José Carlos González-Hurtado, durante su visita a El Debate
Entrevista | Empresario y escritor José Carlos González Hurtado: «Algunos tratan de negar la existencia de Jesús, pero eso es una causa perdida»
Empresario y escritor, el presidente de EWTN España es, quizás, uno de los apologetas más activos del momento. Lo vuelve a demostrar en su último libro: 'Las evidencias de que Jesús es Dios'
En 2011, el periódico británico Financial Times le incluyó en el Top 100 Global Board Candidate, algo así como los premios Oscar para empresarios y financieros. José Carlos González-Hurtado (Madrid, 1964) ha ocupado puestos directivos en grandes empresas multinacionales: CEO y presidente internacional de IRi Worldwide, miembro del Consejo Ejecutivo del Grupo Carrefour y vicepresidente global de Procter & Gamble.
Pero, más allá de balances, cuentas y decisiones estratégicas, el terreno donde más disfruta es en el de la apologética. Su libro Nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios, publicado en 2023, se convirtió rápidamente en un éxito de ventas. Se dio, además, una circunstancia curiosa: numerosos canales de YouTube –como Aladetres, ConPdePodcast, Worldcast o el de Rene ZZ– le llevaron a sus programas, que alcanzaron más de un millón de visualizaciones.
González-Hurtado es, además, el presidente de EWTN España, el canal católico de televisión más importante del mundo, y acaba de publicar un nuevo libro. Si en su anterior obra quiso demostrar cómo la ciencia avala la existencia de Dios, en su nuevo título da un paso más: Las evidencias de que Jesús es Dios (Roca editorial).
– Cita usted a Edwin Yamauchi, quien afirmaba que algunas personas tratan de negar la existencia de Jesús, pero es verdaderamente una causa perdida. ¿La existencia histórica de Jesús está, por tanto, fuera de toda duda?
– Sí, completamente. Siempre encontrarás a alguien que diga que ha visto a Elvis Presley, que sigue vivo y demás. Yo me acuerdo de cuando vivía en la Unión Soviética y algunos decían que los americanos no llegaron a la luna. Entonces, hombre, siempre habrá alguien que diga que Jesús no ha existido. Pero las evidencias de que Jesús existió son mayores que las de que haya existido Alejandro Magno o Julio César. En el libro menciono probablemente la lista más exhaustiva de fuentes primarias antiguas, no cristianas y, generalmente además, hostiles al cristianismo, que mencionan a Jesucristo como persona que existió, que además se proclamó el mismo Dios, y que aquellos que le seguían dijeron que había resucitado.
José Carlos González Hurtado, en El Debate
– También cita aquella afirmación de Otto Betz de que «ningún erudito serio se ha atrevido a postular la no historicidad de Jesús»...
– Claro, es que hay eruditos que no son serios... ¿Sabes qué pasa? Que, muchas veces, lo que creo que está detrás es lo que yo llamo el ateísmo de las fisuras o el ateísmo de las excusas. «Voy a buscar cualquier excusa para seguir manteniendo mi ateísmo...», «voy a buscar cualquier fisura por la que seguir manteniendo vivo mi escepticismo». Entonces es casi como una lucha en las trincheras.
La primera trinchera es Jesucristo: No existe. Cuando demuestras que existen pruebas y evidencias de aquello que él dijo y que esa cadena de custodia es también la más robusta de toda la antigüedad, entonces el siguiente paso es: Bueno, pues entonces era un mentiroso. Cuando muestras que no era un mentiroso, entonces: Estaba loco. En ocasiones –no siempre–, la persona incrédula o los escépticos, lo que realmente buscan es mantener alguna excusa por la que seguir siendo escépticos.
– O, como lo resumió Ortega y Gasset, «es imposible convencer al que no se quiere dejar convencer»...
