Todo tiene un precio

En España no queremos inmigrantes, queremos ciudadanos de pleno derecho, libres y ordenados que respeten nuestras normas y leyes. Cualquier magrebí o de otra raza y religión si quiere vivir aquí, está obligado a integrase en nuestra sociedad tal como somos. España necesita inmigrantes, la natalidad en nuestro país es la más baja del mundo y en 2024 se practicaron 106.000 abortos. Más que los muertos en Gaza.

Los movimientos del mundo se basan en los que van y vienen en busca de una vida mejor. Rechazar al inmigrante es racista. Lo civilizado es mejorar nuestras leyes, las que tenemos son de un bajo precio para malhechores y reincidentes. Saltarse nuestras normas de convivencia hoy es muy barato y no solo para los inmigrantes, sino para toda clase de delincuentes y corruptos. La causa de la reincidencia es de las leyes que están mal hechas, igual que la de los violadores y pederastas, la del «sí, pero si» y a la calle. O, la de los ocupas, no porque tengan un problema de acceso a la vivienda, que lo tenemos, sino porque la ley no solo lo permite, sino que fomenta la ocupación. No por el principio fundamental de la izquierda contra el capitalismo, sino por la libertad de la propiedad privada.

Lo único creíble en cualquier democracia es tener una legislación justa, comprensible y exigente para todos. Aunque haya que pagar un precio…