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En primera líneaRafael Puyol

Lo que fuimos, lo que somos y lo que seremos

En resumen, la población española a medio plazo será algo más numerosa que la actual, pero sobre todo será más diversa y estará más envejecida. Vivirá muy prioritariamente en ciudades, y estará compuesta por familias pequeñas y alargadas

Cualquier español que en 1900 pudiera asomarse al balcón del futuro y llegara a vislumbrar el panorama demográfico que hoy nos define, quedaría atónito. Vería cómo los 19 millones de compatriotas a comienzos de siglo se convertían en los 49 actuales ; cómo de una media de 4,5 hijos por mujer en edad de procrear se pasaba a 1,1; cómo de una esperanza de vida al nacer de 35 años escalábamos hasta los 84; cómo de una mortalidad infantil (menos de un año) de casi un 25 % la reducíamos a menos de un 1 %; cómo de un país rural nos convertíamos en urbano; cómo de una nación joven nos transformábamos en una sociedad envejecida; cómo de la España peregrina hemos pasado a ser un territorio de fuerte inmigración. Somos un país de excesos y contrastes. Tenemos una de las mejores esperanzas de vida del mundo, pero, al mismo tiempo, uno de los peores índices de fecundidad. Poseemos el mayor índice de paro de la Unión, pero tenemos uno de los saldos migratorios más elevados. Estaríamos en una situación de crecimiento negativo porque tenemos más defunciones que nacimientos, pero seguimos creciendo merced a ese balance migratorio que nos está aportando más de medio millón de extranjeros al año.

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El Debate

¿Y qué va a ser de nosotros?

Las proyecciones demográficas no son talismanes maravillosos que nos permitan pronosticar el futuro con exactitud, pero si hacernos una idea, cada vez más aproximada, de cómo serán las cosas.

En lo que se refiere a los componentes del crecimiento, la situación probable resulta bastante clara. No se esperan demasiados cambios en la fecundidad que, aunque pueda remontar un poco, permanecerá bastante baja. Y lo que si seguirá aumentando es el número de defunciones debido al envejecimiento. Entre 2024 y 2050 nacerán 10,3 millones de niños y se morirán 14,4 millones de personas, lo cual arroja un saldo vegetativo negativo de 4,1 millones. Si solo actuase este factor la población del año 2024 (48,6 millones) pasaría a 44,4 millones en 2050. Sin embargo, el número de habitantes previsto para mediados de este siglo es de 54,8 millones debido a un previsible balance migratorio positivo de casi 10,4 millones. La evolución de las migraciones siempre es el vector más difícil de predecir, pero todo hace pensar que, aunque disminuida, la inmigración va a mantener la cualidad de ser el condicionante fundamental del crecimiento.

Esta circunstancia va a deparar una composición más diversa de la población española, ya que en 2050 un 32 % de los habitantes habrán nacido en el extranjero. No es un tema menor si este pronóstico se cumple debido a la complejidad que para la convivencia supone un número tan elevado de foráneos. Será necesario preverlo con tiempo y arbitrar los mecanismos para una integración efectiva de personas que inevitablemente tendrán condiciones, intereses y proyectos de vida dispares.

El crecimiento previsto irá de la mano de una acentuación del envejecimiento. Los mayores de 65 años pasarán del 20,4 % actual al 30,3 % en 2050 y además se producirá un envejecimiento de la propia vejez, ya que las personas de 80 años y más evolucionarán desde un 6 a casi un 11 %. A mediados de siglo habrá en España cerca de 91.000 centenarios, fundamentalmente mujeres (80 %)

La baja fecundidad y el envejecimiento provocarán la existencia de familias cada vez más pequeñas y alargadas, es decir compuestas por pocos miembros y varias generaciones pertenecientes a la misma estructura familiar. Ya hoy empiezan a multiplicarse las familias con cuatro generaciones vivas (bisabuelos, abuelos, padres e hijos) que tenderán a crecer. Sin embargo, disminuirá el número de parientes relacionados como los hermanos, tíos o primos.

Se multiplicará el número de hogares reducidos (parejas sin hijos) y el de hogares unipersonales habitados prioritariamente por mujeres de edad que tienen una mayor esperanza de vida que los hombres (en 2050, 88,7 años frente a 84,3).

En resumen, la población española a medio plazo será algo más numerosa que la actual, pero sobre todo será más diversa y estará más envejecida. Vivirá muy prioritariamente en ciudades, y estará compuesta por familias pequeñas y alargadas. La gente cumplirá más años, pero seguirá habiendo más defunciones que nacimientos con un crecimiento natural negativo que la inmigración convertirá en positivo. No habrá más extranjeros que españoles como algunos sostienen, pero los nacidos fuera subirán hasta más del 30 %, lo cual obligará a gestionar bien esta situación.

  • Rafael Puyol es presidente de la Real Sociedad Geográfica