El rompecabezas del supermercado: la prueba de los etiquetados engañosos que confunden al consumidor

Del mapamundi del supermercado reclamado desde hace años por los productores, que condenan la importación masiva de frutas y hortalizas que hunde sus precios en origen, a la búsqueda del tesoro que se ha convertido en algunos casos conocer la procedencia de los alimentos.

La queja del campo español por la irrupción de artículos producidos fuera del territorio europeo y sin los estándares exigidos en el viejo continente por la Unión Europea (UE) va a más.

Los agricultores, que sienten cada vez más perdida la batalla para exigir cláusulas espejo que obliguen a estas frutas y hortalizas de terceros países a competir en igualdad de condiciones, ponen el foco en la concienciación del consumidor para apostar por alimentos de proximidad.

Esta estrategia busca instruir al eslabón final de la cadena para que se fije en el origen del producto que va a comprar y poner en valor al nacional; sin embargo, esta tarea se dificulta en varios casos.

La dificultad para dar con el lugar de origen de las frutas y hortalizas en los lineales se eleva considerablemente cuando se trata de artículos a granel en los que no la etiqueta no se encuentra junto al producto, aunque también se produce con los envasados, donde a simple vista se indica «Ver envase» y el origen real aparece diminuto en la etiqueta.

Esta práctica de la distribución, que encuentra situaciones similares en varias cadenas, cuenta con variantes como la de relegar a espacios minúsculos el origen en los márgenes de las estanterías o mostrar directamente una procedencia diferente en menor tamaño a lo que aparece más destacado.

La Federación de Consumidores y Usuarios (CECU) y la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) han denunciado recientemente ante la Dirección General de Consumo del Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030 un incumplimiento de las normas de etiquetado en tomates cherry comercializados en los lineales de Carrefour, una de las principales cadenas de distribución en España.

Los denunciantes mencionan que la empresa Azura, con más de 400 hectáreas de invernaderos en producción en el Sáhara Occidental, comercializa sus tomates cherry en supermercados de la Unión Europea etiquetados con el origen Marruecos, algo que prohíbe la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea respecto al etiquetado de melones y tomates originarios del Sáhara Occidental del pasado 4 de octubre.

Asaja (Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores), junto a otras organizaciones europeas, inició hace unos meses la Iniciativa Ciudadana Europea en contra de la Comida Falsa y por la mención del origen en el etiquetado.

Los productores exigen que los consumidores europeos tengan acceso a información clara sobre los alimentos que compran y que se respeten sus expectativas en términos de normas de calidad elevadas y de sostenibilidad.

«También pedimos que se indique clara y explícitamente el origen de todos los productos que entren en el mercado común y que se respeten las mismas normas medioambientales, sanitarias y laborales que se aplican en el mercado interior, con el fin de proteger la salud de los consumidores y el planeta», recoge la propuesta.

Los agrarios señalan a los resquicios legales que permiten a la industria y a la distribución trampear el origen de los alimentos, tal y como sucede con el arroz. El arroz blanco, que requiere un proceso de transformación antes de ponerse a la venta, solo ha de mostrar el lugar en el que ha sido envasado, por lo que únicamente las compañías que sí emplean producto nacional hacen gala de ello, mientras que el resto etiqueta España como territorio de envasado y omite la procedencia del cereal.

El sentir a pie de cultivo es que la normativa europea que permite engañar a los consumidores y que actúa en favor de los grandes importadores y de los intereses políticos que subordinan la agricultura a acuerdos comerciales con terceros países.