– Sí, al final es la voluntad. También, muchas veces me preguntan qué es lo que tengo que hacer para tener fe. Lo primero es querer. Decía Santo Tomás que la fe es una moción del entendimiento bajo el imperio de la voluntad y asistida por la gracia. Y decía también que, generalmente, las personas que no tienen fe no es por falta de entendimiento. Y yo sostengo que, desde luego, no es por falta de gracia, no porque Dios no les dé la suficiente gracia, sino porque generalmente no quieren. Yo no quiero creer, y por tanto, Dios, que nos ha hecho libres en el uso de nuestra libertad, nos permite rechazar la gracia.
Las profecías
– Y, después de esta primera premisa, que es querer, ¿cuál diría que es la prueba más clara de todas las que expone en su libro?
– Las hay históricas, arqueológicas y científicas, pero a mí una que me parece que deja muy poco resquicio a poder escaparse son las profecías.
– ¿Las profecías?
– Hay entre 200 y 500 profecías en el Antiguo Testamento que se refieren al Mesías. ¿Cuáles son las posibilidades de que una persona haya cumplido esas profecías? En el libro recojo el cálculo de cuáles son las posibilidades de que una sola persona en todo el mundo haya cumplido solo ocho de esas profecías, y es uno, elevado a diez, elevado a -17. Es decir, no ha existido suficiente cantidad de seres humanos para que una sola persona haya cumplido ocho de esas profecías.
Y ahora, para explicarlo, ¿qué son esas predicciones? Son profecías escritas por autores 700 años, 800 años, 600 años antes de Jesucristo, que dicen dónde nacerá –Miqueas dice que el Mesías nacerá en Belén–; que explican cómo será su madre –Isaías afirma que su madre era una virgen–; dicen incluso que entrará en Jerusalén montado en un pollino. Isaías, en el capítulo 7, cuenta que el Mesías morirá crucificado. Eso es increíble, porque la crucifixión no existía entonces en el pueblo judío. Daniel, en el capítulo 9, dice cuándo nacerá. De hecho, hay varios que se presentan como Mesías en el tiempo de Jesús. Porque todo el pueblo judío estaba esperando la aparición del Mesías.
Entonces, el hecho de que personas digan cientos de años antes aquello que se cumple en Jesucristo, confirma su divinidad. Yo entiendo que entrar en Jerusalén montado en un burro sí podría haberlo provocado, pero nacer en Belén, no. ¿Cómo murió? No podía elegirlo. Es decir, son decisiones que coinciden con aquello que es Jesucristo.
Malaquías dice que el Mesías nacerá antes de la destrucción del templo de Jerusalén, esto es, antes del año 70. Solo hay una persona en toda la historia de la humanidad en que coincidan todas esas características. Y ese es Jesús de Nazaret.
¿Evangelios inventados?
– Los más recalcitrantes alegarán que sus discípulos escribieron los evangelios de tal forma que encajaran en esas profecías...
–Eso es verdad. Y esa es otra de las trincheras. Lo que sabemos de la historia del mundo romano lo sabemos en gran medida por los Anales de Tácito. Tácito murió en el año 115. El primero de los dos manuscritos que conservamos de su obra es del siglo IX, es decir, 700 y pico años después de la muerte de Tácito.
De los Evangelios hay 25.000 copias antiguas, 8.000 de ellas en griego del siglo I en adelante. De hecho, el milagro es la cantidad de fuentes que tenemos sobre el Nuevo Testamento. No hay un libro ni parecido que tenga tantas fuentes. Por ponerte otro ejemplo: del Corán, que se escribió mucho después del 630, quedan 40 fragmentos, y el más antiguo de ellos, 250 años posterior. Y, sin embargo, nadie duda de la historicidad de Mahoma.
El 99,2 % de todos los textos de los cuatro evangelios son exactamente iguales en todas las copias que tenemos. Y el otro 0,8 % no afecta en absoluto a ningún dogma, a ninguna creencia importante del cristianismo. Son simples variantes verbales. Con lo cual, también sabemos que aquello que se dijo de Jesús es lo que se decía en el siglo I.
