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29 de marzo de 2024

Cosas que pasanAlfonso Ussía

Nos roba

Saberme inocente de robar a Cataluña me ha devuelto el equilibrio emocional. Siempre es mejor ser de los que mueren antes que de los que matan, y ser uno más de los robados que de la banda de los que nos roban

Actualizada 00:31

Creo que fue un tal Alfonso López Tena el que acuñó el antipatiquísimo y falso mensaje de «España nos roba», que en catalán, según mi traductor particular, Josep Ferrán Papiolas de Burrull-Portals, propietario de la academia «El Catalá Preciós» –El catalán precioso–, se dice y pronuncia «Espanya ens roba». Después se descubrió lo de Jordi Pujol, y el acuñador de calumnias, que para mayor despropósito es valenciano, como el del escaño por Teruel, desapareció del mapa, y si opto por ser sincero, no tengo ni idea ni interés en saber a qué se dedica en la actualidad. Pero la masa borrega del separatismo del nordeste de España asumió el mensaje como su grito de guerra, y hubo un tiempo en el que muchos españoles no catalanes creyeron que, efectivamente, el resto de España robaba a Cataluña. Una amiga mía de Comillas, de muy buena e ilustre familia barcelonesa, con los sentimientos regionales confusos y camuflados, me confirmó mis temores: «Has de saber que España nos roba a los catalanes». Y aquella noche no pude conciliar el sueño que, por otra parte, nada me sorprendió, porque el sueño y yo vivimos aparte el uno del otro desde hace años. Su lugar en mi vida lo ha ocupado el insomnio, con el que me llevo últimamente la mar de bien.
Pero al fin, las últimas noticias me han tranquilizado. Puedo pasear con la cabeza alta y el ánimo tolerante, no humillado y con el alma contrita por mi condición de compatriota que roba a los catalanes. Sánchez, el bosnio-herzegovino –se está preparando el futuro en los Balcanes–, ha concedido a Cataluña, a cambio del apoyo de sus enfrentados separatistas, 11.400 millones de euros. De los fondos repartidos por el Gobierno de España a las autonomías en los últimos seis meses, el 41 por ciento han volado hasta Cataluña, que ya adeuda al resto de España casi 67.000 millones de euros. Pero no sería justo afirmar que «Cataluña nos roba», que el insigne profesor Papiolas de Burrull-Portals me confirma que en catalán se escribe «Catalunya ens roba», porque es el Gobierno de Sánchez el que nos está esquilmando a todos los españoles no catalanes para mantener los votos separatistas en el Congreso y el Senado. No obstante, se me antoja chocante que una autonomía acapare el 41 por ciento, y el 59 por ciento se lo repartan las 16 autonomías restantes y las dos ciudades autónomas –Ceuta y Melilla hasta que Sánchez se las regale a Mohamed–, víctimas de tan injusto porcentaje. Se entiende lo del Tren Rápido de Extremadura, a 89 kilómetros por hora, que termina de inaugurar Sánchez para que los extremeños sigan votando al PSOE. De ahí la obsesión antimadrileña de los presidentes autonómicos socialistas, que conocen la calderilla que el Gobierno concede a Madrid y no se explican que Madrid sea el motor económico de España. Lo único que sé, desde mi egoísmo, es que puedo sostener la mirada del más enfurecido e idiota separatista catalán al saber que el 41 por ciento de mis impuestos se invierten en Cataluña, y que una pequeña parte de ellos ha podido servir para que el Barcelona contrate a Lewandowski, que se va a enterar de lo que sufren los trabajadores cuando sus empresas les adelantan que la nómina del mes trabajado no está del todo asegurada. Si bien, los agobios de Lewandowski serán más llevaderos, porque el Barcelona consigue dinero de donde no lo hay.
Mi tranquilidad y orgullo me han permitido, después de 23 meses y 18 días, conciliar el sueño más de cuatro horas seguidas. Saberme inocente de robar a Cataluña me ha devuelto el equilibrio emocional. Siempre es mejor ser de los que mueren antes que de los que matan, y ser uno más de los robados que de la banda de los que nos roban.
Se duerme mejor.
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