Tras fingir su muerte para huir de su violento marido Martin (Patrick Bergin), Laura Burney (Julia Roberts) deja Cape Cod y se muda a Iowa, donde adopta una nueva identidad y empieza a salir con un profesor local (Kevin Anderson). Martin, mientras tanto, descubre pruebas que sugieren que no está muerta, y cuando su madre lo confirma, la rastrea hasta su nuevo hogar. Un clásico de los noventa que, si bien no es la mejor película de su protagonista ni por asomo, se perfila sin ninguna pretensión más que la de ser un thriller aceptable al estilo de Lo que la verdad esconde o Un crimen perfecto.