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26 de abril de 2024

Myanmar

La icónica imagen de la hermana Ann Nu Tawng enfrentándose con oración a la policía tras el golpe de estado Myitkyina News Journal

Myanmar: un agujero negro para la libertad religiosa

El asesinato de 35 católicos el 24 de diciembre pone de relieve la delicada situación, también para la libertad religiosa, que atraviesa el país desde el golpe de estado en febrero de 2021

El funeral por los 35 civiles, todos católicos, asesinados el 24 de diciembre en la aldea de Mo So, cerca de la ciudad de Hpruso, tuvo lugar en medio del luto, el llanto y la oración en Kayah, en la parte oriental de Myanmar. Según informan fuentes de Fides en la diócesis de Loikaw, en cuyo territorio tuvo lugar la masacre, los militares al final dieron permiso a los familiares de las víctimas para acceder a la zona y recuperar los cuerpos, todos carbonizados, para proceder al entierro. 
El sepelio consistió en un simple rito fúnebre dirigido por catequistas, sin Eucaristía y sin la presencia de un sacerdote, ya que el ejército no permitió que el párroco local llegara al pueblo. Entre los fallecidos había dos pequeños: Juan, un niño de tres años, y Ágata, una niña de dos años, que fueron asesinados junto con sus padres. Entre las víctimas también hay dos trabajadores birmanos que colaboraban con la ONG internacional Save the Children.
Este suceso no hace sino poner de relieve la dramática realidad que vive Myanmar, antigua Birmania, desde el golpe de Estado el pasado 1 de febrero, donde las libertades de sus ciudadanos, inclusive la de culto, se han visto truncadas. 
Funeral por los católicos asesinados el 24 de diciembre en la aldea de Mo So

Funeral por los católicos asesinados el 24 de diciembre en la aldea de Mo SoFides

«Estamos tristes y conmocionados»

«Todos estamos tristes, asustados y conmocionados. Es una verdadera crueldad. Eran personas inocentes que huían de los combates. Este tipo de ataque es atroz e inhumano. Observamos una pérdida total de conciencia entre los militares. El ejército ahora está aterrorizando y masacrando sin piedad a la población cometiendo crímenes de lesa humanidad», explica a la Agencia Fides Clement, laico católico presente en el funeral.
Una mujer católica local, Mih Nge, asegura conmovida que lo han perdido todo, «la casa, el sustento y la tierra, pero no nos daremos por vencidos. Seguimos vivos y ofrecemos nuestras vidas por la libertad y la dignidad de todos y por el futuro de nuestros jóvenes. En este inmenso dolor, no perdemos la esperanza, siempre hay esperanza porque creemos en Dios, fuente de nuestra esperanza».
La iglesia de Kayan Tharyar, en el estado birmano de Kayah, fue bombardeada en mayo

La iglesia de Kayan Tharyar, en el estado birmano de Kayah, fue bombardeada en mayoECCLESIA

La persecución del ejército golpista

La masacre ha horrorizado a toda la Iglesia católica birmana que lanzó un llamamiento al cese del fuego y al fin de la guerra civil. También en otras zonas de Myanmar, el eco de la masacre ha generado una ola de indignación y solidaridad. El padre Dominc Kung, sacerdote católico de la diócesis de Hakha, en el oeste de la nación, asegura a Fides que «la sangre de estos inocentes muertos no se derramará en vano, sino que constituirá una fuerza poderosa para el pueblo. Ellos son un apoyo para nuestro pueblo y rezarán por nuestro sufrimiento en el Cielo, junto al Señor».
Fuentes locales de esta agencia católica señalan que la guerra civil en Myanmar está empeorando: «Los soldados entran en las aldeas, cazan, arrestan, queman y matan indiscriminadamente. No distinguen entre civiles y personas que empuñan las armas. En todo el país cunde la violencia. La gente tiene miedo y huye a los bosques para escapar de las matanzas. Los militares también ven a los civiles como una amenaza porque dicen que apoyan a las milicias de las Fuerzas Populares de Defensa. Matan indiscriminadamente. Es terrible. Nuestro sufrimiento está al límite. Suplicamos la ayuda de Dios y pedimos la atención de la Comunidad Internacional».
El cardenal Bo pide el cese de las hostilidades al pueblo

El cardenal Bo pide el cese de las hostilidades al puebloVatican Media

«¡Que haya paz!»

«Yo también me arrodillo en las calles de Myanmar y digo: ¡que cese la violencia! También yo extiendo mis brazos y digo: ¡que prevalezca el diálogo!». Estas fueron las palabras del Papa Francisco en la audiencia general celebrada el 17 de marzo, en la que ha hizo un llamamiento por la paz y el diálogo en Myannmar. «Recordemos que la violencia siempre es autodestructiva. Con ella no se gana nada, sino que se pierde mucho». 
En su mensaje de adviento, tal y como recoge ECCLESIA, el cardenal Charles Maung Bo, arzobispo de Rangún y presidente de la Conferencia Episcopal de Myanmar, hizo un llamado al fin de las hostilidades en un país que sufre la injusticia y se desangra en las reyertas continuas. 
«Ya es suficiente, mi querida Myanmar», escribe el cardenal Bo, donde recuerda que la Navidad es una época de introspección tanto «para los que sólo creen en la violencia» como para «sus víctimas». «Los que inician activamente la violencia y creen en la tortura sádica y el asesinato son la causa principal de este valle de lágrimas», denuncia.
El arzobispo señala que su país se ha convertido en «una tierra donde la muerte violenta se ha convertido en la norma. Este es un valle de lágrimas. La repugnante violencia de los últimos diez meses ha ofendido la sensibilidad del mundo. Sin embargo, no aceptamos el mal de la desesperación y el odio. Con Jesús queremos proclamar: ¡que haya paz!».
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