Cómo preparar la taza de café perfecta, según la ciencia

El café es uno de los grandes motores de nuestra vida cotidiana. Para muchos, resulta indispensable cada mañana, pues la cafeína estimula el sistema nervioso, favorece la concentración, combate la fatiga y acelera el metabolismo. Sin embargo, más allá de sus efectos, el café es un auténtico placer gastronómico y su preparación, un arte. No obstante, al intentar replicar en casa el sabor del café de cafetería, el resultado suele ser distinto.

Un estudio, publicado en la revista Matter, sugiere que esta diferencia se debe a la propia inconsistencia de los métodos habituales de preparación. En la investigación –en la que colaboraron matemáticos, químicos, científicos de materiales y baristas– se desarrolló un modelo matemático que simula la extracción de un expreso y predice la cantidad de compuestos sólidos que terminan en la taza, lo que se denomina rendimiento de extracción, la métrica clave de la industria.

Los expertos concluyeron que para obtener un café más sabroso y consistente conviene usar menos cantidad de café y molerlo un poco más grueso. Así, el agua fluye con mayor rapidez y uniformidad a través del lecho de café, lo que asegura una extracción más equilibrada. El resultado: expresos dulces, ácidos y con un perfil constante. Aunque no todos disfruten del mismo tipo de sabor, la elección del tueste permite adaptar la experiencia al gusto personal, ya que este proceso es determinante en las propiedades organolépticas del café.

Los científicos matizan que no todo el mundo disfrutará del mismo perfil de sabor, por lo que el consumidor podrá seleccionar un tueste diferente que presente resultados en el paladar más adecuados a su gusto. El tueste es vital dentro de la cadena de elaboración. Esta actividad altera las características iniciales del café para producir otros componentes organolépticos.

Además, esta técnica no solo mejora la calidad, sino que también reduce el desperdicio de café hasta en un 25 % por cada expreso. Aplicado a gran escala, solo en Estados Unidos podría suponer un ahorro de 1.100 millones de dólares y un beneficio para la sostenibilidad, en un contexto donde el 60 % de las especies silvestres de café están en peligro de extinción.