
Laeni Geiseler, actriz de la película Lo que sabe Marielle, este lunes en Berlín
Cine
La película más aplaudida del Festival de Berlín
La cinta alemana Lo que sabe Marielle recibe los mayores aplausos del certamen durante su proyección
Inteligencia, refinamiento y originalidad son los ingredientes con los que el alemán Frédéric Hambalek ha sabido aderezar su espléndido segundo largometraje, Was Marielle weiss (Lo que sabe Marielle), recibiendo el más nutrido aplauso oído hasta ahora en el 75º Festival Internacional de Cine de Berlín, merecido regalo por su 39º cumpleaños cumplidos justamente hoy. Un aplauso que no conquistaron en la quinta jornada ni If I Had Legs I’d Kick You de la norteamericana Mary Bronstein ni mucho menos Xiang fei de nv hai (Chicas atadas a un cable) de la china Vivian Qu, dos de las ocho directoras que junto con otras cuatro examinadas hasta ahora no han demostrado poseer los requisitos necesarios para aspirar a un premio importante en esta Berlinale.
La idea original del filme alemán es la de imaginar lo que puede pasar cuando una niña de nueve años es capaz de oír y de ver lo que hacen sus padres cuando están lejos de ella, dándose cuenta así de sus secretos y mentiras y creando un pequeño drama familiar.
Pero el refinamiento con el que el director, autor también del guion, estructura la narración, la excelencia de los actores, Julia Jentsch y Felix Kramer, como los atribulados padres, y sobre todo la debutante Laeni Geiseler de la que la cámara sabe captar hasta el más mínimo detalle de sus expresiones, unido al dramatismo de los últimos cuartetos de Beethoven que matizan la jocosidad de las situaciones, hacen de Lo que sabe Marielle la oferta más satisfactoria del concurso oficial junto al brasileño El último azul y el chino Vivir la tierra.
Y nos hace descubrir en Hambalek un talento comparable en cierta medida al de un Ernst Lubitsch o un Woody Allen contemporáneo.
Mary Bronstein es una directora de espaciada filmografía (apenas tres largometrajes en 17 años de carrera) que durante los peores años de covid se vio obligada a mudarse de ciudad y refugiarse en un motel de mala muerte para atender a su hija que padecía una extraña enfermedad.
En ese ámbito restrictivo, de reclusión forzada y caos vital, Bronstein ideó esta historia de una madre que siente desplomarse el mundo a su alrededor, con un marido que la abandona, un terapeuta declaradamente hostil y pacientes que se rebelan (ella también es terapeuta).
No en vano, la protagonista vive o imagina vivir situaciones inverosímiles, como la de la apertura de un agujero en el techo de su dormitorio, donde entra tanto agua a raudales como el fantasma de su madre, mientras de la conflictiva hija de la protagonista la escuchamos sin verla hasta el último instante de la narración.
El filme más que nada es un homenaje a las cualidades interpretativas de la protagonista, una veterana actriz australiana de 45 años, Rose Byrne, que literalmente devora la película con una presencia constante y casi toda en primeros planos y con su doble cualidad añadida de coproductora y coguionista, poniendo una fuerte hipoteca sobre el Oso de Plata a la mejor actuación femenina.
Vivian Qu es una de las raras directoras de ficción chinas, al estar relegadas en su mayoría a documentales y películas educativas.
Este es su tercer largometraje después de un inicio profesional como productora por lo que es posible que haya usado esta experiencia para ambientar en el mundo del cine de kung fu su historia de dos primas que se amparan mutuamente en un contexto familiar inestable con abuelo y padre drogadictos y una madre obligada a financiar la droga de los varones con las magras ganancias que recibe del negocio de familia.
Las chicas atadas a un cable del título se refiere a la protagonista que lo utiliza para hacer sus vuelos por el aire pero la historia melodramática y una absurda referencia a la delincuencia china, agregada a la ya anticuada historia de perdición, castigo y redención, despojan al filme de todo interés.