Morgan Freeman, en una imagen de archivo
Cine
El mejor actor de la historia del cine, según Morgan Freeman: «Es un auténtico maestro»
«Lo hace todo sin que parezca que haga nada», confesó el intérprete de Cadena perpetúa sobre su «héroe»
Cuando Morgan Freeman se encontró en un set de rodaje en 1996 actuando junto a uno de sus héroes, por fin pudo comprobar de primera mano lo que siempre le había fascinado del actor. Durante años, se había maravillado de la capacidad de esta estrella británica para transmitir multitud de emociones con un aparente mínimo esfuerzo en pantalla. Esto le otorgaba a sus papeles una sutileza y una serenidad únicas que Freeman siempre había buscado en sus propias interpretaciones.
Para Freeman, esa increíble quietud, que a menudo ocultaba un torrente furioso, es lo más difícil de lograr de forma convincente para cualquier actor de cine. Requiere una habilidad completamente distinta a la que un actor podría usar en el escenario del teatro, donde esa actuación debe llegar a la última fila de la sala. En el cine, sin embargo, un actor puede permitirse ser más comedido, solo las cámaras tienen la obligación de captarlas.
Habla, por supuesto, de Anthony Hopkins, con quien se obsesionó tras ver Lo que queda del día a principios de los 90, justo cuando su carrera cinematográfica estaba despegando. «Aprender a estar quieto, a estar realmente quieto y dejar que la vida fluya», comentó Freeman sobre el motivo de su devoción en Film Freak Central. «Esa quietud se convierte en un resplandor. Se trata de una quietud elocuente. Le he dicho a Hopkins que esa actuación fue una de las grandes lecciones que he aprendido como actor».
Para su deleite, Freeman no tardó mucho en ser elegido para actuar junto a él y fue ese momento cuando pudo confirmar que era uno de sus «héroes». Hopkins interpretó al presidente John Quincy Adams en el drama de Steven Spielberg sobre un barco negrero, Amistad , con Freeman como Theodore Joadson, un personaje complejo que representa a varios empresarios y abolicionistas afroamericanos que lucharon incansablemente para abolir la esclavitud.
Ver de cerca el método de Hopkins fue una revelación para Freeman, cuya admiración por él crecía día a día. «Cada vez que terminábamos la toma, nos abrazábamos», explicó al medio estadounidense. «Es un auténtico maestro. Lo hace todo sin que parezca que haga nada». Cabe destacar, además, que ninguno de los dos se adhirió nunca a la práctica del método que tan popular se hizo en esta época y que dejaba a la pura improvisación la calidad de una escena.
Steven Spielberg, junto a Morgan Freeman y Anthony Hopkins en Amistad
Cuando en una entrevista con Los Angeles Times durante la promoción de la película le preguntaron a Freeman si había tenido alguna dificultad para meterse en el personaje de Joadson, una mezcla de varias figuras de la vida real, se encogió de hombros: «Nada más complicado que aprenderse las líneas y ponerse el disfraz... En realidad, no hay ningún misterio en el proceso más allá de decir las líneas y dejar que definan quién eres».
Anthony Hopkins, que también se encontraba con él durante la tanda de preguntas, no pudo más que sonreír y darle la razón a su compañero de profesión. Siempre le había molestado la interpretación metódica, y no entendía por qué había actores que no se aprendían sus diálogos. Pensaba que sería muy bienvenido volver a un método de actuación más tradicional, y reflexionaba: «Creo que tenemos que volver a lo que nos enseñaron cuando aprendimos a Shakespeare. Que si dices el verso, no tienes que andar buscando el subtexto, ¿sabes? Simplemente di los diálogos».