¿Poner fin a la Guerra de Ucrania? Ahora mejor que dentro de seis meses o más
Casi cuatro años de combates brutales, en los que ninguna de las partes ha logrado un avance estratégico, han creado una situación paradójica en la que ambos países salen perdiendo cuanto más se prolonga la guerra
Volodimir Zelenski, Donald Trump y Vladimir Putin
El último intento del presidente estadounidense Donald Trump por resolver la guerra entre Rusia y Ucrania ha sido recibido con profundo escepticismo.
Ucrania, respaldada por Europa, ha dejado claro que no está dispuesta a aceptar condiciones que equivalgan a una rendición, mientras que Rusia no ha dado señales de que vaya a retirar sus exigencias maximalistas, que acabarían con la existencia de Ucrania como Estado soberano e independiente. Según los escépticos, eso no deja margen para negociaciones serias.
La evidente negativa del presidente ruso, Vladímir Putin, a hacer concesiones sustantivas en sus conversaciones con los enviados de Trump, el pasado 2 de diciembre, no hace más que reforzar sus dudas.
Casi cuatro años de combates brutales, en los que ninguna de las partes ha logrado un avance estratégico, han creado una situación paradójica en la que ambos países salen perdiendo cuanto más se prolonga la guerra.
El mejor acuerdo que cada bando puede alcanzar podría darse ahora mejor que dentro de seis meses o más. Ucrania no ganará nada esperando a negociar desde una hipotética posición de fuerza futura; esa posición no llegará pronto, si es que llega alguna vez.
Lo que Ucrania no puede conseguir en el campo de batalla no se le entregará en la mesa de negociaciones
Los líderes ucranianos ya han reconocido que no pueden liberar por la fuerza todo el territorio que Rusia ha ocupado. Lo que Ucrania no puede conseguir en el campo de batalla no se le entregará en la mesa de negociaciones.
Tampoco una Ucrania más fuerte inclinará a los países occidentales a proporcionarle garantías de seguridad más sólidas. Los gobiernos occidentales ya han dejado claro que no arriesgarán una guerra con Rusia para defender a Ucrania. Y cuanto más espere Ucrania, más destrucción tendrá que soportar.
El coste de la reconstrucción
El coste de la reconstrucción durante la próxima década se ha estimado en más de 2,6 veces su PIB anterior a la guerra, que era de 200.000 millones de dólares. A Kiev le resultará cada vez más difícil mantener las líneas del frente y aún tiene que demostrar que puede detener el avance implacable de Rusia. Cerca de siete millones de ucranianos, aproximadamente una sexta parte de la población anterior a la guerra, han huido del país; muchos de ellos nunca volverán.
Rusia parece más fuerte. Pero ha pagado un precio altísimo —más de un millón de muertos o heridos— por unas ganancias tácticas marginales. Por la parte Ucraniana otro tanto o más, a pesar de que las cifra oficiales maquillan la masacre de uno y otro lado.
Rusia no avanza
Durante la ofensiva de este año, Rusia se ha apoderado de solo el 1 % del territorio ucraniano, a costa de más de 200.000 muertos y heridos.
Rusia y Ucrania siguen muy alejadas en cuanto a las condiciones de un acuerdo, en particular en lo que respecta a las cuestiones territoriales y la naturaleza de las garantías de seguridad para ambas partes.
Ucrania no cederá el territorio del Donbás que Rusia no ha conquistado, como exige el Kremlin. Tampoco abandonará fácilmente su ambición de unirse a la OTAN —la máxima garantía de seguridad— ni limitará su capacidad militar a niveles insuficientes para disuadir futuras agresiones rusas.
Sin embargo, los contornos de un acuerdo definitivo son visibles, a pesar de todo, aunque ambas partes lo nieguen enérgicamente: un alto el fuego a lo largo de la línea de contacto sin que ninguno de los dos países reconozca formalmente el control del otro sobre el territorio que considera propio; neutralidad armada, o capacidad militar suficiente para defender de forma fiable el propio territorio, para Ucrania con la posibilidad de adherirse a la UE, pero sin pertenecer a la OTAN; y no más expansión de la OTAN hacia el este, hacia el antiguo espacio soviético.
La agresividad de Trump en sus manifestaciones y la actitud beligerante de Europa no ayudan mucho
Sin embargo, para lograr este resultado será necesario un esfuerzo diplomático concertado en el que participen todas las partes en conflicto: Rusia, Ucrania y Estados Unidos, así como Europa. La agresividad de Trump en sus manifestaciones y la actitud beligerante de Europa no ayudan mucho, pero solo Estados Unidos puede liderar ese esfuerzo.
La nueva Estrategia de Seguridad Nacional de Trump deja claro que la Administración ya no considera a Rusia una amenaza importante, para consternación de los aliados tradicionales de Estados Unidos. La normalización también es estratégicamente importante para Putin por sí misma: le permitiría reequilibrar la relación de Rusia con China y ampliar su margen de maniobra a nivel mundial.
A principios de este año, inicialmente aceptó la idea de una resolución rápida alcanzada a través de conversaciones directas con Trump, utilizando al enviado especial, Steve Witkoff, como conducto confidencial.
En el plan del Kremlin, los dos presidentes acordarían el trato y Trump lo impondría a los ucranianos. Pero ese enfoque fracasó a finales de la primavera. Los ucranianos resistieron la presión de Estados Unidos y los europeos intervinieron para apoyar a Ucrania en su resistencia tanto a la agresión de Moscú como a la intimidación de Washington.
Llegado a este punto, ¿Trump debería ampliar este enfoque para incluir a los ucranianos y los europeos? Es casi seguro que los rusos se resistirán a participar directamente con los europeos en cualquier grupo de trabajo, y se mostrarán reacios a involucrar a los ucranianos en un formato trilateral con los estadounidenses también presentes. Pero convivir con una guerra tan larga no beneficia a nadie ni a los directamente implicados ni, por supuesto, al entorno europeo. ¿No debería Europa también ampliar su enfoque?