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03 de mayo de 2024

Pecados capitalesMayte Alcaraz

El gozo de Pedro en un pozo

Sánchez esperaba celebrar que los resultados electorales desestabilizaran el liderazgo nacional del PP, tal y como pasó con las urnas en Castilla y León en 2022. El gozo sanchista, en un pozo

Actualizada 01:17

Pedro Sánchez no quería ganar ayer; bueno, quería, pero sabía que no podía porque su partido es residual en Galicia y porque su candidato era un fiasco que ha perdido cinco escaños. Lo que quería realmente, repanchingado en Moncloa, era que el PP perdiera, que en Génova le hicieran «un Casado» a Feijóo, que el separatismo gallego abriera otro «procés» con los socialistas de comparsas y poder decirle al mundo, con parada en Bruselas y Waterloo, que su amnistía no ha tenido ningún coste electoral para él, que ese es el camino y no el de la defensa de la unidad de España. Pero los gallegos han escrito otra página distinta: mientras la derecha gana a los nacionalistas en Galicia, Pedro Sánchez se arrodilla ante ellos. Es decir, nuestros compatriotas del noroeste no han comprado ni lo de los péllets ni aquello de que Feijóo estaba negociando un indulto con Puchi a escondidas. Caramba, qué raros son estos gallegos, habrá dicho Pedro. No saben valorar el progresismo salvífico de Su Persona. La campaña de manipulación de la izquierda claramente no ha funcionado: los dos partidos que conforman el Gobierno de la nación se han dado un batacazo sideral. Pedro y Yolanda se escondieron ayer: ni rastro de ambos en la noche electoral.
Hoy podía ser el día en el que España sumara otro quebradero de cabeza a su maltrecha salud. Tres escaños han separado a la nación de precipitarse al abismo y quién sabe si en ese precipicio hubiera caído también Alberto Núñez Feijóo. Las meigas, que haberlas haylas, no han conseguido hacerse presentes convirtiendo a la tercera Comunidad histórica en un nido de separatismo y comunismo trasnochado, que hubiera puesto la puntilla a la unidad de España. En Génova se respira después de quince días de infarto, demostrando que el PP lee bien la sociología gallega copando probablemente algunas sensibilidades de centro-izquierda y gran parte de los votos a su derecha, hasta impedir que Vox entre en el Parlamento gallego al no llegar al 5%, aunque ha crecido y quedado por encima del Sumar de Yolanda Díaz.
La vicepresidenta segunda del Gobierno es, junto a Sánchez, la segunda gran derrotada de la noche. Quizá porque el electorado gallego conoce muy bien a Yolanda, sabe de sus traiciones, de sus acercamientos ventajistas al Bloque y a Podemos cuando eran marcas en alza, de su falta de solvencia intelectual y política, un bluf de la izquierda mediática madrileña. Hasta Democracia Orensana, que entra en el Parlamento gallego pero con un escaño que no será determinante, le ha comido la merienda a superyol, que todo lo que toca lo convierte en derrota. Sacrificó a su amiga y mano derecha Marta Lois, pocas semanas después de haberla nombrado portavoz en la carrera de San Jerónimo, para mandarla a morir el 18-F. En 2016, las Mareas tuvieron 14 diputados, en 2020 cero patatero. Ahora, Yoli ha empatado con el peor de los resultados, con un 1,8 por ciento de los sufragios: patético. Y la guinda: Podemos obtiene un 0,7%, por detrás del Pacma. Pablo Iglesias e Irene Montero estarán celebrándolo en Galapagar. Esta es la nueva política que nos iba a arreglar la vida. Galicia sabe bien que la vida se la han arreglado ellos.
Rueda seguirá presidiendo Galicia, con casi un 48 por ciento de los votos, y el orfeón sanchista no podrá desplegar el argumentario que Bolaños había preparado según el cual Galicia también votaba «progresismo» porque el PP solo miente y encizaña en la política española. Con 40 escaños (dos más de la mayoría absoluta), el PP consigue su quinta victoria y frena a un Bloque vestido de noviembre para no infundir sospechas, como escribió Lorca, que definitivamente ha acabado con el PSOE en Galicia, subalterno –como en el resto de España– de la ideología más xenófoba y clasista, el nacionalismo. La candidata Ana Pontón ha escondido su alianza con ERC y Bildu y aspira en el futuro a ser transversal. Pero el electorado gallego sabe bien de su transformismo: solo el desplome del PSOE le ha dado un triunfo histórico, con 6 escaños más que hace cuatro años.
Pedro Sánchez esperaba celebrar que los resultados electorales desestabilizaran el liderazgo nacional del PP, tal y como pasó con las urnas en Castilla y León en 2022. El gozo sanchista, en un pozo, y en Génova aspiran a que este resultado pueda ser la antesala de lo que ocurrirá en las elecciones europeas de junio. Copiado y aumentado, porque entonces se tratará de una circunscripción única y probablemente Sánchez recibirá una tunda más contundente por su amnistía y sus ataques a la separación de poderes. La ley de amnistía es letal y el PSOE ha empezado a pagarlo en Galicia.
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