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19 de mayo de 2024

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El insomnio crónico se ha duplicado en las últimas dos décadas y podría afectar a 5,4 millones de personas

Una pregunta importante que cabría realizarse es si el estilo de vida propio de sociedades desarrolladas facilita la calma o, por el contrario, nos lleva a estar más estresados

El último estudio que se había realizado hasta la fecha sobre la prevalencia del insomnio en España, llevado a cabo en los años 1998-1999, encontró que el 6,4 % de la población española adulta cumplía los criterios diagnósticos de insomnio crónico, un trastorno del sueño caracterizado por la existencia de un síndrome de insomnio que se prolonga durante al menos tres meses.
Ahora, un nuevo estudio liderado por miembros del grupo de trabajo de Insomnio de la Sociedad Española de Sueño (SES) y financiado por la propia entidad con la colaboración de Exeltis España, ha encontrado que esas cifras se han más que duplicado en las últimas décadas. Concretamente, según los datos de la investigación, recabados entre los años 2018 y 2019, el insomnio crónico afectaría ya al 14 % de la población adulta, alrededor de 5,4 millones de personas.
Los datos del estudio, que será publicado en el mes de diciembre por la prestigiosa revista científica Sleep Epidemiology, fueron obtenidos a través de una encuesta telefónica realizada a más de 2.000 personas que constituían una muestra representativa de la población española mayor de edad (con una distribución similar a la población real total en cuanto a edad, sexo, comunidad autónoma y tamaño del lugar de residencia) y de la que se excluyó a quienes realizaban trabajo en horario de noche.
El doctor Manuel de Entrambasaguas, neurofisiólogo experto en medicina del sueño del Hospital Clínico de Valencia y autor principal del estudio, ha explicado que la alta prevalencia del trastorno de insomnio crónico en España, con un curso en crecimiento que también aparece en otros países desarrollados, «requiere una profunda reflexión sobre las causas de esta situación», y la adopción de medidas preventivas y terapéuticas.
«El insomnio tiene un efecto negativo sobre la calidad de vida», ha asegurado el experto. Además, se relaciona con problemas de salud médica y mental, y tiene «un impacto económico adverso tanto a nivel laboral como sanitario», donde los costes indirectos superan a los directos, por lo que suelen pasar desapercibidos.
Sobre las citadas causas, el experto ha señalado que, dado que el insomnio se relaciona con la hiperactivación, una pregunta importante que cabría realizarse es si el estilo de vida propio de sociedades desarrolladas como la española facilita la calma o, por el contrario, nos lleva a estar más estresados.
El experto ha asegurado que para llegar a esto sería pertinente investigar sobre desigualdad y precariedad laboral, conciliación familiar, sobre jornadas laborales largas o en horarios disruptivos, sobre soledad, sobre crispación social, o sobre la irrupción masiva del smartphone con su oferta continua de entretenimiento e información. En conjunto «es relevante saber si podemos y sabemos desconectar y encontrar tiempo para la reflexión, la realización personal, el autocuidado y las buenas relaciones interpersonales».

El grupo más afectado

Los resultados del estudio ponen también de relieve que la prevalencia del trastorno insomnio crónico es mayor entre las mujeres que entre los hombres (14.6 % frente al 13.4 %), así como entre los adultos mayores de 55 años (17.9 %) que entre la población más joven. La prevalencia, de hecho, baja hasta el 11.5% en los adultos de entre 35-54 años, y hasta el 11% en el grupo de población entre 18 y 34 años.
Manuel de Entrambasaguas ha apuntado que la mayor prevalencia en las personas ancianas se atribuye al «deterioro normal del sueño por el envejecimiento, a la presencia de enfermedades crónicas, y a la pérdida de sincronizadores del ritmo circadiano por aislamiento o sedentarismo».
En mujeres, por su parte, se sospecha de la influencia de factores socio-económicos y de una mayor vulnerabilidad a problemas físicos que causan dolor y a problemas de salud mental. Este análisis aún está pendiente. Además, el doctor ha señalado que, pese a ello, sin embargo, quienes peor duermen y tienen más consecuencias diurnas son los jóvenes, «pero como este problema no tiende a cronificarse y no se medican, su prevalencia a nivel trastorno es la más baja. Además, algunos podrían sufrir otros trastornos del sueño no diagnosticados, como sueño insuficiente o retraso de fase del ritmo circadiano».
Los resultados del estudio, tal y como ha señalado el portavoz, permiten sospechar que hay muchas personas con trastornos del sueño no diagnosticados y, por tanto, no tratados, así como personas con síntomas de insomnio que no se han diagnosticado correctamente y que, como resultado, no han recibido el tratamiento adecuado.
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