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FOTODELDIA CIUDAD DEL VATICANO (VATICANO), 26/04/2025.- Vista de un guarda suizo en la Plaza de San Pedro antes del comienzo del funeral del papa Francisco. Está previsto que el funeral comience a las 10:00 hora local (08:00 GMT), tras lo cual el féretro será trasladado en un cortejo fúnebre por las calles del centro de Roma hasta la basílica de Santa María la Mayor. EFE/ Riccardo Antimiani

Vista de un guarda suizo en la Plaza de San Pedro antes del comienzo del funeral del papa Francisco.EFE

Un exguardia suizo cuenta en El Debate los «movimientos de ajedrez» de la Curia antes del cónclave

Aunque insiste en que estos movimientos no deben interpretarse necesariamente como algo negativo, reconoce que tras la muerte del Papa «ya nadie se esconde»

En unos días, cuando se cierre la imponente puerta de la Capilla Sixtina y se pronuncie la tradicional frase «extra omnes»(todos fuera), comenzará una de las reuniones más antiguas y de carácter más sobrenatural que existen: el cónclave para elegir al Sucesor de Pedro. Esta vez tras el fallecimiento de Francisco, todo apunta a que los cardenales se reunirán entre el 5 y el 10 de mayo, siguiendo los tiempos marcados por el fin de las misas novendiales (nueve días de luto por el Pontífice).

Mientras tanto, en el Vaticano, los miembros de la Guardia Suiza viven días de intensidad, transición y maniobras. Para ellos estos momentos no son solo parte de su deber militar, sino un servicio profundamente espiritual. Así lo explica un exguardia suizo que ha aceptado hablar de forma anónima para El Debate.

Desde el primer día, recuerda, cada uno de ellos promete lealtad y dar su vida por el Papa, el Colegio de Cardenales durante la Sede Vacante y el próximo Papa legítimamente elegido. «Desde el principio somos muy conscientes de que nuestro servicio, más que a una persona, es sobre todo a la Sede de Pedro y a la función del Vicario de Cristo», señala.

Una transición difícil

Sin embargo, admite que después de muchos años de servicio al mismo Pontífice es difícil no desarrollar un apego humano. La muerte del Papa no solo marca un cambio institucional, sino que también supone para muchos guardias una ruptura personal. «La transición puede ser difícil», reconoce.

En cuanto el Papa fallece toda la dinámica interna cambia. La Guardia Suiza deja de tener como prioridad la protección del Papa para centrar su misión en garantizar la seguridad del Colegio de Cardenales. Mientras el cuerpo del Pontífice permanece en el Vaticano, los guardias rinden «un servicio de honor»; pero su verdadera tarea, aunque discreta, ya está orientada hacia el futuro: proteger al hombre que pronto será elegido como nuevo sucesor de Pedro.

El exguardia detalla que aunque están muy cerca de todo lo que sucede estos días, desconocen el contenido de las conversaciones entre cardenales, «pero se puede observar la dinámica, incluso bastante tiempo antes del cónclave»: las alianzas, las conversaciones discretas, «quién está bien con quién», los gestos que anuncian movimientos. «Es un juego que sigue adelante pero todo comienza verdaderamente cuando se cierran las puertas de la Capilla Sixtina. En ese momento creemos firmemente que el Espíritu Santo está muy presente».

Comienzan los «movimientos de ajedrez»

Desde hace dos años, cuando la salud de Francisco comenzó a deteriorarse, asevera que ya se podía observar un sutil «movimiento de ajedrez» entre miembros de la Curia. «Durante su hospitalización en el Gemelli, esto fue aún más evidente», comenta. Aunque insiste en que estos movimientos no deben interpretarse necesariamente como algo negativo, reconoce que tras la muerte del Papa «ya nadie se esconde».

«Todos los guardias que he conocido que han vivido un cónclave dicen que es muy difícil prever quién será elegido; siempre es una sorpresa» Y no solo ellos: «Creo sinceramente que ni los cardenales lo saben», comenta bromeando.

La confidencialidad, no obstante, es absoluta. El juramento que prestan los guardias no solo exige coraje físico; requiere, sobre todo, un compromiso de silencio. «Nuestro juramento es muy fuerte. Especialmente durante un cónclave, uno es muy consciente de que su servicio tiene un impacto en el futuro de la Iglesia», afirma.

«Los cónclaves moldean la historia»

Hasta que el nuevo Papa sea elegido y la nueva Secretaría de Estado esté plenamente operativa, los protocolos de la Guardia también se ajustan. El nuevo juramento formal que debían hacer los nuevos reclutas a principios de mayo se pospone hasta el otoño cuando la reorganización institucional esté completa. Mientras tanto, los guardias viven en una espera contenida, preparados para servir en uno de los momentos más intensos de su historia.

Porque para un guardia suizo participar en un cónclave no es solo cumplir una misión militar, es vivir un instante que forma parte de la historia viva de la Iglesia. «Es el momento más soñado para un guardia», admite nuestro interlocutor. «No porque se celebre la muerte de un Papa —todo lo contrario—, sino porque los cónclaves y los Papas han moldeado los últimos dos mil años de la humanidad y siguen teniendo un impacto enorme».

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