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09 de mayo de 2024

Perro come perroAntonio R. Naranjo

Israel, ¿no tendrá por ahí el Pegasus de Sánchez?

Si hasta Hamás ha agradecido las palabras del presidente socialista, no hay razón para que no conozcamos

Actualizada 01:30

Ha tenido Sánchez el desparpajo, que es cualidad de los temerarios, de irse a Israel a abroncar a Netanyahu por la muerte (horrible) de niños utilizados como escudos humanos por Hamás, que contradice el mandato expreso de la Convención de Ginebra sobre la evacuación obligatoria de la infancia en zonas de guerra.
Y no contento con ello, además le ha aleccionado sobre cómo acabar con el terrorismo, presumiendo de su gestión con ETA. Hace falta tener mucho aprecio por uno mismo, mucho desprecio por el otro y una ignorancia supina para acudir a casa ajena a darse un festín de propaganda en medio del caos, obviando el dolor que Israel siente por lo que sufre y, también, por lo que hace sufrir.
Pero hay que ser un completo mendrugo para comparar ETA con Hamás y, a continuación, subirse al carro sin bueyes de Zapatero, que va por el mundo presumiendo de que el PSOE acabó con el terrorismo etarra, hoy reconvertido en aliado socialista a través de Otegi.
La realidad es, según explica el último jefe de ETA en persona, David Plá, que la banda asesina se disolvió al comprobar que el nuevo Gobierno de Rajoy no aceptaba los acuerdos cerrados previamente con el de Zapatero: interpretó que le iba a ir peor manteniendo su siniestra actividad que abandonándola gratis, aunque en el viaje perdiera las ganancias pactadas en la sombra con el presidente socialista, hoy recuperadas y mejoradas por su sucesor.
Algo tuvo que ver el PSOE en el fin del terrorismo, claro, pero mucho más relacionado está con su resurrección, metamorfoseando en partido político clave para las investiduras de Sánchez y la supervivencia de sus Gobiernos.
Y mucho tiene que ver también con el reforzamiento del separatismo en general: frente a la chusca falacia de que Sánchez va logrando, poco a poco, pacificar Cataluña y el País Vasco, la evidencia indica que ha potenciado como nunca a sus movimientos rupturistas, amnistiando sus delitos, legitimando sus objetivos y asumiendo su relato cuando ya estaban derrotados por el Estado de Derecho, los jueces, los Cuerpos de Seguridad y la sociedad civil.
ETA no existe, pero sus planes tienen más visos que nunca de prosperar, lo que da una victoria a las armas aun con ellas ya enterradas: Sánchez ha aceptado reescribir el relato del terror para blanquear a su brazo político y presentarlo como un aliado decente; como ha indultado al golpismo catalán, preso o huido cuando funcionaba la ley, y legitimado sus planes para obtener su triste apoyo para la Presidencia.
El viaje a los infiernos de Sánchez se completa con una visita a Israel en la que, lejos de exigirle a Hamás la liberación de todos los secuestrados como requisito previo para pedirle a Israel, con complicidad, una indulgencia razonable; se ha comportado como el cuñado borracho que se pelea en un funeral ajeno y genera un conflicto familiar innecesario.
Si legitimar el separatismo español es una atrocidad que pagaremos durante décadas, añadir a la maleta el blanqueamiento de Hamás, con expreso agradecimiento público de los terroristas al presidente socialista, convierte a Sánchez en una amenaza para el papel de España en el mundo, ya deteriorado por sus coaliciones internas y sus complicidades caribeñas.
Tal vez no sea mal momento para que Israel ayude a conocer el contenido del teléfono móvil de Sánchez, espiado con el programa hebreo Pegasus, y detonante de su giro copernicano en el Sáhara en favor de Marruecos: aquí tendría al menos el mismo sentido que en Palestina defender la creación de un Estado, pero ya sabemos que el líder de la Internacional Socialista crea y destruye países en función de intereses desconocidos, salvo quizá para el Mosad.
Gora Euskadi, Visça Catalunya Lliure y Free Palestine, pero en el Sáhara lo que diga Mohamed.
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