La exposición a los ultrasonidos de los aviones se menciona como la causa de síntomas como náuseas, fatiga, mareos y oído lleno

La exposición a los ultrasonidos de los aviones se menciona como la causa de síntomas como náuseas, fatiga, mareos y oído llenoPixabay

Los ultrasonidos sin control podrían provocar daños en nuestra salud

Estudio de los investigadores del Grupo ARIE de la Escuela Politécnica Superior de la Universidad CEU San Pablo

Estamos rodeados de ruidos que no escuchamos. Hay sonidos que emiten los aviones, las lavadoras las taladradoras o las máquinas de cavitación con una frecuencia de más de 20 Kilohertzios (Khz), que no percibimos pero podrían estar dañando nuestros órganos internos.
Los investigadores del Grupo ARIE de la Escuela Politécnica Superior de la Universidad CEU San Pablo, David Baeza Moyano, Roberto Alonso González-Lezcano y Daniel Arranz Paraíso han publicado un estudio en la revista Healthcare en el que analizan los efectos de la absorción de ondas ultrasónicas en el cuerpo humano con el fin de proteger nuestra salud en el ámbito laboral y de consumo general.
«Los trabajadores expuestos al ruido emitido por los dispositivos de ultrasonido podrían sufrir un aumento de la excitabilidad neural, irritación, problemas de memoria y dificultades de concentración y aprendizaje», detalla Baeza, Doctor de la Universidad San Pablo CEU.
Los dispositivos tecnológicos tales como lavadoras, soldadoras, taladros, herramientas para soldar y recipientes para galvanización, son las principales fuentes de ruido ultrasónico en entornos laborales. Son generados también por compresores, herramientas neumáticas y maquinaria de alta velocidad como cepilladoras, fresadoras, amoladoras, sierras circulares y algunas máquinas textiles.
Según Baeza, «los trabajadores que utilizan dispositivos ultrasónicos durante mucho tiempo y a decibelios altos podrían tener problemas funcionales como neurastenia, neurosis cardíaca, hipotensión, alteraciones del ritmo cardíaco -bradicardia- y alteraciones del sistema adrenérgico».
Los estudios que estos expertos han examinado muestran que la exposición a sonidos con una frecuencia de 21 kHz y un nivel de 110 decibelios durante 3 horas diarias durante 10 a 15 días provocan cambios funcionales en los sistemas cardiovascular y nervioso central.
Así los expertos de AIRIE indican que los estudios realizados por asociaciones médicas y organismos gubernamentales describen las dosis recomendadas y la forma de aplicación de los ultrasonidos utilizados tanto en fisioterapia como en medicina.
Sin embargo, no hacen referencia a los dispositivos emisores de ultrasonido que se utilizan para ahuyentar a los animales en el hogar; ni a los dispositivos cosméticos que se venden sin control en Internet para uso privado.
«Se desconocen los efectos de su absorción. No existe una regulación desarrollada en la comunidad europea para su control, ya sea a nivel ocupacional, terapéutico o personal. Tanto los promotores públicos como privados deberían considerar posibles emisores de ultrasonidos en las inmediaciones de las viviendas para su medición y control», reclama el profesor Baeza.
La exposición a los ultrasonidos de los aviones se menciona como la causa de síntomas como náuseas, fatiga, mareos y oído lleno. En el instrumental del odontólogo, por ejemplo, se recomienda que la distancia entre el ojo del profesional y la boca del paciente sea de 35 cm, ya que cuanto más cerca esté el profesional percibirá con mayor intensidad la señal ultrasónica que emite el aparato.
La aplicación de ultrasonidos para ecografías y tratamientos de fisioterapia se realiza a dosis muy bajas y su aplicación está controlada, por lo que los riesgos de absorción no deberían ser problemáticos si se aplican correctamente. Sin embargo, los autores alertan de que los tratamientos en el cuerpo humano en los que se afirma que se produce cavitación tendrían que controlarse especialmente.
«El cuerpo humano absorbe ondas de ultrasonidos y los efectos producidos por esta absorción podrían variar de positivos a muy negativos según la forma de aplicación y la dosis y se desconocen los efectos de esta absorción a medio o largo plazo», indica Baeza.
Las nuevas mediciones indican que el público está expuesto, sin su conocimiento, a ultrasonidos en el aire, y que las pautas existentes son insuficientes para tal exposición.
«Los primeros estudios informaron cambios en los umbrales de audición, náuseas, dolores de cabeza, fatiga, migrañas y tinnitus cuando sientes un sonido de timbre u otros ruidos en uno o en ambos oídos, pero no hay suficiente investigación en sujetos humanos, ni suficientes mediciones de los campos relevantes, para evaluar qué riesgos para la salud podría producir la exposición ocupacional y pública actual», detalla Baeza.
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