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27 de abril de 2024

Cartas al director

Insomnio permanente

La filosofía del comunismo y del socialismo se basa en la ruptura, la fricción, la provocación, el caos, la división, la miseria, el enfrentamiento, la ruina, la expropiación, la deshumanización y la ausencia de principios y valores. Como cuervos, se sienten atraídos irremediablemente por el brillo del dinero y las sombras del poder. Su codicia les consume y el éxito ajeno les fustiga el espíritu y la psique hasta secarlos de rencor y odio. Sin embargo, su incapacidad para madrugar o su alergia a la transpiración no les impide medrar hasta lo más alto y dirigir nuestras vidas. Taimados, corruptos y sin escrúpulos saben apoderarse de los países y de las mentes de los pueblos, coartando sus derechos y libertades; constriñéndolos hasta devorarlos.
Como dijo el filósofo ruso Alexander Herzen: «El pueblo no tomó la Bastilla porque la historia proceda a bandazos. La historia procede a bandazos porque cuando el pueblo está harto toma la Bastilla». Y este es el sentimiento generalizado de la ciudadanía en estos momentos, el hartazgo. Sentimiento que crece cada día, que brota por todas partes. No importa que la tierra sea baldía, seca o sembrada de rocas, cuando una semilla es legítima brota como una llama que caldea los corazones. Nunca levantarán un muro lo suficientemente alto como para contener un corazón vibrante, puro fuego.
Un calor que crepita, se transmite y aumenta con un ardor que lo consume todo a su paso. Que va licuando la apatía y la desidia, fundiendo la intoxicación mediática que nos engulle, liberando nuestras mentes y abrasando la neblinosa tela impuesta que nos ciega. España brillará de nuevo como una sola voz de singular fulgor al abrigo de este vetusto pueblo trabajador, honrado, valeroso y devoto. El momento ha llegado. El cambio es inminente y necesario. Todos avanzamos de frente, sin fisuras, hombro con hombro, sincronizando cada paso de este sendero aún angosto. No caben las dudas. Jamás ningún gobierno o ideología podrá acallar a un pueblo que, llevado al límite, a la ruina y desesperación, reclama lo que es suyo: patria, libertad, familia, tradición, honor y Dios. ¡Viva España!

Miguel Leopoldo García Peña

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