Pero, además, la persona que lo escribió lo sometió, digamos, a los ojos de aquellas personas que habían visto que aquello pasó. Es decir, yo ahora no puedo decirle a la audiencia que estoy siendo entrevistado de noche, porque está viendo que es de día. Si esto lo digo dentro de cinco años y no hay testigos, pues a lo mejor puedo mentir, pero lo que sabemos es que los evangelios se escribieron contemporáneamente a Jesús de Nazaret y las personas que los leyeron son aquellos que supieron que aquello había pasado realmente. Cuando dicen que Jesucristo fue crucificado y sufrió en el Calvario, la gente que lo leía lo había visto. Cuando dicen: Jesucristo nació en Belén y era el hijo de..., la gente lo había visto.
La veracidad de los mártires
– Está, además, el testimonio de los primeros mártires, que murieron por no renunciar a lo que habían visto y oído...
– Efectivamente, esa es la demostración de que los que escribieron los Evangelios eran honestos en lo que creían. Podríamos decir que no era cierto, pero desde luego no estaban engañando a nadie. Lo que estoy intentando es contestar la posible objeción de decir: Es que se intentó moldear los Evangelios para que coincidieran con las profecías. Mire, no, no se pudieron moldear, porque el que lo escribió lo publicó contemporáneamente a aquellos que lo habían vivido, con lo cual hubieran podido decir: No, mire, yo sé que no es verdad, porque Jesucristo no murió, porque no fue crucificado, porque yo le vi.
– Pero, claro, ante esta evidencia, ¿por qué no se convirtieron los judíos?
– Durante una época, en las sinagogas no se leía el capítulo 9 del libro de Daniel que he mencionado antes, precisamente para que nadie lo relacionara con Jesús. Como he dicho antes, uno puede crearse toda cantidad de excusas con tal de no creer. Es algo muy personal. Decía Pascal que siempre habrá suficiente luz para que el que quiera ver, vea, y suficiente oscuridad para que el que no quiera ver, no vea. Si tú no quieres convertirte, no te convertirás.
La portada del último libro de José Carlos González-Hurtado
– Hace unos días publicábamos la noticia de una conferencia de monseñor Munilla sobre Los cinco grandes errores de Pablo d'Ors. Uno de ellos era poner al mismo nivel a Cristo y a Buda, como dos figuras sobresalientes, casi al mismo nivel. Pero, en la portada de su libro, ya dice con toda claridad: Jesús es Dios. No deja lugar a dudas...
– Es que eso no es posible. Eso es también un subterfugio donde te puedes quedar calentito sin realmente contestar a una pregunta que tienes que contestar. No es posible porque Él no quiso. Jesucristo no nos quiso dar la opción de Yo soy una buena persona. Buda no se llamó a sí mismo Dios. Mahoma no se llamó a sí mismo Dios. Moisés no se llamó a sí mismo Dios. Zoroastro, Joseph Smith, cualquier fundador de cualquier religión, ninguno de ellos se ha atribuido ser Dios. Con una excepción: Jesucristo. Con lo cual, no puede ser una buena persona porque, o bien era un mentiroso, o bien era Dios, o bien era un loco, o bien era un golfo, pero desde luego no podía ser una buena persona.
Al final, tienes que responder: ¿Era Dios o no era Dios? El cristianismo es distinto de todas las otras religiones. Por ejemplo, Buda te propone una iluminación y un ser mejor tú mismo, lo que está muy bien, pero eso no es lo que hace Jesucristo. Jesucristo es el único que viene aquí a salvarnos de nuestros pecados. La promesa de Jesucristo es muy distinta de la de Buda, de Lao-Tsé o la de Confucio. Y no te puedo dejar indiferente. Esa es la pregunta que, a lo largo de nuestra vida, tenemos que contestarnos. Y la puedes contestar positiva o negativamente, pero el mayor error es no planteársela...