Fundado en 1910

08 de mayo de 2024

Succession tendrá una cuarta temporada en HBO Max

'Succession' tendrá una cuarta temporada en HBO MaxHBO

Crítica de la serie

'Succession': vuelve el irresistible aroma a desinformación

El regreso de la aclamada serie de HBO nos recuerda su deuda con el cine de periodistas

Saturno devorando a sus hijos, la tragedia griega, el Rey Lear de Shakespeare o Ciudadano Kane son algunas de las grandes obras que resuenan en Succession (HBO, 2018). La saga familiar de los Roy –alter-ego de los Murdoch de News Corporation– está de regreso con su tercera temporada, ocasión inmejorable para trazar un nuevo paralelismo con una joya del cine hollywoodiense sobre periodismo: Sweet smell of success/Chantaje en Broadway (1957, Alexander Mackendrick).
Producida y protagonizada por Burt Lancaster, y rodada con la iluminación y los códigos de un canónico noir, puede que esta película no goce de la misma fama que otros títulos como El gran carnaval, de Billy Wilder, Luna nueva, de Hawks o la propia Ciudadano Kane, de Welles, cuya importancia, obviamente, ocupa un lugar especial en la Historia. Pero Alexander Mackendrick, director y profesor de cine (o sea, maestro en toda la extensión de la palabra) con una filmografía excepcionalmente variada, cinceló en ella una reflexión sobre la verdad y la ambición (y una velada crítica a Hollywood) que mantienen intacta su vigencia. En 2010, de hecho, Criterion Collection le dedicó una cuidadísima edición en Blu-ray y el mismísimo Sorkin, uno de los guionistas que más y mejor ha retratado el oficio periodístico, demostró su admiración por el filme en el el capítulo nueve de la segunda temporada de The Newsroom con un guiño oculto al personaje de Sidney Falco.
Succession y su referencia a Ciudadano Kane

'Succession' y su referencia a 'Ciudadano Kane'

Interpretado con reptiliana convicción por Tony Curtis, Falco es un agente de prensa que, a cambio de que J.J. Hunsecker (Lancaster) promocione a uno de sus clientes en su popular columna y en su programa televisivo, le ha prometido a este que le ayudaría a romper la relación de su hermana pequeña con un guitarrista de jazz arruinando la reputación del joven. Un trabajo habitual para él, acostumbrado a emplear sus dotes de seducción y sus sibilantes susurros para esparcir rumores entre productores, políticos, artistas y cualquiera dispuesto a comprar su mercancía. Una criatura fáustica de la noche neoyorquina. O como le espeta el propio Hunsecker: una «galleta de arsénico». ¿Y qué tiene todo esto que ver con Succession?
Puede que Hunsecker no sea el dueño y fundador de un emporio mediático, que su hermana no se dispute con el resto de la familia los despojos de su poder o que Falco no conspire a sus espaldas. Pero en ambas historias, la información y el tablero mediático no son más que el reverso de un drama familiar marcado por la traición y la sospecha. Lo periodístico como anverso de lo íntimamente privado. En la serie de HBO resulta paradójico que, aún conscientes de la profunda herida que su padre ha dejado en ellos, los hermanos parezcan incapaces de amarse entre sí o de sostener relaciones sanas con sus propios seres queridos. A medio camino entre las alianzas pasajeras y la desconfianza crónica, los hijos de Logan Roy reniegan de él tanto como perpetúan sus peores enseñanzas. La única certeza en la línea de sucesión radica en la continuidad de sus pecados.
Brian Cox interpreta a Ray Logan en la serie 'Succession'

Brian Cox interpreta a Ray Logan en la serie 'Succession'

De modo similar, Falco teme a Hunsecker en la misma medida en que husmea y explota las miserias ajenas para cumplir los deseos de su amo. La arrebatadora presencia de Lancaster guarda un paralelismo innegable en la imponente figura de Roy (interpretado por Brian Cox): en ambos, el dominio psicológico y moral sobre el resto emerge como un impulso orgánico, casi fruto de su propia superioridad física, que se manifiesta en la intensidad de su mirada, en la cuadratura de su mandíbula y en una impasibilidad arrolladora. Parecen hechos para controlar el mundo: no conocen otro vínculo que los eslabones de su cadena. Evidentemente, su tiranía no es fruto de un determinismo inevitable, sino que su cuerpo entero parece haberla integrado como parte de una naturaleza indómita.
Burt Lancaster

Burt Lancaster

Las similitudes entre ambas obras podrían extenderse al servilismo con que se conducen Falco, el yerno de Logan, su sobrino y, dependiendo de las etapas de la serie, su hijo Kendall, o a unos diálogos de afilado cinismo. Pero los contrastes también revisten interés, pues iluminan las particularidades de cada obra. Mientras en Succession la música clásica distorsionada, como se aprecia en la cabecera, revela la contradicción entre la majestuosidad del imperio familiar y su gamberrismo, en Sweet smell of success el jazz de Elmer Bernstein recrea el nervio y la embriaguez seductora de la noche. El género, que en un caso consiste en un drama de cine negro y en el otro en un drama con toques de comedia negra (con una realización cercana al falso documental), también constituye una diferencia relevante; o la fotografía, de claroscuros nocturnos en la película (bien y mal segmentados) y frialdad con tonos grises en la otra (ambigüedad moral). Pero sin duda, la mayor diferencia estriba en la hermana pequeña de Hunsecker: su cordura se tambalea, pero jamás su integridad moral. En la familia Roy, en cambio, hasta ahora no hemos atisbado a nadie capaz de romper el círculo de odio imitado desde la infancia.
Esto último nos permite entender por qué dos obras tan desbordantes de maldad nos producen placer. Por qué su hedor nos resulta tan dulce a la vez. Se trata, siguiendo a Aristóteles, del placer obtenido al aprender sobre un aspecto de la naturaleza humana. En este caso, las palabras, cuya resonancia nunca se apaga del todo (si acaso sólo se debilita con el paso de los años) y por ello no hieren. A la postre, o matan o dan vida. Veremos qué palabra pronuncia la tercera temporada de Succession.
Comentarios
tracking