Madre Elisa Martínez, fundadora de las Hermanas Hijas de Santa María de Leuca
Un milagro de sor Elisa salvó a un feto con trombosis: el Papa firma su beatificación
Sor Elisa fue confidente y amiga de Pío XII, que varias veces la recibió en audiencia privada, y de san Pío de Pietrelcina, con quien compartió momentos de confrontación en san Giovanni Rotondo
Una monja que hizo un milagro con un feto que, según los médicos, había muerto en el vientre materno, ha sido proclamada beata. Su nombre es Elisa Martínez. El apellido sugiere orígenes españoles, en cambio, la madre de Elisa es italiana; nació en 1905 en el seno de una familia de clase media de la provincia de Lecce, en la región de Apulia.
Como era costumbre en muchas familias de la época, desde muy pequeña fue educada para asistir a la Santa Misa y a la oración comunitaria en casa. Quizá esto la impulsó desde la edad escolar a asistir al catecismo y a sentir el deseo de comulgar todos los días, aunque viviera en el campo y tuviera que ir andando o en calesa hasta la parroquia más cercana.
Cuando manifestó su intención de hacerse monja, Elisa acababa de cumplir la mayoría de edad, pero sus padres se opusieron inicialmente a la decisión. Una elección a contracorriente de muchas otras familias, que, en cambio, veían en las vestimentas religiosas un punto de llegada seguro para sus hijos.
Gran carisma
Elisa no se dejó intimidar y continuó su camino espiritual. Así, en abril de 1928 parte hacia Angers, en Francia, para formarse entre las «Hermanas de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor». El 29 de septiembre del año siguiente hizo su primera profesión religiosa, tomando el nombre de sor Lucía.
La monja era muy carismática y se distinguía por estar muy cerca de la gente más humilde. En 1938, decidió fundar la congregación Hermanas Hijas de Santa María de Leuca, en honor del mayor santuario mariano de su diócesis natal, en la provincia de Lecce. La congregación ha generado 600 hermanas presentes en 8 estados del mundo: de España a Filipinas, de Portugal a la India.
Elisa fue confidente y amiga de Pío XII, que varias veces la recibió en audiencia privada, y de san Pío de Pietrelcina, con quien compartió momentos de confrontación en san Giovanni Rotondo.
Madre Elisa Martínez murió en 1991. La nulla osta para el inicio de su causa de beatificación y canonización se publicó el 29 de julio de 2016.
Dramático embarazo
El postulador de la causa, monseñor Sabino Lattanzio, ha estudiado y examinado numerosos testimonios para reconstruir el milagro para la beatificación, que consiste en la curación de un feto, aquejado de una enfermedad mortal. Este fue el terrible diagnóstico: «trombosis y oclusión calcificada completa de la arteria umbilical izquierda del feto» con «infarto placentario extenso y alteraciones plurifocales de las vellosidades como por hipoxemia», así como «retraso gravísimo del crecimiento fetal intrauterino asociado a afecciones cerebrales». Un diagnóstico desesperanzador para la niña, que nunca habría nacido.
Todo lo hacía con alegría, sin esperar recompensas ni apreciaciones humanas
La madre Ilaria Nicolardi, superiora general de las Hermanas Hijas de Santa María de Leuca, fundadas por Elisa Martínez, se enteró del dramático embarazo y pidió a las comunidades de hermanas dispersas por el mundo que rezaran y pidieran una intervención milagrosa de su fundadora. Para los médicos, esas oraciones habrían servido de poco; en cambio, el cuadro clínico del feto, para entonces destinado a morir, cambió repentinamente, sin explicación médica ni científica.
El embarazo terminó regularmente con el nacimiento de una niña sana y hermosa el 19 de marzo de 2018.
El 23 de febrero de 2023, el Papa Francisco autorizó la promulgación del decreto relativo al milagro atribuido a la intercesión de Madre Elisa.
El rito de beatificación, presidido por el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del dicasterio para las Causas de los Santos en representación del Pontífice, se celebró el domingo 25 de junio en la explanada del santuario de Santa María de Leuca, sede principal de la congregación religiosa que ella fundó.
«Algunos testimonios en el proceso de su beatificación –dijo el cardenal Semeraro– dicen que la humildad era su característica. Nosotros diríamos que esta virtud fue como el cemento con el que madre Elisa construyó su edificio espiritual, de modo que todo lo hacía con alegría, sin esperar recompensas ni apreciaciones humanas; aceptando, de hecho, esas humillaciones que comporta el propio servicio al prójimo».
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