Fundado en 1910

28 de marzo de 2024

HorizonteRamón Pérez-Maura

Paloma O'Shea

Hay instituciones que tienen una vida que termina. El Concurso de Piano ha enriquecido a toda España y al mundo entero. Son muchos más los que demuestran su gratitud a Paloma O’Shea fuera de España que dentro de nuestras fronteras. No he visto reaccionar al ministro de Cultura por el fin del concurso

Actualizada 02:35

Es bien cierto que en verano la atención de los medios de comunicación se disipa un tanto y ni siquiera son capaces de seguir los planes fijos del estío. En Santander hay varios. Entre otros, el Festival Internacional, la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo y cada tres o cuatro años el Concurso Internacional de Piano de Santander Paloma O’Shea. El pasado viernes se celebró la entrega de premios de la vigésima edición, que se celebra cincuenta años después de que tuviera lugar la primera, que entonces sólo tuvo carácter nacional. Es sorprendente la poca atención que los medios nacionales –con la excepción de TVE– han prestado a lo que sucedió el viernes en el Palacio de Festivales de Santander. No ya por la victoria del canadiense Jaeden Izik-Dzurko –que no debe de ser de origen del mismo Montreal– sino por el anuncio que hizo Paloma O’Shea en la clausura: ella no sigue. Es decir, suena a que se ha acabado un concurso de piano del que han surgido la Escuela de Música Reina Sofía así como los Encuentro Música y Academia y que probablemente sea el referente musical más importante del último medio siglo en España.
Paloma O' Shea, en una imagen de 2020

Paloma O' Shea, en una imagen de 2020EFE

Paloma O’Shea ha construido este concurso y la escuela de Música con su empeño personal. Sin duda le ha ayudado mucho ser la mujer de su marido, pero es impresionante ver la lista de patrocinadores que ha captado a lo largo de su vida, algunos de ellos competidores de las empresas vinculadas a la familia Botín. Es famosa en la familia la anécdota del día en que fue a entrevistarla a su casa un periodista –creo recordar que de El País– para hacerle un largo perfil en la revista dominical. Una vez concluido el trabajo el conductor personal de la familia Botín, Antonio Mariscal, un leal que estuvo a su lado décadas, llevaba de vuelta al periodista cuando éste inquirió algo sobre trabajar con alguien tan ocupado como Emilio Botín y Mariscal replicó algo así como que «aquí, la que de verdad trabaja es doña Paloma». Cuando se publicó, el buen Antonio se quería morir.
Yo he tenido el privilegio de vivir por dentro el crecimiento del Concurso de Piano en una breve etapa. En la edición de 1984 coordiné junto con Paloma Botín el comité que atendía a los concursantes. Y en la de 1987 fui meritorio en la sección de Prensa donde hice alguna picia de la que espero que nadie se acuerde. Trabajando sin parar, Paloma O’Shea se convirtió en una referencia mundial en el mundo de la música. Hasta el punto de que en una reunión del Banco Mundial a la que asistía como consorte, al final de la cena intervenía un pianista. Antes de empezar a tocar se dirigió a lo más granado de la banca mundial y dijo que para él era un gran honor tocar ante Paloma O’Shea. Muy pocos sabían quién era la mujer del presidente del Santander.
Quisiera equivocarme, pero creo que este concurso no puede seguir sin Paloma O’Shea. Ella ha tenido muchos años para decidir cuál es el futuro y el viernes se cuidó mucho de anunciar ninguno. Ella quiso -hace décadas- quitar del nombre del certamen el suyo propio y convertirlo en Concurso Internacional de Piano de Santander. Pero tuvo que mantener «Paloma O’Shea» porque ella era la que atraía a las figuras mundiales. Sin ella, se corre el peligro de que este concurso de prestigio mundial vaya languideciendo hasta no ser nada. Y no habría mayor deshonor.
Yo estoy seguro de que un Ayuntamiento de Santander bajo su actual alcaldesa, Gema Igual, haría lo imposible por mantener un concurso de idéntico nivel -aunque sea sumamente difícil. Pero en la medida en que el concurso también recibe patrocinio del Gobierno de Cantabria, que en la hora presente preside Miguel Ángel Revilla, para mí es terrorífico imaginar en qué se puede convertir el certamen. Todavía recuerdo el día en que Revilla se presentó en mangas de camisa en la capilla ardiente de Emilio Botín en El Promontorio, la residencia familiar. Y cuando digo en mangas de camisa, quiero decir en camisa de manga corta.
Hay instituciones que tienen una vida, un ciclo que termina. El Concurso de Piano de Santander ha enriquecido a toda España y al mundo entero. Son muchos más los que demuestran su gratitud a Paloma O’Shea fuera de España que dentro de nuestras fronteras. No he visto reaccionar al ministro de Cultura ni a su colega en el Gobierno de Cantabria por el fin del concurso. Aunque también es cierto que siempre tenemos por encima a la Corona y por ello el Rey Juan Carlos –sospecho que a instancias de la Reina Sofía– creó marquesa de O’Shea a Paloma, mi querida tía Paloma.
Yo creo que bien está lo que bien acaba. Ojalá me equivoque, el Concurso de Piano Paloma O’Shea no acabe y pueda sobrevivir al menos tan bien como ahora. Lo dudo mucho.
Comentarios

Más de Ramón Pérez-Maura

  • Revilla, el iluminado

  • Otra ocurrencia de Sánchez

  • Dos años de exilio

  • Un asesino menos

  • La invasión de los ecolojetas

  • tracking