Las personas podrían sentirían peor al contarles a otros sus buenas acciones
¿Contar o no contar una buena acción? El dilema que revela más de lo que crees
Las personas creen que se sentirían peor al contarles a otros sus buenas acciones
En los últimos años es frecuente encontrar en la puerta del supermercados hombres o mujeres que piden comida para llevar a los suyos. Ante esta situación se encontró Jerry Richardson, estudiante de doctorado en psicología, quien gastó siete dólares en productos. El hombre quedó tan agradecido, y Richardson tan satisfecho con su gesto, que decidió contarles la anécdota a sus amigos. Sin embargo, esa misma noche comenzó a experimentar una incomodidad inesperada y optó por no comentar el episodio además de descartar la idea de compartirlo en redes sociales.
Esa inquietud se convirtió en el punto de partida de una investigación sobre cómo las personas perciben el costo emocional de hablar de sus propias buenas acciones y cómo creen que reaccionarán los demás al escucharlas.
El trabajo firmado por Richardson como autor principal, junto con Paul Bloom, de la Universidad de Toronto, y los profesores Shaun Nichols y David Pizarro, de la Facultad de Artes y Ciencias se titula «El dilema del bienhechor» y se ha publicado en el número de noviembre del Journal of Experimental Social Psychology.
En cinco estudios, los investigadores demostraron que las personas creen que se sentirían peor al contarles a otros sus buenas acciones, como dar a los necesitados, que si se guardaran la noticia para sí mismas o si les contaran a otros sus logros personales, como obtener un ascenso laboral.
«Fue una pequeña sorpresa descubrir lo intuitiva que es la gente acerca de sí misma: creen que se sentirán mal después», señaló Pizarro.
Buena acción vs logro personal
En los experimentos, varios cientos de participantes recordaron tanto una buena acción como un logro personal, y luego describieron cuánto orgullo, felicidad, vergüenza o bochorno les generaba cada uno. Después se les pidió imaginar cómo se sentirían si relataran esos episodios a un amigo o si los publicaran en redes sociales.
Los participantes anticiparon mayor vergüenza al compartir una buena acción, especialmente en redes sociales, mientras que dijeron sentirse más orgullosos al divulgar un logro personal.
Creemos que las personas son conscientes de que, al hablar de una buena acción, otros podrían pensar que lo hacen en busca de reconocimiento o prestigio
Esa percepción coincidiría, según el artículo, con la mayor incomodidad prevista al publicar una acción altruista en redes: «Podría generar una dosis de vergüenza o culpa que opaque la satisfacción del acto», escriben los autores.
El estudio dejó otro hallazgo llamativo. Los encuestados consideraban que, aunque ellos se sentirían mal al compartir sus propias buenas acciones, otras personas probablemente se sentirían mucho mejor. Esto podría deberse a lo difícil que resulta imaginar los estados internos ajenos, apuntó Richardson: «Nuestras simulaciones de las mentes de los demás suelen ser más superficiales que las nuestras».
Los autores concluyen que contar historias sobre actos altruistas quizá no sea la mejor estrategia para mostrar nuestro carácter moral. De hecho, podría tener el efecto contrario: hacernos sentir peor.
«Tal vez Oscar Wilde tenía razón», reflexiona Richardson. «Decía que la mejor sensación del mundo es hacer una buena acción de forma anónima y que alguien se entere».