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Francisco Montes, «Paquiro» tuvo un impacto fundamental en la tauromaquia. Por su supremacía fue nombrado primer espada de España, y es el momento en que se plasma el traje de lucesLLUCES que, en grandes rasgos es muy similar al actual.

En la segunda mitad del siglo XVII empieza a usarse en el sur de España la seda de colores vibrantes, quedando para el norte el traje de ante. En esta mitad de siglo empieza a ganar terreno la seda de colores, ya que los empresarios encontraban que daba mucho más realce al espectáculo.

Cuando yo empecé a ir a los toros en la segunda mitad del siglo XX, estaban en cartel, Aparicio y Litri, los Dominguín, los Bienvenida, Ordóñez, etc. Y vestían siempre de color oscuro bordado en oro así como su cuadrilla bordado en plata . Los colores más frecuentes y taurinos eran: tabaco, verde botella, azul marino, grana, nazareno, y negro también llamado más tarde «catafalco», más o menos bordados en oro. Esto se debía a que estos colores absorbían la sangre que no se llegaba a ver como tal. Colores que resaltaban el oro y la vestimenta seria de los hombres que se jugaban la vida.

En alguna parte he leído que, a principios del S XX, el hombre de confianza del director de la lidia del día llamaba a los hombres de confianza de los dos matadores que lidiaban con su jefe para decirles el traje que iba a usar el maestro, para que tomaran nota y vistieran de otros colores, sistema que ha debido caer en desuso porque, más de una vez he visto a los tres matadores de una corrida con el mismo traje, y últimamente que está de moda el bordado en azabache, ir el matador con ese bordado y uno o dos de su propia cuadrilla con un terno de color parecido y bordado en azabache, con lo que no se sabía quién era el lidiador o el torero. Por lo menos entre ellos se deberían de comentar qué se ponían.

Últimamente esto de los trajes de los toreros es un batiburrillo. A pocos matadores les importa lo que viste su cuadrilla o los compañeros de cartel.

Ahora me gustaría hablar de la nueva moda de los colores de la vestimenta de los toreros, moda que empezó a romper con Palomo Linares. Con eso de llamarse Palomo, se presentó un buen día vestido de Blanco «sudario» y plata. Era como una gota de leche entre moscas, correteaba por la plaza tan falta de color que parecía que iba en ropa interior y se le había olvidado vestirse adecuadamente.

Ante mi estupor este trajecito hizo, entre los toreros jóvenes un gran impacto, pues empezaron a utilizarlo y, hoy en día, no se puede tomar la alternativa o confirmarla sin ir de primera comunión y plata. Lo terrible es que esto ha traído una serie de colores para los trajes de torear de colores pálidos que me parecen más propios para lencería de señoras, que para hombres que se están jugando la vida ante un toro.

Cito algunos nombres de estos trajecitos: soraya, bisón, inmaculada, palo de rosa, espuma de mar, nácar, gris perla, lavanda, maquillaje, mandarina...

Estos vestidos tienen un enorme defecto, ¿cómo un hombre que se está jugando la vida se viste de espuma de mar? Además tienen un defecto terrible: ¡la sangre! En estos trajes se ve claramente, y los matadores que utilizan estos colores suelen mancharse de pecho a rodillas de sangre y el espectáculo es dantesco, repugnante, de muy mal gusto, pues parece que en lugar de matadores son matarifes de toros y en lugar de torear han hecho una escabechina con el pobre animal.

Durante muchos años he sido compañera en mi palco del 8 de las Ventas con el palco del 9 en que estaba Domingo Ortega, que casi nunca daba su opinión de lo que hacían bien o mal los toreros, pero un día de esos, el torero, del que no recuerdo su nombre, pero seguro que iba de ropa interior de señora y oro, se puso de sangre hasta las orejas y Ortega comentó «la sangre no está en los pitones, está en los lomos, una vez pasado el toro».

La Milicia, la Iglesia, y el toreo hasta ahora guardaban unas reglas muy estrictas de comportamiento y cortesía. A la Milicia y el Clero, no les veo yo cambiando el uniforme militar de un general por un color «soraya» o a un cardenal por una sotana «rosa palo» .

Señores Toreros, pongan un poco de orden en sus vestimentas, no son saltimbanquis, ni bailarines de ballet, lo que hacen es muy serio, y se debería reflejar en todo hasta en los colores serios oscuros y masculinos, que no resultasen lo que, con los colores pálidos, que resalta llamativamente la sangre, merma el arte y prima la escabechina.

Descarten definitivamente el vestido blanco y plata, que con la moderna definición debería decir el torero iba de blanco «sudario» plata.

Sonsoles Diez de Rivera es patrono fundador del Museo Balenciaga