Fundado en 1910
Aire libreIgnacio Sánchez Cámara

El conflicto cultural

Algunos pensadores han afirmado que, entre las dos, la sabiduría griega y la revelación bíblica, existía una originaria incompatibilidad

Actualizada 01:30

Parece que existe en Occidente un profundo conflicto cultural, en el que la dimensión política acaso sea la más superficial y, por ello, la menos grave. Ante una primera mirada, podría parecer que se trata de la oposición entre el cristianismo y la modernidad. Pero la primera mirada no suele ser la más certera. No es infrecuente pensar que Europa se caracterizó desde sus orígenes por una doble herencia, ajena, en principio y, por lo tanto, de la que tenía que apropiarse. Puede representarse en dos ciudades, Atenas y Jerusalén (sin olvidar a Roma), dos realidades culturales superiores a las que había que recurrir para escapar a la barbarie. Esta lucha entre civilización y barbarie es el alma de la cultura europea.

Algunos pensadores han afirmado que, entre las dos, la sabiduría griega y la revelación bíblica, existía una originaria incompatibilidad. No se puede ser a la vez el piadoso obediente a Dios y el incansable buscador de la verdad. No se puede ser a la vez Abraham y Sócrates. Pero esta tensión habría sido la causa fundamental del dinamismo y genialidad de la cultura europea, y, se permite la provocación, de su superioridad. Si bien esta superioridad procede de fuentes sublimes y ajenas. Lo cierto es que esta posible oposición puede darse entre el judaísmo originario y la filosofía griega, mas no entre esta y el cristianismo, si este es la religión del logos.

Esta equivocada oposición entre ilustración y religión podría estar en la base de esa primera interpretación de la actual crisis cultural. Según ella, pugnarían el cristianismo en retirada y la pujante modernidad. Lo que, aparte de otras equivocaciones, presupone que el cristianismo y la modernidad son incompatibles mientras que lo cierto es que una es hija, a veces rebelde, del otro.

Una mirada, acaso más atenta y detenida, comprenda que la modernidad, si es que aún alienta, sufre muy delicada salud. ¿No se viene hablando tanto de posmodernidad? En realidad, el conflicto es muy diferente, y cristianismo y modernidad combaten en el mismo lado. La «batalla» cultural enfrenta más bien a la civilización y a la barbarie. Lo que se opone hoy al cristianismo no es la ilustración, sino su crisis, no es la modernidad, sino su final, no es la verdad, sino su negación, no es la razón, sino la irracionalidad, no es el universalismo, sino el particularismo y el relativismo, no es una nueva idea sobre el bien, sino la indistinción entre el bien y el mal o incluso la preferencia de este sobre aquel, no es el derecho, sino su sustitución por el deseo. Entre el cristianismo y la modernidad hay diferencias y tensiones, pero es posible, necesario y fácil el diálogo, el entendimiento, incluso el acuerdo. Con la ignorancia y la barbarie no hay nada que hacer. Con el ateísmo ilustrado, el cristianismo puede dialogar. Con cosas como el movimiento woke es prácticamente imposible. Cristianismo y modernidad comparten, probablemente, un mismo destino, y son herederas de las dos grandes fuentes de Europa: la cultura griega y romana y el judaísmo.

Los fundamentos de la cultura europea no están en crisis. No pueden estarlo. Lo que está en crisis es su recepción actual, la incultura y la ignorancia. Si esto es así, la causa de la crisis europea se encuentra en el declive de la presencia del mundo clásico, griego

y cristiano. La crisis de Europa es consecuencia de la degradación de los estudios clásicos y de la pérdida de vigencia de la religión cristiana. Benedicto XVI afirmó que la búsqueda de Dios es el fundamento de la cultura europea. El subdesarrollo material es malo, muy malo, pero el subdesarrollo espiritual es mucho peor. Los bárbaros siempre han estado dentro de nuestras fronteras, que no son políticas, sino culturales. Probablemente lleven algún tiempo gobernándonos. Los bárbaros interiores, que han sido acicate para el espíritu europeo, son quizá necesarios, pero siempre que no acaben por triunfar.

comentarios
tracking