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Leonardo Sapienza

Leonardo Sapienza es regente de la Casa PontificiaGtres

Cómo hacer que las homilías no sean una «tortura»: el nuevo libro del estrecho colaborador del Papa

Leonardo Sapienza, regente de la Prefectura de la Casa Pontificia y estrecho colaborador del Papa Francisco, ha publicado un libro con el objetivo de revitalizar las homilías

Durante algunos sermones, es común que la gente se quede dormida o pierda interés debido a la monotonía en la voz del predicador y su falta de pasión. Aunque las homilías eruditas son obras maestras, los expertos sugieren que el orador tiene apenas 30 segundos para capturar la atención y un máximo de 10 minutos para retenerla.

Monseñor Leonardo Sapienza, cercano confidente del Papa Francisco, lanza una advertencia contundente: «Homilías aburridas, largas, carentes de alma; más que sermones, son torturas inútiles, excesivamente arduas para quienes las escuchan…». Esta reflexión no la hace un sacerdote cualquiera, sino el regente de la Prefectura de la Casa Pontificia, quien es responsable de las audiencias, encuentros oficiales, visitas a parroquias, viajes del Pontífice, y, por tanto, autoridad eclesial que desde su experiencia diaria se permite proporcionar sugerencias para hacer los sermones más interesantes.

Sapienza ha publicado el libro La Palabra en el Corazón. Reflexiones sobre los Evangelios Festivos (La Parola nel cuore. Riflessioni sui Vangeli festivi. Ed. Rogate), en el cual critica las homilías leídas y largas hasta media hora. Homilías que producen el efecto contrario: alejar a los fieles de las Misas dominicales, los ritos de precepto y las celebraciones navideñas y pascuales.

Portada del último libro de Sapienza

Portada del último libro de SapienzaEd.Rogate

Conectar con la realidad y la actualidad

Se trata de la voz de un estudioso y prolífico escritor, comprometido en temas de oración y catequesis, pero sobre todo en la figura y escritos del Papa Pablo VI. Sapienza ofrece consejos para hacer las homilías más interesantes, instando a los sacerdotes a conectarse con la realidad de sus parroquianos y estar al tanto de eventos actuales. Incluso insta a los predicadores a empaparse o conocer bien situaciones dramáticas actuales: desde las muertes de migrantes en el Mediterráneo, los feminicidios, las críticas eclesiásticas, hasta los problemas laborales, entre otros.

Asimismo, invita a usar pensamientos y palabras de poetas, escritores y cantantes, mencionando algunos autores lejanos del ámbito eclesiástico, como el escritor Ernest Hemingway, junto a intelectuales católicos conocidos por el gran público, por ejemplo el teólogo alemán Karl Rahner, quien ha participado en el Concilio Vaticano II.

Fieles distraidos

«Cada vez más a menudo, se leen en periódicos, revistas y blogs cartas de fieles que se quejan de las predicaciones aburridas, que se convierten en una tortura inútil…», escribe Sapienza en la introducción del volumen. Luego, explica que si se observan los rostros de los fieles durante las Misas dominicales transmitidas por televisión en el momento de la homilía, «las miradas, si no están apagadas, ciertamente no muestran atención y participación».

Y esto sucede porque, los celebrantes no «comprenden la responsabilidad, la importancia, la belleza» de la homilía. «La prisa, la falta de preparación, la improvisación, la ausencia de meditación y rumiación de la Palabra de Dios, contribuyen a hacer que la predicación sea como la espada de Carlomagno, larga y plana». Mientras que, en cambio, «la homilía debe nacer en el corazón del sacerdote y llegar al corazón de los fieles», argumenta Sapienza.

Leonardo Sapienza a la entrada de la Casa Pontificia

Leonardo Sapienza, a la entrada de la Casa PontificiaDPA vía Europa Press

La Biblia es vida

Por tanto, propone ejemplos concretos y cita una frase de Dietrich Bonhoeffer, célebre pastor protestante, muy apreciado también por el Papa Francisco: «Nadie puede comentar la Biblia desde el púlpito», palabras de Bonhoeffer, «sin practicarla en la mesa del trabajo y de la oración». De aquí la indicación de Sapienza a los sacerdotes de dar «predicaciones cálidas, no abstractas o enrevesadas, de modo que impacten a quienes escuchan. Predicaciones preparadas en la oración y con espíritu apostólico» .

En un intento pedagógico, el regente de la Prefectura de la Casa Pontificia presenta una muestra de homilías como ejemplo a seguir, en consonancia con el calendario litúrgico. Y el ejemplo «inicia en casa». Casi todas las homilías propuestas por monseñor Sapienza no superan la página y media, pero muchas toman como referencia grandes hechos de actualidad, incluso hechos de crónica, y grandes personajes de la literatura universal.

En este sentido, cita a Hemingway: «Los viejos no se vuelven sabios. Se vuelven atentos». Frase que utiliza como clave de interpretación de la homilía del primer Domingo de Adviento cuando el Evangelio invita a estar «atentos» a la venida del Señor. Tampoco desatiende citar bromas que pueden hacer sonreír a los fieles y empatizar mejor con el mensaje evangélico.

Que no falte el buen humor

Por lo tanto, toma como inspiración el refinado sentido del humor del cardenal Ercole Consalvi, una figura destacada en un periodo tumultuoso de la historia europea. Sapienza utiliza este ejemplo al ofrecer la homilía para la festividad de Cristo Rey, marcando el cierre del año litúrgico. Recuerda la ingeniosa respuesta que el cardenal Consalvi, en calidad de secretario de Estado pontificio, dio a Napoleón cuando dijo: «Yo destruiré la Iglesia». La réplica del cardenal fue notable: «Majestad, en casi dos mil años, nosotros, los sacerdotes, aún no lo hemos logrado».

Leonardo Sapienza, junto al Papa Francisco en una audiencia general

Leonardo Sapienza, junto al Papa Francisco en una audiencia generalEFE

Pero sin prejuicios

Cabe recordar también que durante un ciclo de predicaciones sobre el significado de la Misa, en la audiencia general del 7 de febrero de 2018, el Papa Francisco instó a los sacerdotes a no aburrir a los fieles con homilías largas e incomprensibles, sugiriendo que estas no deben exceder los diez minutos y tampoco estar cargadas de prejuicios personales. «Me decía un sacerdote que había ido a otra ciudad donde vivían sus padres. El padre le dijo: 'Estoy contento porque con mis amigos hemos encontrado una iglesia donde se hace la misa sin homilía'», explicaba el Papa. En Evangelii gaudium, la exhortación programática del Pontificado, precisamente, hay una sección dedicada a la importancia de la preparación de las homilías.

En fin, monseñor Leonardo Sapienza, con su profunda experiencia como regente de la Prefectura de la Casa Pontificia y estrecho colaborador del Papa, destaca la imperante necesidad de revitalizar las homilías. Su enfoque apunta a alejarlas de la monotonía y la falta de conexión con la realidad de los fieles. Sapienza no solo critica, sino que ofrece soluciones concretas: homilías cálidas, preparadas con oración y corazón apostólico.

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