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05 de mayo de 2024

Vidas ejemplaresLuis Ventoso

El niño bufa y se lleva el balón

Lo problemático va a ser el día después del «yo sigo», pues ya están diciendo que no es admisible que existan jueces y medios contrarios al régimen «progresista»

Actualizada 10:55

Mi padre, que había nacido en el 36, contaba que en su infancia de la posguerra a veces jugaban al fútbol en las playas de la bajamar con pelotas de trapo y botes. A mí me tocaron ya tiempos más prósperos, aunque todavía disfruté la dicha libertaria de pelotear con mis amigos en plena rúe. Nuestros balones solían ser de goma, a veces de propaganda (un aguerrido vino de Betanzos llamado Viñalar regalaba unos bastante aceptables). Pero cuando llegaba un cumple o una comunión no solía faltar un niño muy ufano que aparecía con un flamante «balón de reglamento». Si el propietario era patoso y jugaba mal, más de una vez sucedía que se cabreaba y, cuando el partido se le complicaba, daba la espantada llevándose la pelota y dejándonos sin pachanga.
La pataleta del interfecto me ha recordado a aquellos críos que se largaban enfurruñados con su pelota y su pelotera, dejando el juego en suspenso. Toda España se entretiene haciendo cábalas sobre las auténticas razones tras la psicodélica carta del hombre «muy enamorado», que se ha montado un macro puente vacacional en una pataleta insólita en un gobernante. Cuatro hipótesis principales circulan por las conversaciones:
1.- El tipo tiene un carácter polvorilla, se ha encendido y en un gesto de narcicismo cesarista se ha lanzado a un esperpéntico «os vais a enterar: o yo o el abismo». Un amigo que fue en su mocedad pincha –y disculpen, que ahora se dice DJ– me lo resumía así: «Siempre ha existido el chulo de discoteca, el típico tío que bastaba que le rozases al pasar para que te la armase. Y aquí estamos ante ese perfil».
2.- El caso Begoña tiene más meandros y más profundidad de lo que se está contando. Así que el profundamente enamorado se ha asustado y ha levantado un parapeto con este espectáculo.
3.- A los israelíes (dueños entre otras cosas del programa vacía-móviles Pegasus) no les ha gustado la romería pro Hamás del personaje y le han mandado algún recado. De entrada, lo cierto es que ya ha suspendido su ronda internacional a favor del Estado palestino.
4.-La carta –y la adhesión inquebrantable perfectamente orquestada que vendrá detrás– son una maniobra de cara a rentabilizarla en las elecciones catalanas, donde se juega el sillón.
Personalmente me inclino por la primera tesis, la del rapto colérico de supina chulería.
Pero el auténtico calado de esta chusca situación radica en lo que vendrá después. Todo el nuevo Frente Popular está lanzando a coro la misma idea: no es admisible que existan jueces y medios contrarios a la izquierda, al régimen «progresista».
Una vez que el César de Tetuán se auto ratifique en el cargo en generosa atención al clamor ensordecedor del pueblo, llegará un acelerón en su programa de regresión democrática. Consistiría en una batería de «leyes de urgente necesidad» para amordazar a los jueces independientes y a la prensa libre, pues cometen la imperdonable disidencia de no ser de izquierdas y «se niegan a aceptar al Gobierno de la coalición progresista».
La carta chusco-lacrimógena que mantiene a toda España flipada es una amarga queja sobre los ataques personales que sufre el bueno del enamorado. Querido Líder, un poco de Memoria Democrática, como decís en la jerga oficialista:
El 21 de febrero, en una rueda de prensa en Marruecos, difamaste a un ciudadano particular, Tomás Ayuso, tachándolo de corrupto cuando no está acusado de nada, un ejemplo rampante de matonismo desde el poder e intromisión en la vida familiar ajena.
El 20 de marzo, tu ministra de Hacienda y vicepresidenta, sentada a tu vera en el Congreso, acusó a Feijóo de pagos a su mujer cuando él presidía la Xunta y ella trabajaba en Sargadelos. Era un bulo de un periódico residual de extrema izquierda, que lo desmintió en horas, pero tú asentías enfáticamente ante las burradas que soltaba Marisu y susurrabas haciendo muecas: «Y hay más, y hay más…». Nunca pediste disculpas.
Más tarde, cuando se te iba desbordando el caso PSOE-Ábalos-Koldo-Delcy-Begoña, montaste una cortina de humo filtrando los problemas fiscales de la pareja de Ayuso, embarcando en la operación al propio fiscal general García Ortiz, convertido ahora en FGF (Filtrador General de Ferraz). Y podríamos continuar con los señalamientos constantes a jueces, comunicadores y empresarios acusados de ultras y conspiradores.
No se va a ir ni con agua caliente. Pero además va a acelerar rumbo a la satrapía. Es su naturaleza. La denuncia de Manos Limpias tiene poco recorrido, porque está mal hecha. Pero el caso es políticamente claro: con los chanchullos que tiene encima se iría a casa en cualquier parte, pues por menos cayeron Kurz, Boris y Costa sin pasar por tribunales. Pero aquí cuando muera el caso en tribunales se dirá en estremecido clamor que nada había, que se produjo una infame cacería contra la izquierda y comenzará el tiro al juez con una batería de leyes ad hoc.
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