
Sor Juana de la Cruz fue nombrada abadesa con tan solo 28 años
Sor Juana de la Cruz, la joven que se vistió de hombre para huir de un matrimonio pactado y se consagró a Dios
Francisco la beatificó en noviembre, y el monasterio de Santa María de la Cruz en Cubas de la Sagra (Madrid) acogerá la misa de acción de gracias
El monasterio de Santa María de la Cruz, en Cubas de la Sagra (Madrid), acogerá el domingo 2 de marzo, a las 12.00 horas, la celebración de una misa de acción de gracias por la beatificación de Sor Juana de la Cruz, conocida y venerada en esta localidad y en toda la diócesis de Getafe como la ‘Santa Juana’. El Papa Francisco aprobó el pasado 25 de noviembre la ‘confirmación de culto inmemorial’, declarando así beata a la Sierva de Dios, que fue monja terciaria franciscana. El nuncio de Su Santidad en España, monseñor Bernardito Auza, presidirá la misa, y le acompañarán el arzobispo de Toledo, monseñor Francisco Cerro Chaves, junto al obispo de la diócesis de Getafe, monseñor Ginés García Beltrán.
¿Quién fue sor Juana?
Nacida en Azaña (actual Numancia de la Sagra. Toledo) en 1481, fue abadesa del monasterio de la comunidad en esta localidad y tomó los hábitos bajo el nombre de sor Juana de la Cruz, haciendo profesión de religiosa el 3 de mayo de 1497 y falleciendo con fama de santidad el mismo día de 1534.
Las virtudes de sor Juana empiezan a brillar desde su juventud, cuando a los 15 años, sola, a pie y vestida de hombre, manifestó su decisión de consagrarse a Dios huyendo del matrimonio concertado. Ingresó en el beaterío, que llegó a ser, gracias a su labor, un verdadero monasterio, del que fue nombrada madre abadesa con tan solo 28 años.

Monasterio de Santa María de la Cruz en Cubas de la Sagra, donde vivió la religiosa
Brillaba en ella la sabiduría, el don de consejo, el poder de hacer milagros, el don de profecía y el discernimiento de espíritus y su fama se extendió tanto que era habitual que miles de personas se acercaran hasta el monasterio con el fin de conocerla y recibir sus consejos.
Su popularidad alcanzó también a la alta nobleza. Acudían a escuchar sus predicaciones el emperador Carlos V, el Gran Capitán –Gonzalo Fernández de Córdoba– y el cardenal Cisneros, que en 1510 la llegó a nombrar párroco de Cubas.
La Madre Juana de la Cruz vivió profundamente las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad), las virtudes cardinales (prudencia, justicia, fortaleza y templanza) y los consejos evangélicos (castidad, pobreza y obediencia), destacando especialmente en ella la prudencia, la mansedumbre o espíritu de dulzura, la compasión y la alegría en el servicio a sus hermanas y a la Iglesia de Dios.
Sus estigmas
Dos ejemplos de ello fueron cómo en 1507 experimentó el «desposorio místico», es decir, sentía que la Virgen María era la Madrina que entrega a su Hijo el anillo para su esposa y un año más tarde empezó a mostrar estigmas.
Su fama de santidad queda acreditada, entre otras cosas, por el hecho de que el monasterio donde está enterrada, en Cubas de la Sagra, es desde hace tiempo conocido como el de Santa María de la Cruz o Convento de Santa Juana.
Cada año, el primer sábado de Pascua, se realiza una peregrinación desde la ermita de Numancia de la Sagra hasta el monasterio de Santa María de la Cruz, de Cubas, que recorre el camino que hizo la joven Juana huyendo de un matrimonio concertado y hasta su destino como religiosa en este convento, abrazando su vocación como sor Juana de la Cruz.