Con un aumento exponencial en los últimos tres lustros, las incineraciones pasaron de representar el 15 % del método elegido por los difuntos para tratar su cadáver en España en 2005 al 45 % en 2020, llegando casi a empatar con las inhumaciones.
Sin embargo, esta tendencia alcista parece haberse resentido a raíz de la pandemia, y según el Observatorio de los Servicios Funerarios, una plataforma asesora y consultiva de las empresas funerarias, lleva ya tres años cayendo ligeramente tras más de una década de aumento sostenido. Así lo confirma, en declaraciones a El Debate, María Dolores Asensi, presidenta del Observatorio.
En concreto, dice, las cremaciones aumentaron un 7,2 % del 2017 al 2018 y un 8 % del 2018 al 2019, pero solo un 1,44 del ese año al siguiente.
A partir de 2020, año de inicio de la pandemia, se registró primero una disminución del 0,55 % para 2021 y, de 2021 a 2022, el índice volvió a aumentar, pero solo un 0,13 %.
Los motivos no están claros, pero según Asensi, podrían estar en el vuelco temporal de las relaciones sociales que supuso la pandemia y el confinamiento hasta el completo levantamiento de todas las restricciones que se mantenían vigentes.
Tal y como interpreta la presidenta, la pandemia «puso de relieve la importancia de la despedida, de la honra y del homenaje a nuestros seres queridos frente a tanta deshumanización que, dicen, abunda». «Es por eso que ha parado».
En cuanto al crecimiento previo y sostenido de las cremaciones, Asensi atribuye esa tendencia a «preferencias culturales u otros factores».
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