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27 de julio de 2024

Cartas al director

La fe y la razón

El 14 de septiembre de 1998, hace veinticinco años, san Juan Pablo II publicaba la Encíclica Fides et Ratio en la que quiso conjugar estos dos conceptos que en principio presentan como una contraposición y que, en síntesis, lo que ofrecen no es sino una conjunción y complementariedad, es decir, la conciliación entre fe y razón.

La encíclica hace diversas afirmaciones contundentes: «La vida humana y el mundo tienen un sentido y están orientados hacia su cumplimento, que se realiza en Cristo». O también: «El punto de partida y la fuente original debe ser siempre la palabra de Dios revelada en la historia, mientras el objetivo final no puede ser otro que la inteligencia de ésta, profundizada progresivamente a través de las generaciones». El Papa quiere «llevar a los hombres a descubrir su capacidad de conocer la verdad y su anhelo de un sentido último y definitivo de la existencia».

El entonces cardenal Josepf Ratzinger, en la presentación de la encíclica, comentó: «El clima cultural y filosófico general niega hoy la capacidad de la razón humana para conocer la verdad. Reduce la racionalidad a ser simplemente instrumental. Es este modo, la filosofía pierde su dimensión metafísica, y el modelo de la ciencias humanas y empíricas se convierte en el parámetro y el criterio de la racionalidad». «El mensaje de la encíclica es una reacción ante esa situación cultural, y vuelve a proponer con fuerza y convicción la capacidad de la razón para conocer a Dios y, de acuerdo con la naturaleza limitada del hombre, las verdades fundamentales de la existencia: la espiritualidad e inmortalidad del alma, la capacidad de hacer el bien y de seguir la ley moral natural, la posibilidad de formular juicios verdaderos, la afirmación de la libertad del hombre, etc.»

«Verdad y libertad, o bien van juntas o juntas perecen miserablemente». Palabras de la encíclica a manera de sentencia que se cumplen taxativamente porque la Verdad no está de moda hoy en día y la libertad está cada vez más coaccionada.

Juan Antonio Narváez

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