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A la izquierda y de hábito, se ve al cardenal, de espaldas, cuando todos los no electores ya se habían ido de la SixtinaYoutube

Este es el único cardenal no elector al que se vio quedarse dentro del cónclave tras el «extra omnes»

Cuando todos los asistentes y auxiliares, salvo el ceremoniero vaticano, abandonaron la Capilla Sixtina, la televisión vaticana mostró en un breve plano la figura de un cardenal no elector que no abandonaba el recinto

La producción de la Televisión Vaticana ha cuidado hasta el extremo cada una de las retransmisiones relativas a las exequias del Papa Francisco y al inicio del proceso de elección de su sucesor: el cónclave que debe elegir al nuevo Pontífice de la «Sancta Romana Ecclesiae».

Especialmente solemne ha sido la procesión de entrada de los cardenales a la Capilla Sixtina, mientras entonaban las letanías de los santos implorando su intercesión. Y más aún el rotundo «Extra omnes» («Todos fuera») que ha pronunciado monseñor Diego Ravelli, ceremoniero vaticano, y que indicaba que todos los presentes que no fuesen cardenales electores debían abandonar el recinto para el comienzo de las votaciones.

Solo un hombre dentro

Sin embargo, tras mostrar cómo salían todos los auxiliares, ayudantes y miembros del coro (salvo el propio Ravelli), justo antes de que se cerrasen las puertas de la Capella Magna, el plano de televisión ha permitido ver la figura de un fraile con el solideo púrpura, separado del resto de cardenales, y que permanecía discretamente en el interior.

Numerosos usuarios de las redes sociales se han preguntado quién era ese misterioso cardenal, no elector, que permanecía dentro de uno de los espacios más aislados del mundo en este momento.

La respuesta aparece en la constitución vaticana que rige las reglas del cónclave, Universi Dominici Gregis. El texto prevé que «después que haya prestado juramento el último de los cardenales electores, el maestro de las celebraciones litúrgicas pontificias pronunciará el extra omnes y todos los ajenos al Cónclave deberán salir de la Capilla Sixtina».

Un eclesiástico de 90 años

Y a renglón seguido matiza que «en ella quedarán únicamente el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias y el eclesiástico, ya designado para tener la segunda de las meditaciones a los cardenales electores».

Ese eclesiástico es a quien pudo verse tras el extra omnes: el cardenal franciscano Rainiero Cantalamessa, de 90 años.

Se trata del ex predicador de la Casa Pontificia designado por Juan Pablo II, que ya había dirigido las meditaciones de los cónclaves de 2005 y 2013, y a quien el Papa Francisco reconoció sus servicios otorgándole la púrpura cardenalicia.

«Solum Deum prae oculis habentes»

Con todo, Cantalamessa ha tenido que ajustar su predicación a las dos claves que estipulan la Universi Dominici Gregis.

En primer lugar, recordar a los cardenales electores «el gravísimo deber que les incumbe y, por tanto, la necesidad de proceder con recta intención por el bien de la Iglesia universal». Y añade un importante matiz: la elección deben llevarla a cabo «solum Deum prae oculis habentes (con solo Dios en mente)».

Y, en segundo lugar, Cantalamessa ha tenido que realizar una «ponderada meditación» sobre «los problemas de la Iglesia en aquel momento y la elección iluminada del nuevo Pontífice».

Para garantizar que así sea, la constitución pide que se escoja a un predicador «de clara doctrina, sabiduría y autoridad moral». Y hoy, en toda la Iglesia Universal, pocos pueden reunir tan bien ese perfil como el padre Cantalamessa.