Pinzas sosteniendo una pepita de oro
Ciencia
La relación entre los terremotos y el hallazgo de pepitas de oro que ha desconcertado a la ciencia
Tenemos que retroceder miles de años para encontrar los primeros indicios sobre la existencia del oro. Concretamente, en la Necrópolis de Varna (Bulgaria), tuvo lugar el primer yacimiento con restos de este metal precioso manipulado por el ser humano. Dicho yacimiento, que data desde finales de la Edad del Cobre –entre el 4.600 y 4.200 a.C.– es la referencia más antigua que se tiene hasta la fecha de uno de los símbolos de riqueza por excelencia en nuestro planeta.
A lo largo de la historia este material ha sido objeto de múltiples estudios e investigaciones. De hecho, en los últimos meses entidades como la NASA han puesto en marcha varios estudios relacionados con este metal dorado. Investigadores de la agencia espacial señalaron que podría haber aproximadamente 20 millones de toneladas de oro a lo largo del océano. Tal como detallan los distintos expertos, el precio estimado para una tonelada de oro supera los 56 millones de euros. Es decir, atendiendo al dato de la NASA, nuestro océano podría contener una fortuna totalmente astronómica e incalculable.
De igual manera, un estudio publicado a inicios de año en The Astrophysical Journal Letters reveló que elementos como el oro, el uranio y el platino se hallarían a lo largo de la Vía Láctea como resultado de las eyecciones de estrellas de neutrones altamente magnetizadas, llamadas magnetares.
Los magnetares no solo producen metales valiosos como el oro y la plata que llegan a la Tierra, sino que las explosiones de supernova que los provocan también producen elementos como el oxígeno, el carbono y el hierro, vitales para muchos otros procesos celestes más complejos.
¿Pueden los terremotos generar oro?
En este contexto, en una semana en la que un nuevo seísmo ha sacudido Japón, cobra especial protagonismo la posible relación entre los terremotos y el oro. Así lo manifiesta un estudio publicado en Nature Geoscience, el cuál reveló la posible formación de pepitas de oro a partir de los distintos temblores.
La investigación, llevada a cabo por la Universidad de Monash (Australia) señala cómo la formación de un campo eléctrico en el cuarzo podría facilitar la deposición de pepitas de oro. En concreto, los autores elaboraron un modelo de tensión piezoeléctrica capaz de producir cuarzo durante un terremoto. El equipo colocó distintos cristales de cuarzo en un fluido con oro disuelto y, posteriormente, introdujeron ondas sísmicas para crear este voltaje piezoeléctrico. Los resultados revelaron que el cuarzo generaba un voltaje que derivaba en la acumulación de nanopartículas de oro en la superficie.
«Dado que el oro es un conductor, nuestros resultados muestran que los granos de oro existentes son el foco de un crecimiento continuo. Sugerimos que este mecanismo puede ayudar a explicar la formación de grandes pepitas y las redes de oro altamente interconectadas que se observan comúnmente dentro de las fracturas de vetas de cuarzo», señala el estudio.
Otro de los efectos de estos temblores es un proceso conocido como «vaporización instantánea». Los terremotos, al provocar grietas y variaciones de presión, pueden generar la evaporación de aguas subterráneas ricas en minerales y, por consiguiente, facilitando la precipitación del oro.
En resumidas cuentas, aunque los terremotos no tienen la capacidad de crear oro, los variaciones sísmicas derivadas de este proceso si pueden provocar la aparición repentina del mineral.