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30 de abril de 2024

El empresario teatral Enrique Salaberría

El empresario teatral Enrique Salaberría

Enrique Salaberría (1961-2023)

Gran empresario de los teatros madrileños

Gestor y productor de teatros como el Alcázar, el Gran Vía o el Fígaro, fue responsable del auge de las tablas en la capital española

Salaberría obituario pequeña
Nació el 26 de febrero de 1961 en Pasajes de San Juan (Guipúzcoa) y falleció el 16 de octubre de 2023 en Madrid

Enrique Salaberría Folgado

Desde 1999 fue presidente del Grupo Smedia, empresa gestora de grandes teatros de Madrid como el Gran Vía, el Capitol, que reconvirtió de cine a teatro, o el Alcázar, origen y buque insignia de todo lo que construyó, incluida la Academia de las Artes Escénicas

Enrique Salaberría dijo haberse arruinado dos veces en su afán por abrir teatros y sacarlos adelante, y que perderlo todo no echa para atrás a un empresario. El cáncer le impidió seguir con su vida y con la carrera de empresario teatral que comenzó una noche en Madrid, cuando vio los carteles de una obra en la que actuaba Amparo Rivelles. Era 1989, y Salaberría se dijo a sí mismo que quería formar parte de aquel edificio en la pasión irreductible por el teatro.
Diez años después fundó el grupo empresarial Smedia y, además de con El Alcázar, que se convirtió en el centro de todo, se hizo con el Infanta Isabel, el Fígaro, el Teatro Gran Vía, el Pequeño Teatro Gran Vía, el Carlos III de Aranjuez y el Teatro Galileo para representar y producir obras de teatro, música y danza. Actor primigenio, en el intento se introdujo en la esencia de la producción y de ahí ya no quiso salir. Antes de Smedia llenó la Gran Vía de Madrid, desde su San Sebastián existencial, de musicales, una Smedia que desde el Alcázar, como desde un auténtico alcázar donde comenzara un imperio, comenzó a expandirse.
Le siguieron todos los teatros mencionados, aunque algunos dejó de gestionarlos a lo largo del tiempo, y, como desde San Sebastián a Madrid, de la capital se fue a Barcelona y se encargó del Apolo, primero, ciudad en la que confiaba que tuviera una próxima gran explosión y en la que ya había prendido la mecha. Se las veía y se las deseaba con la gestión pública de los teatros, que le hacía la competencia y de quien decía que «siempre va relegada, retrasada y además es muy amorfa porque cada cuatro años se transforma».
Quería llegar al máximo de personas a través del español «el lenguaje común» independientemente del lugar de España en que representase sus obras. Espectáculos novedosos y variados, desde los citados musicales hasta temas actuales, costumbristas, infantiles o monologuistas, de cuya introducción fue pionero. Dijo que Burundanga (sobre el fin de ETA) ha sido su obra más exitosa, después de 12 años consecutivos en cartel que a buen seguro seguirán aumentando gracias al esfuerzo y al amor por su profesión, por el teatro al que cuidó como a una flor preciosa que ha de seguir fresca aunque ya no la pueda seguir regando él.
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