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07 de mayo de 2024

El Papa, en el Palais du Phare para la sesión final de los Encuentros del Mediterráneo

El Papa, en el Palais du Phare para la sesión final de los Encuentros del MediterráneoAFP

44º Viaje Apostólico - Marsella

El Papa denuncia el cierre de puertos: «Quien arriesga su vida en el mar no invade, busca acogida»

El segundo día del Papa Francisco en Marsella ha comenzado con un encuentro privado con personas en situación en dificultad económica, en la Casa de las Misioneras de la Caridad. Tras esto, el Pontífice se ha desplazado hasta el Palais du Pharo para la sesión final de los Encuentros del Mediterráneo. Los obispos, cardenales y todos los asistentes de todas las esquinas del Mediterráneo le han recibido con un aplauso, y los jóvenes han comenzado con el cántico que ya traían ensayado del verano: «Esta es la juventud del Papa». El presidente Emmanuel Macron ha estado entre el público, acompañado por su mujer.
El primero en intervenir en la clausura ha sido el arzobispo de Marsella, Jean-Marce Aveline, quien ha propuesto la creación de una Conferencia Episcopal del Mediterráneo si el Santo pPadre lo considerara necesario -idea que después Francisco ha secundado-. Tras sus palabras de bienvenida y agradecimiento, se ha proyectado un vídeo de los momentos más destacados de la semana en que se han celebrado los Encuentros del Mediterráneo, tras el que una joven ha compartido su testimonio de acogida a migrantes en Grecia y el arzobispo de Tirana que ha contado sus primeros años en la Albania comunista y la persecución religiosa.
El Papa, en su encuentro privado con las Misioneras de la Caridad en Marsella

El Papa, en su encuentro privado con las Misioneras de la Caridad en MarsellaAFP

El de este sábado 23 de septiembre ha sido el discurso central del viaje del Papa, y ha estado centrado en la acogida, el rechazo a todo tipo de violencia, la caridad, la solidaridad y la necesidad de la práctica de la hospitalidad. Todo ello lo ha resumido el Santo Padre en tres palabras que son también imagen de la ciudad de Marsella: el mar, el puerto y el faro.
Sobre el primero, el Mediterráneo, ha destacado que en su larga historia, el intercambio de pueblos lo han hecho «cuna de civilizaciones». Es un espacio de encuentro de las religiones abrahámicas, entre la ciencia, la filosofía y el derecho, entre el pensamiento griego y romano, que «ha transmitido al mundo el gran valor del ser humano, abierto a la verdad y necesitado de salvación», ha destacado Francisco, que ha hecho el símil entre el Mare Nostrum y el lago Tiberiades, el mar de Galilea, donde Jesús pasó gran parte de su vida pública y era también un mosaico de culturas y etnias. «Este contexto multiforme y en muchos sentidos inestable fue el lugar de la proclamación universal de las bienaventuranzas y la proclamación de un Dios bueno», ha proclamado.
Francisco ha vuelto a hacer la invitación que dejó caer este viernes 22 al clero marsellés, de abrir el corazón superando las barreras étnicas y culturales. «El Mare Nostrum se encuentra en la encrucijada entre norte, sur, este y oeste, como atestiguan sus cinco costas: norte de África, Oriente próximo, mar Negro, Egeo, Balcanes y Europa latina», ha afirmado el Santo Padre, que ha definido el Mediterráneo como «espejo del mundo» y ha destacado su vocación a la fraternidad como «único camino para solucionar los conflictos».

Jesús comenzó en Galilea por dar esperanza a los pobresPapa Francisco

¿Por dónde empezar para que la paz eche raíces?, se ha preguntado el Pontífice. «Jesús comenzó en Galilea por dar esperanza a los pobres, los llamó bienaventurados, escuchó sus necesidades y les anunció la buena nueva», ha respondido. Así, ha destacado que el «mar de la convivencia humana» está contaminado por la precariedad. «Donde hay pobreza material, educativa, cultural y religiosa se allana el terreno para las mafias y tramas ilegales», ha exhortado. En la lucha contra la ilegalidad, otro de sus grandes mensajes en este 44º Viaje Apostólico del Pontificado, «no es suficiente con el compromiso de las instituciones». Lo que hace falta, ha sentenciado Francisco, es «una sacudida de conciencia para decir no a la ilegalidad y abrazar la solidaridad».
Ha recordado en este contexto también que el verdadero mal de la sociedad no es tanto el crecimiento de los problemas, sino el «declive de la atención» y ha recordado a los jóvenes abandonados que caen en delincuencia y prostitución, la esclavitud de muchos trabajadores, las familias asustadas y temerosas del futuro, los niños no nacidos y los ancianos que «en vez de ser valorados son aparcados con la perspectiva falsamente digna de una muerte dulce pero que es más salada que las aguas del mar», ha subrayado.

