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27 de julio de 2024

El Papa Francisco abraza a un niño refugiado de Ucrania mientras preside el encuentro 'El Patio de los Niños' con niños provenientes de toda Italia en el patio de San Dámaso en el Vaticano

El Papa Francisco abraza a un niñoAFP

El Papa Francisco anuncia la Primera Jornada Mundial de los Niños en Roma

Esta iniciativa, programada para el 25 y 26 de mayo de 2024, está respaldada por el Dicasterio por la Cultura y la Educación del Vaticano

El Pontífice ha retomado la tradición de dirigir la oración del Ángelus desde la ventana de su estudio en la Plaza de San Pedro, después de dos domingos seguidos en los que lo hizo desde la Casa de Santa Marta debido a su recuperación de una inflamación pulmonar.

En la festividad de la Inmaculada Concepción, el viernes 8 de diciembre, el Papa se dirigió a 10.000 fieles desde la ventana del Palacio Apostólico, anunciando con voz algo débil y pausada la celebración de la primera Jornada Mundial de los Niños en Roma, programada para el 25 y 26 de mayo de 2024. Esta iniciativa está respaldada por el Dicasterio por la Cultura y la Educación del Vaticano.

El Santo Padre explicó que esta jornada surge de la necesidad de responder a la pregunta sobre el tipo de mundo que deseamos legar a los niños que están creciendo. Subrayó el deseo de poner a los niños en el centro, siguiendo el ejemplo de Jesús, y cuidar de ellos.

El Papa también informó sobre sus actividades del día, mencionando su visita a la Basílica de San María Mayor para rezar ante la imagen de la Salus Populi Romani, y su presencia posterior en la Plaza de España para liderar el acto de veneración de la Inmaculada Concepción, representada en lo alto de la columna erigida por orden de Pío IX hace 160 años.

Donación de la Rosa de Oro

Además, el Papa llevará a cabo un gesto histórico al donar la Rosa de Oro a la imagen de la Virgen Salus Populi Romani. Esta tradición, que no se llevaba a cabo desde hace 400 años, destaca la importancia espiritual de este icono mariano, considerado el santuario más antiguo de Occidente dedicado a la Madre de Dios.

La Rosa de Oro simboliza la bendición papal y se ha otorgado a lo largo de la historia a lugares y personalidades notables comprometidos con la fe y el bien común. Aunque esta Virgen ya recibió dos rosas anteriores en 1551 y 1613, ambas se perdieron durante la invasión napoleónica. Con este gesto, el Santo Padre refuerza el vínculo entre la Iglesia católica y Roma, demostrando su devoción por este icono venerado.

Oración por la paz en el mundo

El Obispo de Roma también hizo un llamado a los fieles, especialmente a los romanos, para unirse en oración por la paz en el mundo y por las víctimas de conflictos en Ucrania, Palestina, Israel y en todas las zonas afectadas por la guerra. Concluyó deseando a todos un buen camino de Adviento, periodo que precede a la Navidad, bajo la protección de la Virgen María, y saludó a un grupo de jóvenes italianos pertenecientes a la comunidad de la Inmaculada Concepción.

Antes del Ángelus, el Papa afirmó que María, en la solemnidad de la Inmaculada Concepción, nos enseña dos actitudes clave: el asombro ante las obras de Dios y la fidelidad en las cosas simples.

El asombro de María al ser llamada «llena de gracia» por el ángel muestra su humildad y gratitud por el amor divino. Esta actitud –señaló el Obispo de Roma– «nos invita a valorar los dones de Dios, compartir esa maravilla con otros y ser más positivos en nuestra visión de la vida». La segunda actitud, explicó el Papa, «resalta la sencillez de María», una joven común que conservó un corazón puro, clave para recibir los grandes dones de Dios al atesorar también los aspectos más simples y cotidianos de la vida.

El Pontífice insistió: «Preguntémonos: ¿creo que lo importante, tanto en las situaciones cotidianas como en el camino espiritual, es la fidelidad a Dios? Y, si lo creo, ¿encuentro tiempo para leer el Evangelio, para rezar, para participar en la Eucaristía y recibir el Perdón sacramental, para hacer algún gesto concreto de servicio gratuito? Son esas pequeñas opciones decisivas para acoger la presencia del Señor». «Que María Inmaculada nos ayude a asombrarnos ante los dones de Dios y a responder a ellos con fiel generosidad cada día», concluyó.

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