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Las velas han sido uno de los objetos más demandados por la amenaza del 'Gran apagón'

Las velas han sido uno de los objetos más demandados por la amenaza del 'Gran apagón'Pixabay

Gran Apagón

Crecen las conductas compulsivas por el gran apagón, un temor colectivo con poco fundamento

Las compras irracionales de enseres realizadas durante la pandemia vuelven a repetirse ante la improbable amenaza de un corte de suministros

El miedo a un hipotético y no probado «gran apagón» está reactivando la ansiedad y el miedo a la incertidumbre ya vividos con la pandemia del coronavirus. Afecta a personas especialmente vulnerables, que sienten la necesidad de hacer acopio de material y enseres dejándose llevar «por una corriente compulsiva y no racional».

El anuncio hecho el pasado octubre por la ministra austriaca de Defensa, Klaudia Tanneren, el que sentenciaba que se iba a producir un «gran apagón» y lo calificaba de «peligro real», al tiempo que pedía a la población que comprara materiales como combustible, velas, baterías, conservas y agua potable, prendió la mecha del miedo en otros países vecinos, incluido España.

El psicólogo Enric Valls explica que este tipo de situaciones pueden tener repercusiones en nuestra salud mental al generarse una «psicosis o histeria colectiva».

Valls señala que algunos de sus pacientes reconocen que ya han retirado del banco dinero en efectivo o le preguntan si «ya ha comprado un hornillo».

En su opinión, las afirmaciones de la ministra austríaca han provocado un fenómeno de imitación a través del cual «se actúa de forma compulsiva y sin raciocinio» y se compra «por si acaso».

Algo que ocurrió por ejemplo en la pandemia con la compra de papel higiénico, un acto «sin ningún tipo de explicación racional», indica Valls, y que fue extrapolable a la compra de armas en EE.UU.

No tiene fundamento

A nivel contextual, señala el experto, «estamos en una época de pospandemia, de crisis energética y de cambio climático» y «estamos hartos». Por ello, mucha gente «se deja llevar por la corriente».

Valls indica que hay colectivos de la sociedad que son especialmente vulnerables a este miedo no racional como aquellas personas «con rasgos paranoides, con un nivel de ansiedad alto, y aquellos que siempre viven en la anticipación y preocupados por lo que pueda suceder».

La posibilidad de un apagón eléctrico en España «no tiene fundamento», según el profesor del área de Empresa de la Universidad Europea de Valencia y experto en suministro energético Roberto Gómez-Calvet.

El experto apunta que en nuestro país existen diversos mecanismos para que, en caso de un desabastecimiento energético, este no llegue a concretarse en un apagón generalizado en las ciudades o en los hogares.

Uno de ellos son los llamados contrato de interrumpibilidad y que afectan a los grandes consumidores energéticos, como fundiciones o cementeras, por ejemplo, que compran la electricidad más barata que los consumidores individuales porque «tienen un compromiso de que si hay necesidad interrumpen su actividad», explica. Gómez-Calvet añade que esas restricciones no afectarían en ningún caso a los hogares, porque «sería muy complicado de gestionar».

Por otro lado, también señala que España ha quemado carbón durante décadas y, a pesar de que la gran mayoría de las centrales de este tipo han sido desmanteladas, en caso de necesidad extrema se podrían poner en operación.

Asimismo, subraya que en caso de que se produzca un desabastecimiento de gas derivado de los cambios en el suministro desde Argelia debido a su tensión política con Marruecos, España cuenta con unas reservas estratégicas de gas para abastecer la demanda durante alrededor de 20 días.

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