Matanza de cristianos en Nigeria
Más de 200 sacerdotes secuestrados, 12 asesinados y decenas de diócesis paralizadas por la violencia en Nigeria
Entre 2015 y 2025, en el 70% de las diócesis del país se han producido secuestros de presbíteros, según datos recabados por Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN)
Más de 200 sacerdotes secuestrados en diez años, decenas asesinados y diócesis enteras paralizadas por el terror yihadista y criminal. Nigeria se ha convertido en uno de los lugares más peligrosos del mundo para el clero católico, según datos recabados por Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN).
Entre 2015 y 2025, al menos 212 sacerdotes católicos han sido secuestrados en el país africano, una cifra que refleja la magnitud de una violencia persistente y generalizada que golpea de lleno a la Iglesia. El dato procede de un estudio en elaboración por la Conferencia Episcopal Católica de Nigeria, compartido con la fundación pontificia ACN.
El informe revela que los secuestros se han producido en 41 de las 59 diócesis y archidiócesis del país, es decir, en el 70 % de las circunscripciones eclesiásticas, lo que confirma que el fenómeno no es local ni puntual, sino estructural. Estos datos coinciden con los del Informe Libertad Religiosa en el Mundo 2025, que sitúa a Nigeria entre los países más peligrosos para sacerdotes y líderes cristianos.
Sacerdotes asesinados y otros que siguen cautivos
De los 212 sacerdotes secuestrados, 183 lograron ser liberados o escapar, mientras que 12 fueron asesinados durante su cautiverio. Otros tres fallecieron posteriormente a causa de las secuelas físicas y psicológicas sufridas durante el secuestro.
Además, al menos cuatro sacerdotes continúan actualmente en manos de sus captores: el padre John Bako Shekwolo, el padre Pascal Bobbo, el padre Emmanuel Ezema y el padre Joseph Igweagu. El documento también constata que seis sacerdotes han sido secuestrados en más de una ocasión, un dato que subraya la extrema vulnerabilidad del clero.
Los autores del estudio advierten, no obstante, de que las cifras reales son probablemente más elevadas. Dieciocho diócesis aún no han aportado datos, y ACN ha documentado de forma independiente secuestros en al menos otras cinco diócesis no incluidas todavía en el informe. Tampoco se contabilizan los casos que afectan a miembros de órdenes y congregaciones religiosas.
Diócesis asfixiadas por la violencia
La diócesis más castigada es Okigwe, con 47 secuestros, seguida de Port Harcourt (14) y Nsukka (13). Otras diócesis como Kaduna, Kafanchan y Nnewi registran nueve secuestros cada una, lo que muestra la amplitud geográfica del problema.
En cuanto a los asesinatos, la Archidiócesis de Kaduna encabeza la lista con cuatro sacerdotes asesinados en la última década. Le siguen Kafanchan y Minna, con dos cada una, y Abeokuta, Nnewi, Owerri y Sokoto, con un sacerdote asesinado en cada caso.
Las consecuencias para las comunidades cristianas son devastadoras. Parroquias abandonadas, aldeas enteras desplazadas y la vida pastoral gravemente alterada forman parte del paisaje cotidiano en muchas regiones. Solo en la diócesis de Minna, más de 90 iglesias han tenido que cerrar por la inseguridad crónica y la actividad terrorista.
Muchos secuestros se produjeron en las propias casas parroquiales, mientras los sacerdotes viajaban por motivos pastorales o cuando se dirigían a celebrar la Santa Misa.
Terrorismo, milicias y persecución selectiva
La violencia que azota Nigeria no afecta únicamente a los cristianos: musulmanes también son víctimas del terrorismo y del crimen organizado. Sin embargo, en amplias zonas del país, los cristianos sufren una persecución específica por razón de su fe, especialmente en regiones controladas por grupos yihadistas y milicias étnico-religiosas.
Según el Informe Libertad Religiosa en el Mundo 2025 de ACN, en el norte del país la principal amenaza procede de grupos terroristas como Boko Haram y el Estado Islámico de África Occidental (ISWAP), cuyo objetivo declarado es imponer una ideología islamista radical.
Víctimas familiares llorando desconsoladas por el secuestro masivo de niños en un colegio católico de Nigeria
En el centro de Nigeria, especialmente en el llamado Cinturón Medio, la violencia está protagonizada en gran medida por milicias fulani, responsables de masacres, desplazamientos forzados, destrucción de aldeas mayoritariamente cristianas y ocupación de tierras agrícolas. Aunque a menudo se presentan como conflictos étnicos o económicos, el impacto recae de forma abrumadora sobre comunidades cristianas, con una clara dimensión religiosa.
A ello se suma una discriminación estructural persistente, que deja a muchas comunidades cristianas del norte sin una protección efectiva por parte del Estado.
El secuestro como negocio
Junto a la motivación ideológica, el informe subraya que una parte significativa de los secuestros responde a intereses económicos. En Nigeria, el secuestro se ha consolidado como una industria criminal altamente rentable, utilizada tanto para financiar el terrorismo como para sostener redes de delincuencia organizada.
El clero se convierte así en un objetivo frecuente: fácilmente identificable, escasamente protegido y respaldado por comunidades dispuestas a hacer enormes sacrificios para lograr la liberación de sus sacerdotes. En diócesis como Okigwe confluyen varios factores letales: rutas estratégicas de transporte, débil presencia de las fuerzas de seguridad, proliferación de bandas armadas y una intensa actividad pastoral en zonas rurales.