La solución no es rechazar, sino garantizar un amplio número de entradas legalesPapa Francisco

Ha denunciado la ignorancia a todas estas cuestiones pero ha destacado una por encima todas. «Hay un grito de dolor que es el que más retumba de todos y que está convirtiendo el Mare Nostrum en mare mortum: el grito sofocado de nuestros hermanos migrantes», ha exclamado. Francisco ha denunciado a quienes cierran los puertos bajo la excusa de la «emergencia» y la «invasión»: «Quien arriesga su vida en el mar no invade, busca acogida», ha destacado.
El Mare Nostrum, ha afirmado el Papa, «clama justicia». Él mismo ha recordado que no es el primer Pontífice que así lo dice y ha recordado la encíclica de Pablo VI Populorum Progresio, o las palabras de Pio XII, quien animó a la acogida de migrantes poniendo como ejemplo a la Sagrada Familia migrante en Egipto. «Los migrantes deben ser acogidos, acompañados y protegidos», ha exclamado dos veces.
Francisco ha invitado también a dejarse conmover por las historias de «tantos hermanos en dificultad» y a no encerrarse en la «indiferencia». «Quienes se refugian con nosotros no pueden ser considerados una carga, la solución no es rechazar, sino garantizar un amplio número de entradas legales y regulares sostenidas gracias a la acogida de los países europeos en colaboración con los de origen», ha propuesto.
El Papa, junto a Emmanuel Macron

El Papa, junto a Emmanuel MacronAFP

A medida que su discurso llegaba a su fin, Francisco no ha querido dejar a un lado la caridad y ha recordado distintas figuras y santos que la definieron: san Charles de Foucauld o san Juan Casiano. «El evangelio de la caridad tiene que ser la carta magna de la pastoral», ha indicado, al tiempo que proponía la creación de una pastoral específica y una teología del Mediterráneo para hacer frente a los desafíos que el mar trae y darles una respuesta concreta. Ha querido también el Papa recordar a los jóvenes y su papel en la construcción de relaciones entre las culturas. «Sean un mar de bien, para hacer frente a la pobreza con una sinergia de fraternidad; sean un faro de paz de la cultura del encuentro e iluminen los oscuros encuentros de la guerra y la violencia», ha invitado finalmente el Papa.
Una vez clausurado el encuentro, Francisco ha mantenido un encuentro privado con el presidente francés, Emmanuel Macron, quien ha confirmado también su asistencia a la misa multitudinaria que se celebrará en la tarde de este sábado 23 de septiembre en el estadio Vélodrome. La Eucaristía es el último punto en el programa del viaje de Francisco a Marsella, tras la que se dirigirá al aeropuerto para la despedida oficial y partir de nuevo a Roma.
En la breve reunión con el presidente francés, a pesar de que el Pontífice ha aclarado que no se trata de una visita de estado, ambos jefes de Estado han conversado durante 32 minutos. Como obsequio, el mandatario galo ha entregado a Francisco dos libros: Ex-voto marins de Notre-Dame-de-la-Garde de Félix Reynaud, una obra de investigación sobre miles de ofrendas realizadas a la considerada guardiana de los marineros, cuya icónica basílica marsellesa visitó este viernes el pontífice; y una edición original de El verano, del escritor galo nacido en la Argelia francesa Albert Camus. Por otro lado, Francisco le ha regalado al presidente francés una medalla de oro conmemorativa de su pontificado.
Los pocos detalles que han trascendido sobre la conversación han sido los temas tratados entre ambos mandatarios y la cordialidad de la conversación: la situación de África, la guerra de Ucrania o el conflicto en Nagorno Karabaj, según han indicado posteriormente fuentes del Elíseo, que han descrito la conversación como «muy animada». Macron ha asegurado a Francisco que «hará su parte» para aliviar la situación de Lampedusa y le ha hablado en líneas generales del proyecto de ley de inmigración que prepara su Gobierno.
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