalización que en el caso del citado urbano incluía un novedoso detalle estético en el techo que solo se veía desde el cielo, perfecto para los helicópteros de la DGT...
En este caso la combinación de vinilos de colores con unas molduras abultadas creaba un atractivo efecto bicolor con el techo terminado en color negro brillante tipo piano que generaba una imagen muy atractiva y se remataba con el vinilo central en colores. Un dispositivo con una finalidad exclusivamente estética en este caso, aunque pudiera parecer un indicador de carga de batería.
Sin duda uno de los pocos casos que recordamos en el que el fabricante ha decidido ofrecer al comprador la posibilidad de decorar el techo del vehículo, algo así como hacerse un tatuaje oculto sobre la piel. Estas combinaciones de colores y acabados permitían la creación de hasta 97 Citroën C3 diferentes y únicos.
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