Es una verdad universalmente aceptada que Orgullo y prejuicio es uno de los mejores libros de la literatura romántica de época (sí, era inevitable parafrasear a Jane Austen). Aunque hay varias adaptaciones más (una en forma de miniserie con Colin Firth liderando el reparto), es la versión de Joe Wright de 2005 la que se ha convertido en una joya atemporal que lleva 20 años cautivándonos gracias a la dirección artística, la banda sonora, la fotografía de la campiña inglesa en su máximo esplendor y una química imbatible entre sus protagonistas. Mientras Keira Knightley aporta pasión y un toque moderno a la irreverente Elizabeth Bennet, Matthew Macfadyen brilla como el señor Darcy intenso, pero vulnerable que tan bien describió su creadora. Sus miradas, por sí solas, son muy significativas, y sus interacciones, por pequeñas que sean, son suficientes para anhelar que alguien diga que le hemos hechizado en cuerpo y alma.