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Steven Spielberg, durante el rodaje de Tiburón

Steven Spielberg, durante el rodaje de TiburónAcademia de Cine/EFE

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Spielberg confiesa por qué se arrepiente de 'Tiburón' 50 años después de su estreno

La película, que se reestrena este fin de semana en los cines, tuvo un efecto colateral inesperado que el cineasta detesta

El próximo viernes 29 de agosto de 2025, Tiburón (Jaws), la película que cambió para siempre la industria del cine, regresa a las salas españolas para conmemorar su 50º aniversario. Y lo hace a lo grande: con una restauración en 4K y proyecciones inmersivas en IMAX, 4DX y D-BOX, que prometen que nuevas generaciones de espectadores vuelvan a sentir el estremecimiento de aquel inconfundible «tan-tan, tan-tan» de la banda sonora de John Williams.

Estrenada en Estados Unidos el 20 de junio de 1975, la cinta convirtió a un jovencísimo Steven Spielberg, de apenas 27 años, en la gran promesa de Hollywood. Convirtió el verano en la temporada dorada de los estrenos, inauguró la era de los blockbuster y fue la primera película en superar los 100 millones de dólares de recaudación. El éxito fue arrollador: tres premios Oscar (montaje, sonido y banda sonora original), nominación a mejor película y una influencia incalculable en la cultura popular.

Basada en la novela homónima de Peter Benchley, la trama es conocida: un pequeño pueblo costero, Amity Island, queda aterrorizado por los ataques de un gran tiburón blanco. La negativa de las autoridades a cerrar las playas por miedo a las pérdidas económicas desata el caos y conduce a la caza final del depredador. Un relato que, en clave de suspense, tocaba fibras muy profundas del inconsciente colectivo: el miedo a lo invisible que acecha bajo el agua.

Pero si Tiburón supuso un antes y un después en el cine, también lo fue —para mal— en la relación del público con los tiburones. Aquel verano, la asistencia a las playas descendió en varias zonas costeras; y, más allá de eso, nació la llamada «sharkmania»: un fenómeno mediático que multiplicó los documentales, noticias y, lo más preocupante, las cacerías deportivas de tiburones. De pronto, estos animales pasaron de ser depredadores marinos a encarnar el mal absoluto en la imaginación popular.

El propio Spielberg ha reconocido en más de una ocasión que el éxito de la película tiene un lado oscuro. En una entrevista con Desert Island Discs, confesaba: «Esa es una de las cosas que todavía temo: no ser comido por un tiburón, sino que los tiburones estén de alguna manera enojados conmigo por el frenesí de los pescadores deportivos que se desató después de 1975». Y añadía: «Lamento sinceramente, y hasta el día de hoy, la aniquilación de la población de tiburones a causa del libro y la película».

Tiburón

Fotograma de Tiburón, el gran éxito de Spielberg

Benchley, autor de la novela, también compartió ese sentimiento de culpa, dedicando buena parte de su vida posterior a defender la conservación de los océanos. Científicos como Oliver Crimmen, conservador del Museo de Historia Natural de Londres, confirmaban que el estreno marcó un cambio radical en la percepción pública y científica de los tiburones: «De hecho, presencié un gran cambio en la percepción pública cuando se publicó el libro y después la película», afirmó.

Hoy, cinco décadas más tarde, Tiburón se contempla con doble mirada. Como obra de arte cinematográfica, sigue siendo un prodigio de tensión narrativa y una pieza clave de la historia del cine. Pero también se revisita con la conciencia de un legado incómodo: haber contribuido, aunque sin intención, a una persecución desmedida de tiburones que alteró ecosistemas y diezmó poblaciones enteras.

El reestreno ofrece, por tanto, la oportunidad de redescubrir un clásico que inauguró la era de los grandes estrenos estivales, pero también de reflexionar sobre el poder del cine para moldear el imaginario colectivo. Spielberg creó un mito inolvidable, aunque él mismo desearía que no hubiera tenido ese eco devastador en el mar.

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