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18 de mayo de 2024

DivisaderoAntonio Pérez Henares

La peor infamia de la amnistía sanchista

El engendro jurídico contra la Constitución y contra la dignidad de España como Estado y como pueblo soberano tiene muchas aristas, a cada cual más tóxica y perversa

Actualizada 01:30

Está la cuestión, muy certeramente bautizada tanto por Alfonso Guerra como por Felipe González, los creadores de lo que un día fue este PSOE, irreconocible hoy, como «autoamnistiía» al estar dictada por los mismos que van a beneficiarse de ella. O sea, por los propios criminales juzgados y convictos o en trance de estarlo y los prófugos que consiguieron huir. Son ellos no solo quienes ahora se autoabsuelven y no solo revocan la condena, sino que se erigen en tribunal, fiscal y juez al tiempo y condenan a todos aquellos que se enfrentaron a su intento de golpe institucional. Y Sánchez y su banda gobernante no solo se limitan a acatar sus designios, cada día con una vuelta de tuerca más, sino que proceden a su blanqueamiento y hasta la convierten, tras haberla considerado anteriormente una aberración intolerable, en cuerpo doctrinal del partido. Eso ha sucedido en La Coruña este fin de semana y es ahora la consigna de todo el Sanchismo y el argumentario general de la prensa papagaya entregada a su servicio.
Resulta igualmente repulsivo el hecho de que se pretenda con ello arrastrar por el fango a todo el Poder Judicial. La vicepresidenta Ribera se erige en portavoz de las mismas infamias contra la Justicia española que durante un lustro ha propalado Puigdemont. Y este y toda la tropa separatista, conseguido ya tal objetivo, se lanzan a por el siguiente. Exigir que se exponga a todos cuanto han aplicado la Ley al escarnio público y luego se les lleve, con el sambenito colgado del cuello, a la hoguera del aquelarre final. Y tras venir bajo palio a quien el achulado Sánchez, hoy su sumiso cautivo, se comprometió a traer al banquillo, el triunfante separatista, podrá contemplar jubiloso la pira donde arderá la separación de poderes, la Constitución y la soberanía del pueblo español.
También produce vómito ético el hecho de que se incluyan, en eso están, delitos de robo, violencia y terror. Todos en el mismo saco y que hasta se meta en él al clan Pujol y a todo aquel que por mor de nacionalismo lo que ha hecho ha sido medrar, trincar y beneficiar a colegas y cómplices del cotarro. Y pretenden además que sea obligatorio admitir que aquellos asaltos a aeropuertos y estaciones, aquellos sabotajes en las vías férreas y aquella Barcelona en llamas, con las fuerzas de seguridad sufriendo continuas agresiones y heridos que tendrán en algunos casos secuelas de por vida, no fueron sino pacíficas y amorosas demostraciones democráticas con total respeto a las leyes y las libertades y derechos de los demás. Que las víctimas eran ellos. Sorprende mucho, en este sentido, que parezcan haber desaparecido de todos los archivos de las televisiones aquellas imágenes que son la prueba mejor del nivel de violencia y coacción ejercido, planificado y dirigido por las cúpulas separatistas con nombres y apellidos.
Pero en lo personal, y por vivencia y recuerdo de un tiempo que fue ejemplo mundial y que ahora se arrastra también por el cenagal, me subleva en lo más profundo el intento de asimilar esta pútrida corrupción con aquella amnistía por la que se clamó durante los años finales del franquismo y se consiguió al lograrse la democracia y la libertad.
Recuerdo aquel discurso memorable de Marcelino Camacho, cuando los sindicalistas iban al tajo y a la cárcel, casi recién salido él mismo de Carabanchel, pidiendo en el Congreso de los Diputados el acuerdo y la generosidad de todas la fuerzas políticas para culminar aquel abrazo nacional de reconciliación.
Que ahora se nos quiera hacer tragar que la amnistía pactada por Sánchez con los secesionistas autores del golpe separatista contra el Orden Constitucional Democrático tenga alguna similitud con la amnistía conseguida y votada casi por unanimidad total en el Parlamento, salvo un puñado mínimo de abstenciones, Fraga, por cierto, sí voto a favor, es la peor de todas estas infamias que estamos soportando y tendremos, aún más, que soportar Aquella Amnistía era para restablecer la dignidad para quienes habían sufrido persecución y cárcel para devolver la democracia y la libertad a España y restablecer la soberanía del pueblo español y conseguir junto una Constitución de consenso, como así sucedió en el año 1978 cuando fue aprobada por una inmensa mayoría de españoles. La amnistía sanchista se ofrece como prueba y presente de rendición a quienes, y así lo pregonan a gritos, y que su meta no es otra que despedazar la soberanía del pueblo español y dinamitar esa Constitución.
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