Para comenzar este Año Jubilar, el Papa Francisco publicó el documento titulado Spens non confundit, que significa «la esperanza no defrauda». En ese documento, escribió: «En el corazón de toda persona anida la esperanza como deseo y expectativa del bien», tal y como recordaba el Pontífice durante el coloquio con los jóvenes en Tor Vergata. «Muy queridos jóvenes, nuestra esperanza es Jesús. Es Él, como decía san Juan Pablo II, ‘el que suscita en vosotros el deseo de hace de vuestra vida algo grande, […] para mejoraros a vosotros mismos y a la sociedad, haciéndola más humana y fraterna’. Mantengámonos unidos a Él, permanezcamos en su amistad, siempre, cultivándola con la oración, la adoración, la comunión eucarística, la confesión frecuente, la caridad generosa, como nos han enseñado los beatos Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis, que próximamente serán proclamados santos. Aspiren a cosas grandes, a la santidad, allí donde estén. No se conformen con menos. Entonces verán crecer cada día la luz del Evangelio, en ustedes mismo y a su alrededor». En este sentido, tras el rezo del Ángelus al día siguiente, León XIV volvió a subrayar esta idea y dijo: «Sí, ¡con Cristo es posible! Con su amor, con su perdón, con la fuerza de su Espíritu. Mis queridos amigos, unidos a Jesús como los sarmientos a la vid, ustedes darán mucho fruto; serán sal de la tierra, luz del mundo; serán semillas de esperanza allí donde viven: en la familia, con sus amigos, la escuela, en el trabajo, en el deporte. Semillas de esperanza con Cristo nuestra esperanza».