Las bebidas energéticas tienen un elevado contenido en cafeína
Lo que debes saber antes de abrir una bebida energética
El consumo elevado de cafeína no está exento de riesgos
A lo largo de estas fiestas navideñas muchas serán las ocasiones de brindar en familia o entre amigos por los propósitos del Año Nuevo. Aunque el cava será el protagonista no faltarán bebidas sin alcohol para los más jóvenes de la casa, sin embargo, no solo todas son inocuas para el organismo.
El consumo de bebidas energéticas con un elevado contenido en cafeína ha experimentado un notable aumento en los últimos años, especialmente entre los adolescentes. Esta tendencia preocupa a los expertos en salud, dado que puede interferir en el descanso nocturno y propiciar un consumo excesivo de azúcares simples, por encima de las cantidades diarias recomendadas.
Ante este escenario, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) ha diseñado una serie de medidas preventivas, entre las que destaca la publicación de recomendaciones específicas para orientar el consumo de estas bebidas.
Según aclara la agencia, se considera que una bebida contiene un alto nivel de cafeína cuando supera los 15 miligramos por cada 100 mililitros. Este dato debe aparecer de forma visible en el etiquetado, expresado en miligramos por 100 mililitros (mg/100 ml). En general, las bebidas conocidas como energéticas presentan un promedio de 32 mg/100 ml. Así, una lata de 250 mililitros puede aportar hasta 80 miligramos de cafeína, una cantidad equiparable a la de un café expreso.
Ni niños ni mujeres embarazadas
El Reglamento (UE) 1169/2011 establece la obligación de advertir en el etiquetado de estos productos, en el mismo campo visual que el nombre de la bebida, que presentan un contenido elevado de cafeína. Además, deben incluir la leyenda: «Contenido elevado de cafeína: No recomendado para niños ni mujeres embarazadas o en período de lactancia», seguida del valor exacto de cafeína en mg/100 ml.
Por otro lado, aquellas bebidas energéticas que también contienen azúcares pueden contribuir significativamente al exceso en la ingesta diaria de este nutriente. La Organización Mundial de la Salud (OMS) fija el límite recomendado en 50 gramos diarios de azúcares simples. Sin embargo, una lata de 250 ml puede aportar entre 27,5 y 30 gramos, mientras que los envases de 500 ml pueden alcanzar entre 55 y 60 gramos, lo que supera ese umbral en una sola toma.
El consumo elevado de cafeína no está exento de riesgos. Entre los efectos secundarios más comunes se encuentran las dificultades para conciliar el sueño o mantener su duración, además de posibles alteraciones psicológicas, cambios en el comportamiento y, en los casos más graves, problemas cardiovasculares.
Además, la ingesta habitual de cafeína, incluso a partir de los 100 mg diarios, puede generar una dependencia física moderada y una progresiva tolerancia, lo que lleva al consumidor a necesitar dosis cada vez mayores para lograr el mismo efecto estimulante.
En el caso concreto de los adolescentes de entre 11 y 17 años, superar los 60 miligramos de cafeína (lo que equivale a unos 200 ml de bebida energética con 32 mg/100 ml) ya puede afectar negativamente al sueño. Si se alcanzan los 160 miligramos (500 ml de bebida con ese mismo contenido de cafeína), los riesgos se amplían, incluyendo alteraciones psicológicas, conductuales y cardiovasculares. Estos efectos pueden agravarse si se suman a los derivados del consumo de otros productos que también contienen cafeína, como el café, el té, el chocolate o el guaraná. Por este motivo, se desaconseja firmemente su consumo entre menores de edad.
Otra advertencia relevante es evitar la combinación de bebidas energéticas con alcohol. Diversos estudios han revelado que mezclar ambas sustancias puede modificar la percepción de la intoxicación etílica, haciendo que quienes las consumen no sean plenamente conscientes de su estado, lo que eleva el riesgo de conductas peligrosas.
No son bebidas isotónicas
En el ámbito deportivo, conviene tener presente que las bebidas energéticas no están pensadas para la rehidratación. Por tanto, no deben sustituir al agua ni a las bebidas isotónicas que sí están formuladas para la recuperación tras el ejercicio físico.
Ciertas condiciones médicas, como la hipertensión o los trastornos del sueño, pueden verse agravadas por la alta concentración de cafeína en estas bebidas. Por ello, en caso de padecer alguna dolencia o seguir un tratamiento farmacológico regular, se recomienda consultar con un profesional sanitario antes de consumir estos productos.
Por último, conviene tener en cuenta que los efectos de la cafeína y otros ingredientes activos presentes en las bebidas energéticas varían en función de la masa corporal. Cuanto menor es el peso del consumidor, mayor será la repercusión en su organismo. Por este motivo, si se opta por consumirlas, lo más prudente es hacerlo de manera esporádica y elegir siempre los formatos de menor volumen.