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30 de abril de 2024

Rosetta Cutolo

AFP

Rosetta Cutolo (1937-2023)

Los «Ojos de hielo» de la Nueva Camorra Organizada

Controló durante años en la sombra la organización refundada por su hermano Raffaele: su discreción ayudó a rebajar notablemente su condena

Rosetta Cutolo
Nació el 1 de enero de 1937 en Ottaviano (Italia), donde falleció el 14 de octubre de 2023

Domenica Rosa Cutolo

Siempre negó ser el verdadero poder dentro de la Nueva Organización Camorrista, pero los jueces fallaron exactamente lo contrario

«No puede existir Raffaele Cutolo sin Rosetta. Rosetta Cutolo no era una sirvienta, una compinche. Rosetta Cutolo era el órgano palpitante de la vida de su hermano. La suya fue una trágica existencia de total devoción a Raffaele. Un hermano al que decidió amar porque con él compartió la miseria –eran hijos de azadoneros– y luego el rescate: el rescate criminal. Rosetta era hábil en el bordado, probablemente una de las mejores costureras de la zona del Vesubio, y su hermano Raffaele supo explotar este talento». Así describe Roberto Saviano a Rosetta Cutolo, hermana del célebre y sanguinario capo contemporáneo de la Camorra, en las páginas de Il Corriere della Sera.
Prosigue el autor de Gomorra: «Cuando [Raffaele] acaba en la cárcel, [Rosetta] empieza a confeccionar abrigos, camisas, pantalones, chaquetas. Material que recoge de una pequeña empresa que confecciona ropa: así permite la construcción y el pago de la primera sede de la Nueva Camorra Organizada (Nco) de Raffaele Cutolo». Así, con el control de la logística, empieza la trayectoria de Rosetta, que junto a Pupetta Maresca y Anna Mazza –la «viuda negra» de la Camorra– encarna el papel importante que le puede incumbir a una mujer en el seno de una organización mafiosa.
El de Rosetta, conocida por el apodo de Ocche’ghiaccio, ojos de hielo en dialecto napolitano, empezó a cobrar relevancia a raíz de la detención de Raffaele, con el que mantenía una ambigua relación hecha de amor y odio con su hermano. Le admiraba por su empeño en renovar la Camorra mediante la Nco, si bien le recriminaba su afán por publicitarse a sí mismo –tenía predilección por las entrevistas y convertía en espectáculo cada conversación judicial–, estrategia que consideraba perjudicial para los intereses superiores de la organización.
Ella, por el contrario, mantuvo siempre un perfil bajo. De hecho, no tenía pensado dedicarse a actos delictivos: su ocupación inicial consistía en vender rosas en Ottaviano, sede histórica de los Cutolo. Tenía suficiente con cumplir, fielmente, pero aportando su toque, las órdenes que le transmitía su hermano desde la cárcel.
Lo hacía desde una de las 365 habitaciones del Palacio Mediceo –que perteneció en su momento a los Medici, de ahí su nombre–, manteniendo el contacto con los centros penitenciarios de Poggioreale y Ascoli Piceno, llevando la contabilidad de la Nco, dando asistencia jurídica y ayuda financiera a los presos o negociando con narcotraficantes de altos vuelos.
El engrasado sistema funcionó durante tres lustros, pudiéndose producir su único fallo en 1981, cuando escapó in extremis a una irrupción de la Policía escondida bajo una alfombra en un automóvil conducido por un sacerdote cómplice. Alimentó su propia leyenda al entregarse, en 1993, a las autoridades cuando supo que estas últimas habían descubierto el lugar en el que se encontraba. «Estoy harta de ser prófuga», se justificó cínicamente antes de entrar en la cárcel para cumplir una condena –por contumacia– de nueve años, posteriormente rebajada a cinco: fue absuelta de nueve cargos de asesinato, tras haber conseguido convencer a los jueces de que era inofensiva, ayudada por su imagen de señora sencilla y mal arreglada. Pero no, como pretendía, de que su papel en la Nco era secundario.
Demasiado currículum, el de Rosetta y Raffaele, como para no ser llevado a la gran pantalla: el papel de la hermana en El camorrista, dirigida por Giuseppe Tornatore, fue interpretado por la actriz española Laura Del Sol.
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