La pérdida de peso rejuvenece la grasa y cambia la salud desde dentro, según 'Nature'

Tras perder peso, la grasa no desaparece simplemente: se transforma y rejuvenece, lo que puede tener un profundo impacto en la salud del organismo. Así lo ha demostrado un equipo de investigadores del Consejo de Investigación Médica (MRC, por sus siglas en inglés) y del Imperial College de Londres, quienes han logrado describir por primera vez, de forma pormenorizada, cómo reacciona cada célula del tejido adiposo humano tras un proceso de adelgazamiento, tal y como recoge un estudio recientemente publicado en la revista científica Nature.

Mediante el análisis de cientos de miles de células, los científicos identificaron transformaciones positivas en el tejido graso, como la eliminación de células envejecidas y dañadas, además de un aumento en la actividad metabólica de los lípidos perjudiciales. Estas modificaciones ofrecen una nueva visión sobre los mecanismos celulares que podrían estar detrás de los beneficios para la salud que se asocian a la pérdida de peso, y abren la puerta a futuras terapias contra enfermedades metabólicas como la diabetes tipo 2.

Para llevar a cabo la investigación, se compararon muestras de tejido adiposo de individuos con un índice de masa corporal (IMC) saludable con las de personas con obesidad severa (IMC superior a 35) que se sometieron a cirugía bariátrica. A estas últimas se les extrajo tejido durante la intervención quirúrgica y de nuevo cinco meses más tarde, tras haber perdido una media de 25 kilos. En total, se estudiaron más de 170.000 células procedentes de 70 pacientes.

Uno de los hallazgos más destacados fue el proceso de reciclaje lipídico que se activa con la pérdida de peso. Según los investigadores, este fenómeno no solo contribuye a quemar energía, sino que también podría revertir la acumulación nociva de grasas en órganos como el hígado y el páncreas. No obstante, los expertos advierten que se precisan más estudios para determinar si esta función recicladora guarda una relación directa con los efectos beneficiosos observados, como la remisión de la diabetes tipo 2.

Asimismo, el estudio detectó una disminución significativa de las llamadas células senescentes, responsables de provocar inflamación crónica al dejar de cumplir adecuadamente sus funciones y liberar señales que dañan el entorno tisular. Su eliminación constituye otro de los mecanismos por los que el adelgazamiento mejora la salud metabólica.

No todo, sin embargo, experimenta una mejora. Los investigadores advirtieron que ciertos efectos de la obesidad sobre el sistema inmunológico persisten incluso tras la reducción de peso. En particular, las células inmunitarias inflamatorias que se infiltran en el tejido adiposo durante la obesidad no desaparecen por completo, lo que sugiere la existencia de una «memoria celular» que podría resultar perjudicial si se recupera el peso perdido.

William Scott, autor principal del estudio y miembro del MRC e Imperial College, subraya la importancia de estos descubrimientos: «Sabemos desde hace mucho tiempo que la pérdida de peso es una de las mejores maneras de tratar las complicaciones de la obesidad, como la diabetes, pero no hemos comprendido completamente por qué. Este estudio proporciona un mapa detallado de lo que realmente podría estar impulsando algunos de estos beneficios para la salud a nivel tisular y celular».

Por su parte, el equipo de investigación destaca que el tejido graso juega un papel más amplio del que se suele considerar, al influir en aspectos tan variados como los niveles de glucosa en sangre, la regulación de la temperatura corporal, la producción de hormonas relacionadas con el apetito e incluso la fertilidad. «Esperamos que nueva información de estudios como el nuestro comience a allanar el camino para desarrollar mejores tratamientos para la diabetes y otros problemas de salud causados por el exceso de grasa corporal», concluyen.