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Poesía de Navidad 2025
Fernando Carratalá

Luis Rosales y su 'Retablo de Navidad': un lenguaje barroco rico en elementos surrealistas y simbolistas

Para Gerardo Diego, la obra de Rosales puede colocarse sin desdoro ninguno junto a los más logrados en leño, alabastro, lienzo o estrofa de nuestros maestros del siglo XVI

Vicente Carducho: “Adoración de los ángeles”. 1631.
 Óleo sobre lienzo. 210 X 151,5 cm. Abadía
del Sacromonte, en Granada

Vicente Carducho: «Adoración de los ángeles». 1631. Óleo sobre lienzo.

La revista Escorial estuvo dirigida en sus primeros números por Dionisio Ridruejo y Pedro Laín Entralgo. Luis Rosales colaboró en el primer número (noviembre de 1940) con el artículo «Poesía y verdad», en el que se refiere a la obra de Ridruejo Primer Libro de Amor, publicada en 1939. Y en el mes de diciembre, en el segundo número, aparece el Retablo de Navidad, obra integrada por 15 poemas, más una pieza introductoria compuesta por la décima, titulada «Callar» («Dicen que el niño ha nacido, / y el corazón en la brisa / tiene una fiesta imprecisa / de campanario sin nido…»).

El texto de Rosales tuvo una segunda edición en el año 1964, corregida y aumentada (publicada por la Editorial Universitaria Europea, con el título de Retablo sacro del nacimiento de nuestro Señor), y pasó a tener 31 poemas. Y en 1981, en la edición de Seix Barral (Poesía reunida 1935-1974. Barcelona, 1981. Colección Mayor), el texto se incrementó con ocho poemas más; por ejemplo, el titulado «Romance que termina cuando se hace la luz», y que arranca con estos versos: «Augusto ha dado un edicto; / para cumplir lo mandado; / hacia Belén de Judea / va la Virgen caminando…».

Siguen valiendo hoy las palabras de Gerardo Diego en cuanto apareció el texto de Rosales, en 1940, valorando el pensamiento hondo y recogido de teologal amor, la enternecida y enternecedora sensibilidad, la suavidad y el prodigio de variación y destreza técnica. Para Diego, el Retablo de de Navidad de Luis Rosales puede colocarse sin desdoro ninguno junto a los más logrados en leño, alabastro, lienzo o estrofa de nuestros maestros del siglo XVI (cf. Gerardo Diego: «Los poetas españoles ante la Navidad» (en Ecclesia, núm. 1, 1 de enero de 1941).

Y de la edición definitiva del Retablo sacro del nacimiento de nuestro Señor seleccionamos dos poemas: «Nana…» y «Nana del desperar junto a los Reyes».

'Nana...'

Duérmete, niño mío,
flor de mi sangre,
lucero custodiado,
luz caminante.

Si las sombras se alargan 5
sobre los árboles,
detrás de cada tronco
combate un ángel.

Si las estrellas bajan
para mirarte, 10
detrás de cada estrella
camina un ángel.

Si la nieve descansa
sobre tu carne,
detrás de cada copo 15
solloza un ángel.

Si viene el mar humilde
para besarte,
detrás de cada ola
relumbra un ángel. 20

¿Tendrá el sueño en tus ojos
sitio bastante?
Duerme, recién nacido,
pan de mi carne,

lucero custodiado, 25
luz caminante,
duerme, que calle el viento...,
dile que calle.

Componen esta sencilla nana 28 versos distribuidos en siete seguidillas simples, coplas en las que los versos primero y tercero son heptasílabos, y el segundo y el cuarto, pentasílabos. Todas las seguidillas tienen la misma rima asonante en los versos pares (/á-e/), encargada de difundir una grata musicalidad.

Al Niño se alude con delicadísimas metáforas:

Flor de mi sangre (verso 2, estrofa 1); pan de mi carne (verso 24, estrofa 6); lucero custodiado (verso 3 de la estrofa 1, repetido en la estrofa 7 -verso 1-); luz caminante (verso 4 de la estrofa 1, repetido en la estrofa 7 -verso 2-).

Merced a las formas paralelísticas -el paralelismo es la reiteración de secuencias cuyos elementos presentan idéntica estructura sintáctica, con contenidos psíquicos equivalentes-, Rosales logra en este poema un ritmo insistente, reiterado y tenaz. Las estrofas 2, 3, 4 y 5 están conformadas, cada una de ellas, por una oración intransitiva (apódosis), precedida de la proposición condicional (prótasis). En efecto, la prótasis de las estrofas 2/4, por un lado, y 3/5, por otro, se organizan conforme a un mismo esquema sintáctico:

Estrofas 2/4:

Conjunción condicional (A) + [determinante + nombre] (B) + verbo (C) + / [preposición + determinante + nombre] (D): 1. Si (A1) + las sombras (B1) + se alargan (C1) / + sobre los árboles (D1)... 2. Si (A2) + la nieve (B2) + descansa (C2) + / bajo tu carne (D2)...

