Una oveja trata de abrirse paso en una vía pecuaria en Aragón

Un rebaño de ovejas trata de abrirse paso en una vía pecuaria en AragónEuropa Press

El camino de obstáculos para la trashumancia en Aragón: entre la hierba intoxicada y la maleza

Las consecuencias de este abandono se harán notar especialmente en mayo, cuando los animales se desplacen en busca los pastos de verano

Las trabas a la actividad agraria son una constante en las reclamaciones del campo. La excesiva burocracia, la sequía y los altos costes de producción lideran las quejas, aunque cada tipo de explotación encuentra inconvenientes particulares en función de la región en la que se encuentre.

Los ganaderos de Aragón han denunciado dejación de funciones por parte de las administraciones en el mantenimiento de las cabañeras que permiten la trashumancia con ciertas garantías desde hace más de 750 años, cuando fueron reguladas por edicto real de Alfonso X el Sabio en 1273.

«La situación de las cañadas reales y las vías pecuarias es lamentable. Hay tramos totalmente intransitables», comenta en conversación con El Debate Ramón Solanilla, secretario general de Asaja Aragón. El crecimiento de los árboles y las escorrentías creadas tras las tormentas han cortado vías, estrechado caminos e inundado pasos. «Hay zonas que se han creado saltos de más de un metro de altura. No es solo la maleza, sino que hay un abandono de las vías pecuarias», apunta Solanilla.

El representante de los ganaderos aragoneses señala que hay muchas situaciones en las que los animales cruzan la carretera por donde corresponde y no hay ningún aviso que advierta al conductor para que aminore la marcha. «Se producen accidentes. Esto es un gran conflicto porque, además de poner vidas en peligro, hay que discutir en los juzgados sobre la responsabilidad de este hecho», indica.

La falta de conservación de los caminos de tránsito habituales para el ganado bovino, ovino y caprino no es el único inconveniente para los agrarios, que condenan los métodos de la Administración: «Hay tramos de las vías que pasan por pistas en las que la vegetación crece en las cunetas. Para evitar el crecimiento de esa hierba la sulfatan, una acción que está prohibida. No hacen ningún tipo de aviso y se han producido casos de ovejas intoxicadas por esos fitosanitarios».

La ausencia de mantenimiento contra la que cargan los ganaderos supone un obstáculo más a las explotaciones extensivas, en disminución durante los últimos años. Solanilla explica que cada vez hay menos ganado, lo que deja menos trashumancia. «No hay un tránsito constante de ganado, pero hay vías que se emplean que tienen que estar bien. Tiene que haber un mantenimiento y una señalización para que no se pierdan».

Las consecuencias de este abandono se harán notar especialmente en mayo, cuando los animales se desplacen en busca los pastos de verano. «Habrá pasos de ese recorrido que se convertirán, de nuevo, en un camino de obstáculos poniendo en peligro a los animales», asevera el dirigente de Asaja.

Solanilla apela al valor de las cabañeras, a las que atribuye un importante patrimonio natural y cultural, sin olvidar el papel biológico y de protección contra los incendios que realizan. «Como sociedad tenemos la obligación de cuidar de este patrimonio. Las vías pecuarias han sido muy importantes y han permitido que lleguemos al desarrollo actual. En cualquier otro país del mundo sería un orgullo proteger estas cañadas», concluye.

La red de estas vías en España suma 125.000 kilómetros de longitud, con Aragón como una de las comunidades con mayor extensión. Según el Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico, las vías pecuarias constituyen un extenso y valioso patrimonio natural y cultural que, pese a su deterioro, sigue siendo clave para el tránsito ganadero y la producción de servicios ecosistémicos, configurándose como infraestructura verde capaz de mejorar la conectividad entre otros espacios naturales.

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