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Cartas al director

El relato y la verdad

Siempre se ha dicho que la primera víctima de la guerra es la verdad, pero es que, que yo sepa y a pesar de los tiempos convulsos en los que nos encontramos, la paz está con nosotros. No obstante, estamos atravesando un periodo en el que se da más importancia a la opinión de cada uno –y a la seda del relato con que se cubre–, que al hecho primordial de que lo dicho sea cierto o no.

–Ya, pero es que esa es mi opinión.

Y con ese derecho de opinión ya se puede defender cualquier tropelía, por muy extravagante que sea. Bastará con que la pongas vistosa, la defiendas con ahínco y –muy importante también–, que sean muchos los que opinen lo mismo, pero eso ya es cuestión de organizarse.

Viene esto a cuento por lo sucedido estos días en Jumilla. Resulta que, aparte de la intencionalidad subyacente, y ateniéndonos a los hechos ciertos, el Ayuntamiento ha votado una moción que dice que en lo sucesivo los espacios deportivos deben usarse «exclusivamente para el ámbito deportivo, o para actividades organizadas por el Ayuntamiento».

Ya digo que dejo aparte la intención, que esa es subjetiva. Pero en seguida ha saltado «la opinión pública» (la gran mayoría de los opinadores de televisión) en defensa de la fiesta del cordero, tanto que, hasta el obispado se ha puesto a opinar sobre si eso ataca a nuestra ya de por sí maltratada Carta Magna; con lo fácil que sería que los afectados solicitaran cualquier otro espacio público, que los hay o, ya puestos, que alguien les prestara algún salón parroquial.

Mientras tanto, en el Gobierno juran y perjuran que «estarán muy vigilantes» a los posibles saltos de la linde que pudieran producirse, «y velarán por el cumplimiento de la Constitución», dicen, como si esa no fuera acaso su primera y primordial obligación. Esa, y el respeto a la verdad, que ya te digo yo, que con la que está cayendo...

Lo que no deja de ser mi humilde opinión, por supuesto.