Estrofas 3/5:

Conjunción condicional (A) + [determinante + nombre] (B) + verbo (C) + / [preposición + infinitivo con pronombre átono de segunda persona en posición enclítica] (D): 1. Si (A1) + las estrellas (B1) + bajan (C1) / + para mirarte (D1)... 2. Si (A2) + viene (C2) + el mar [humilde] (B2) / + para besarte (D2)...

[Obsérvese la pequeña variación del esquema en la estrofa 5: el verbo de la proposición condicional se anticipa al sujeto, cuyo núcleo lleva adjunto un adjetivo pospuesto].

Y en cuanto a las correspondientes apódosis, las cuatro estrofas repiten el mismo esquema:

Locución adverbial (A) + [determinante indefinido + nombre] (B) / + verbo (C) + [preposición + determinante + nombre] (D): 1. detrás de (A1) + cada tronco (B1) + combate (C1) + un ángel (D1). 2. detrás de (A2) + cada estrella (B2) + camina (C2) + un ángel (D2). 3. detrás de (A3) + cada copo (B3) + solloza (C3) + un ángel (D3). 4. detrás de (A4) + cada ola (B4) + relumbra (C4) + un ángel (D4).

Los ángeles se difunden, así, por toda la composición (un ángel combate/camina/solloza/relumbra), para conjurar sombras, fríos y peligros, mientras el Niño duerme y el viento se dispone a cesar a su mandato.

'Nana del despertar junto a los Reyes'

Cuando miro tus ojos
se nublan de repente;
ciérralos, hijo mío,
todo ha pasado.
Duerme.


La noche solo era 5
un espejo rompiéndose
y el mar no tenía fuerza
para juntarse.
Duerme.


La sombra había borrado
los cuerpos y en su inerme 10
desolación los hombres
mentían para entenderse;
una hormiga era un odio,
un ojo un continente
de terror.


No podía 15
la tierra con la nieve,
pero ahora el mundo empieza
a desmortalecerse,
cuando despiertes
todo habrá cambiado.
Duerme. 20


Las palabras tendrán memoria
y en el vientre
de la mujer, los hijos
brotarán de repente;
el sol irá escribiendo 25
tu nombre en las paredes
y el mar cabrá en la mano
de tu niño alegre.
Duerme.


El tiempo se hará historia
cuando lleguen los Reyes. 30

El despertar del Niño acaba con la desolación del mundo. Elige para esta nana Rosales el esquema del romance con asonancia en los versos pares (/é-e/), si se consideran un solo verso aquellos que están cortados en dos partes por una breve pausa, que gráficamente se indica ubicando cada parte en dos líneas distintas, como si de versos diferentes se tratara, recurso, por lo demás, habitual en la poesía contemporánea:

Verso 4: todo ha pasado. / Duerme.

Verso 8: para juntarse. / Duerme.

Verso 15: de terror. / No podía (verso sin rima).

Verso 20: todo habrá cambiado. / Duerme.

Verso 28: de tu niño alegre. / Duerme.

Composición, por tanto, de 30 versos, con una ligera heterometría, ya que todos los versos son heptasílabos -si se tienen en cuenta ciertos recursos métricos que afectan al cómputo silábico, como son el hiato o la sinéresis-, a excepción de los siguientes: «cuando despiertes / todo habrá cambiado. Duerme. / Las palabras tendrán memoria / y en el vientre [...]» (versos 19-22).

El poema está vertebrado en dos partes contrapuestas: al antes «trágico» y el después «feliz», tras el despertar del Niño. El cambio de perspectiva se produce a partir del verso 17: «pero ahora el mundo empieza / a desmortalecerse, / cuando despiertes / todo habrá cambiado. Duerme.» (versos 17-20). El ser humano vive sumido en una sombría noche («La noche solo era un espejo rompiéndose [...] La sombra había borrado / los cuerpos [...]»; versos 5-6 y 9-10); inmerso en una naturaleza hosca -mar sin fuerza (versos 7-8), tierra nevada (versos 15-16)-; donde triunfan la mentira y el odio en las relaciones interpersonales y reina el terror (versos 12-15).

Pero el despertar del Niño cambiará todo este panorama desolador e inundará el mundo de alegría (versos 21-28). No es casual, pues, que los dos únicos adjetivos que aparecen en el poema sean «inerme» y «alegre»; aquel, antepuesto, calificando a al nombre «desolación» y originando un encabalgamiento sirremático formado por adjetivo + sustantivo: «inerme / desolación» (versos 10-11); y este, pospuesto, calificando al nombre «niño»: «niño alegre» (verso 28); un Niño que fecundará el mundo (en expresión metafórica: «y en el vientre / de la mujer, los hijos / brotarán de repente» (versos 22-24); que regirá la naturaleza (de nuevo la expresión metafórica: «el sol irá escribiendo / tu nombre en las paredes / y el mar cabrá en la mano / de tu niño alegre» (versos 25-28); ante el que se postrarán reyes, y que cambiará, con su despertar a la vida, el rumbo de la historia («El tiempo se hará historia / cuando lleguen los Reyes» (versos 29-30).

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