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23 de abril de 2024

Chicote y  José Luis, en las cocinas del hotel restaurante zamorano

Chicote y José Luis, en las cocinas del hotel restaurante zamoranoLa 1

Pesadilla en la cocina

El Chicote de Zamora se la monta al de Carabanchel: «Yo me voy con la Pedroche»

El chef acude al rescate de un hotel restaurante del Camino de Santiago regentado por un padre al borde de un ataque de nervios (y de la ruina)

Llega Chicote a Camarzana de Tera, Zamora, escala del Camino de Santiago. La rasca aprieta y nuestro protagonista va bien abrigado. Se cruza con un paisano, al que pregunta dónde está el negocio que va a socorrer, que es el Hotel Restaurante Juan Manuel.
–Paisano: Vas a conocer ahí al Chicote de Zamora.
–Chicote: ¿Cómo que el Chicote de Zamora?
–Paisano: Sí, le llaman el Chicote de Zamora.
–Chicote: ¡No jodas! ¿Sí? ¿En serio? ¿Pero es un tío recio o qué?
–Paisano: Es un poco prepotente.
Decía Cecil B. DeMille, legendario productor hollywoodense, que las películas tenían que empezar como un terremoto y después ir para arriba. Nos acordamos del consejo al ver este memorable arranque de episodio chicotesco. Porque empieza muy muy arriba.

Una persona recia

El Chicote de Zamora no es, sorprendentemente, el Juan Manuel que da nombre al Hotel Restaurante. Se llama José Luis, y es el gerente-administrador del tinglado. «Me conocen en Zamora por el Chicote de Zamora. Por ser una persona recta, seria, constante. Ese es mi apodo y mi nombre reconocido en la comarca y en la zona por muchos amigos que me quieren y otros que no tanto», explica primero a cámara. Pero el tipo es valiente, y también se lo dice a la cara al chef de Carabanchel, en su primer encuentro: «Parece ser que algo nos parecemos, yo soy una persona muy recta, intransigente, con mucho carácter y una voz potente», argumenta, antes de explicar que el apodo tiene ocho años de solera.
Hablamos de un negocio familiar que arrastra una deuda importante y que le ha costado la separación a José Luis, que además de ser «el pu… jefe» –como le gusta repetir ante sus empleados– es el cocinero. Manda sobre sus hijos, Sergio y José; Valentina, que es su mano derecha en los fogones, y los camareros Saray y Raúl. A todos ellos los tiene fritos, nunca mejor dicho. «Mi padre en la cocina es una bestia. No hay quien pueda con él. Es un animal», juzga Sergio, que luce la vitola de jefe de sala. «Yo cuando mi padre se pone bruto la verdad es que me genera bastante tensión», añade el camarero José Luis.

La llegada de Chicote

Presume José Luis de tener mano en la cocina, pero el hombre que le da apodo se sienta a su mesa y sale escaldado. Pulpo duro de roer, unos espárragos bañados en una salsa inapropiada, lechazo algo pasado con patatas descongeladas, y un bacalao al ajoarriero quemado y con exceso de pimentón.
Es el Chicote de Zamora el que ha llamado a su homónimo de Carabanchel para que le eche una mano y no acabe en drama económico la inversión de 1.100.000 euros que realizó para ponerse al frente del hotel restaurante. Por eso asombra que, de entrada, no encaje las críticas de su salvador. De hecho, así que escucha la primera ya usa el comodín de la Pedroche: «La cosa es muy sencilla. Yo me voy con la Pedroche a dar las campanadas y él que se quede aquí cocinando».

Conflicto en la cocina

Horas después, Chicote se viste una de sus mejores chaquetas de cocinero (por supuesto de Ágatha Ruiz de la Prada) y se adentra en la cocina de Juan Luis.
El chef queda pasmado con sus métodos. Exige a los camareros que entretengan a los clientes y que no tomen comandas o que las tomen pero tarden en pasarla a cocina. Que caminen lentos: «Dejad de correr, hos… Andando». Se comunica con la sala a través de un timbre, que hace sonar cuando, al fin, hay un plato listo. En medio del servicio, se va a hacer un recado…
A la vuelta, Chicote le da allí dónde más duele.
–¿Eso es lo que tú llamas ajoarriero?
–Es el ajoarriero mío.
–La madre que me parió, chaval.
–Es el mío, el del pu… jefe, el que se hace en esta casa. El que digo yo.
No aguanta el desprecio, y se dirige al chef. Esta vez no para decirle que se va con la Pedroche, sino para comunicar que deja la cocina por hoy, harto del Pepito Grillo vestido de colorines. «Como eres tan bueno, y haces las cosas tan bien, y no tengo ni pu… idea de cocina, aquí te quedas, te coges el gorro, los fogones, y vamos a ver lo que tienes huevos a sacar. Que yo me voy. Ya».
Y se va. No sin antes dejar un mensaje: «Préndele fuego a toda la cocina». Como si Chicote fuese un Jerry Lee Lewis de los fogones.

Juan Luis recapacita

Pero después Chicote habla con él. Y Juan Luis se pone sentimental. Que si todo lo hace por sus hijos. Que tiene mal carácter pero buen fondo y un corazón más grande que la provincia de Zamora. Que si ha invertido todo y lo va a perder todo.
Una vez lo tiene ablandado, intervienen las brigadas de Chicote. Los que reforman el local (pasa a llamarse Vega, primer apellido de Juan Luis y de sus hijos) y elaboran un nuevo menú (donde hay un ajoarriero al estilo Chicote).
El Chicote verdadero, el de Carabanchel, anuncia: «A nada que hagáis las cosas bien os convertís en un referente».
La primera prueba es el servicio de reapertura. Juan Luis pierde los papeles de inicio, pero luego se inspira. Acaban salvando el día con nota. Le felicita un reputado chef de la zona. Y también el salvador de Carabanchel, que antes de irse deja en la pared una dedicatoria al «Chicote de Zamora».
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