El magnesio es importante que lo mantengamos a los niveles recomendables

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Los siete alimentos que toda mujer debe incorporar a su dieta para fortalecer cuerpo y mente

La fuerza no depende únicamente del entrenamiento físico. En un momento en el que muchas mujeres apuestan por un cuerpo funcional, saludable y autónomo –lejos de patrones estéticos impuestos–, la alimentación se convierte en un elemento clave. Los músculos no se moldean exclusivamente con pesas: se construyen a partir de decisiones cotidianas que nutren la energía, favorecen la longevidad y aportan claridad mental. Mariola Corega, campeona del mundo e impulsora de un enfoque integral para el bienestar femenino, comparte los alimentos que considera imprescindibles para que las mujeres se sientan resistentes, vitales y fuertes tanto en lo físico como en lo interior.

1. Proteínas de alto valor biológico

Las proteínas no deben asociarse solo al deporte, sino a la salud integral de la mujer. Incluir fuentes como huevos, pollo, legumbres, tofu, pescado azul o marisco contribuye a mantener la masa muscular, dinamizar el metabolismo y estabilizar la energía. Según Corega, «un plato sin proteína es un plato incompleto».

2. Frutas y hortalizas de colores intensos

Los pigmentos vivos en alimentos como arándanos, zanahorias, remolacha, espinacas o pimientos reflejan su riqueza antioxidante. Estos compuestos naturales actúan contra la inflamación y el estrés oxidativo, factores que deterioran el bienestar femenino sin hacer ruido.

3. Grasas beneficiosas

Alimentos como el salmón, el aguacate, el aceite de oliva virgen extra, las semillas de chía o los frutos secos aportan lípidos esenciales. Estas grasas no solo contribuyen a la formación de hormonas, sino que también fortalecen el sistema nervioso y optimizan la concentración. «Una mujer fuerte necesita estabilidad emocional, y esta empieza en la grasa saludable, no en el déficit», subraya Corega.

4. Hidratos de carbono complejos

Fuentes como la avena, el arroz integral, la quinoa, el boniato o el pan de masa madre son aliados del rendimiento físico y la recuperación. No se trata de excluir los carbohidratos, sino de elegir aquellos que sostienen la actividad muscular mediante el glucógeno. «Sin él no hay recuperación ni rendimiento», señala la atleta.

5. Hierro y magnesio

La carencia de hierro, habitual en muchas mujeres, puede combatirse con alimentos como lentejas, carne roja magra, espinacas o mejillones. Por su parte, el magnesio, presente en cacao puro, plátanos, frutos secos o vegetales de hoja verde, favorece la relajación muscular, regula el descanso y acelera la regeneración tras el esfuerzo.

6. Fermentados y prebióticos

Kéfir, yogur natural, chucrut, kombucha o alimentos ricos en fibra, como la manzana o la avena, refuerzan el sistema digestivo y la inmunidad. «Una microbiota sana modula la inflamación, el estado de ánimo y la respuesta inmune», explica Corega. Para ella, la fortaleza empieza también en el intestino.

7. Hidratación consciente

El rendimiento, el aspecto de la piel y la energía mental se ven comprometidos cuando falta hidratación. Incorporar líquidos con sales minerales, agua con limón o infusiones naturales sin azúcares añadidos es fundamental. La experta advierte que «la deshidratación reduce el rendimiento» y afecta al bienestar global.

Nutrirse sin obsesiones

Mariola Corega insiste en que comer con propósito no significa contar calorías, sino atender las necesidades reales del organismo. Su método, Priorízate, propone una integración armónica entre alimentación, movimiento, respiración y fuerza física. «Lo que comes puede ser tu medicina o tu freno», afirma.

Más allá de buscar una dieta estricta, la clave reside en desarrollar una relación respetuosa con los alimentos. Escuchar el hambre auténtico, optar por productos naturales y huir del perfeccionismo alimentario son, para Corega, formas de entrenar la fuerza interna. «La clave no es la perfección, sino la presencia», resume.

Una filosofía que conecta con la idea de que la verdadera potencia femenina no está en los extremos ni en las prohibiciones, sino en el equilibrio y la consciencia. Así, cuidarse pasa a ser un acto de empoderamiento diario.

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