John Wayne, en Centauros del desierto
Cine
El día que Stalin mandó asesinar a John Wayne
En su cruzada contra Occidente, el dictador quiso acabar con uno de los mayores símbolos del sueño americano, mito del wéstern y declarado anticomunista
Si la idea de América, de la América del siglo XX –ese Estados Unidos salvador de Europa y garante de las libertades de Occidente– pudiera representarse con una única efigie, con una imagen que definiera sus valores e idea de nación, ésta seguramente sería la de John Wayne.
John Wayne es una leyenda americana, un ejemplo de valores e integridad que a lo largo de sus 170 películas encarnó a toda clase de héroes que defendían valores tan universales y necesarios como la justicia, la camaradería, el trabajo y el honor. Desde que en 1939 protagonizara La diligencia hasta que 30 años después ganara el único Oscar de su carrera por Valor de ley, siempre estuvo en la cresta de la ola, siempre se le admiró y se le quiso. En América y en Europa. Pero precisamente por eso, el bloque comunista le odiaba.
Joseph Stalin era un gran cinéfilo. Desde que vio las poderosas películas de propaganda de los años 20, Octubre y El acorazado Potemkin de Eisenstein o La madre de Pudovkin, fue muy consciente del poder del cinematógrafo. Además, cuando el Ejército Rojo se incautó en 1945 de la colección personal de más de mil películas que Joseph Goebbels tenía en Berlín, esta pasó a formar parte del archivo cinematográfico soviético del que Stalin se abasteció a espuertas.
Y aunque oficialmente el discurso soviético condenaba la idea burguesa que promovía el cine occidental, son incontables las biografías del dictador que aseguran que era fan de Chaplin, del cine musical y los wésterns. Y el wéstern se define con algunos nombres propios. Uno de ellos, por supuesto, el de John Wayne.
Pero el actor, además de encarnar los valores de construcción de nación y de perfecto héroe americano, fue un beligerante anticomunista. Presidente de la Alianza Cinematográfica para la Preservación de los Ideales Americanos, un grupo de Hollywood que denunciaba la infiltración comunista en el cine, Wayne se pasó la vida haciendo declaraciones sobre su desprecio al ideario comunista, tales como: «Si he de representar a Estados Unidos en el extranjero, prefiero que me vean como el vaquero que defiende la libertad a como alguien que se rinde al comunismo» o «El comunismo es algo que tiene que ser parado en este país y en todo el mundo. No quiero ver que nuestra forma de vida americana desaparezca». Y una postura tan clara frente al comunismo, para muchos era peligrosa.
En torno a 1951, aunque no hay ningún documento que lo acredite, pero sí varias fuentes biográficas, Joseph Stalin ordenó a la KGB el asesinato de la superestrella americana. Así lo afirman las memorias del actor soviético Mijaíl Gluzski y del cineasta Sergei Gerasimov, además de la que es una de las biografías más populares sobre el actor, John Wayne: El hombre detrás del mito escrita por Michael Munn. En ella se explica que unos espías soviéticos disfrazados de agentes del FBI, lograron acceder al despacho que el intérprete tenía en los estudios de la Warner Bros en Hollywood, pero que fueron descubiertos y capturados antes de la llegada del actor.
John Wayne, en el rodaje de Hondo
Cuando el propio Wayne fue informado por los servicios secretos de que la KGB había planificado su asesinato, respondió con naturalidad y sin miedo: «Si los tipos de Stalin quieren venir a por mí, aquí estaré. No pienso esconderme». Pero tras la muerte del dictador en 1953, todo apunta a que Nikita Khrushchev quiso relajar las tensiones con Hollywood y revocó tal orden.
Con todo, el odio comunista hacia Wayne no terminó en esta tentativa. La biografía de Munn revela que poco después del episodio soviético, durante el rodaje de Hondo a principios de 1953, un grupo de comunistas americanos fue capturado poco antes de intentar asesinarlo y que, en 1966, cuando el actor se hallaba en Vietnam visitando a las tropas americanas, un francotirador chino bajo las órdenes de Mao también habría intentado acabar con su vida.
Querido y respetado por toda la industria del cine, hoy sería impensable que un actor con una ideología tan abiertamente contraria a la izquierda, fuera una de las estrellas más incombustibles de la historia del cine durante más de 30 años. Él lo logró y se ganó no pocos enemigos por ello. Si estos intentaron matarle o no es algo de lo que sólo se tiene constancia por testimonios de terceros, con lo que todo forma parte de la leyenda que rodea al actor. Pero John Wayne fue la pura encarnación del héroe del Oeste. Y ahí, ya se sabe, se imprime la leyenda.