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Rocky Balboa

Sylvester Stallone, como Rocky Balboa

Cine

El único país del mundo que cambió el final de 'Rocky'

Durante casi medio siglo, millones de brasileños vivieron engañados sin saberlo

En los cines y televisores de Brasil, durante años, una generación entera creció creyendo que el boxeador más icónico del cine había empatado el combate más famoso de su vida. No lo derribaron, no cayó en la lona de la derrota: se quedó a medio camino entre el mito y la mentira.

El error (si puede llamarse así) no fue de Stallone, ni del director John G. Avildsen. Fue del doblaje brasileño, que decidió reescribir la historia a su manera. Donde la versión original cerraba con la frase seca del juez –«por decisión dividida, el ganador es Apollo Creed»–, el doblaje en portugués lo transformó en un empate. Una simple línea alterada que cambió para siempre el significado de una película aunque para el público y él mismo, Rocky es el ganador moral.

Brasil, con su histórica tradición de doblajes creativos, ha hecho muchas adaptaciones curiosas, pero ninguna tan simbólica como esta. En los años 70, el país vivía todavía bajo una dictadura militar y el cine extranjero pasaba por filtros de censura y control cultural. El héroe estadounidense derrotado quizás no encajaba con el mensaje que querían transmitir: el hombre fuerte, invencible, resiliente. Y así, de un plumazo, los brasileños lo convirtieron en empate.

En cierto modo, reescribieron la historia para volverla más épica, más «optimista». En la versión doblada, Rocky resiste y se equipara al campeón. Pero en ese ajuste, sutil y venenoso, se borró el mensaje que hacía grande a la película: la dignidad de perder con honor. «Rocky no era una historia de ganar, era una historia de resistir», diría años después Sylvester Stallone en una entrevista. «Perder era el punto. Si ganaba, no habría sido humano».

Un cambio que rompió toda la saga

El cambio no fue solo simbólico: rompió la coherencia de toda la saga. Cuando Rocky II llegó a los cines en 1979, los espectadores brasileños se encontraron con un argumento absurdo: Apollo Creed quería una revancha para demostrar que su victoria anterior no había sido suerte. ¿Cómo? Si en Brasil el combate había terminado en empate, ¿de qué revancha hablaban?

El guion se convertía así en un rompecabezas sin sentido. Pero lo más fascinante es que casi nadie en el país lo notó. Durante años, el final «alternativo» de Rocky se asumió como el verdadero. Solo con la llegada del VHS y las ediciones en versión original subtitulada, algunos espectadores descubrieron la verdad.

Nunca se ha confirmado quién tomó la decisión de alterar el final. Algunos apuntan a la distribuidora local, Herbert Richers, legendaria por adaptar diálogos para hacerlos «más comprensibles» para el público brasileño. Otros hablan de un error de traducción, o incluso de un intento de censura moral, para evitar que una película americana terminara con su héroe derrotado. Sea cual fuere la razón, lo cierto es que el doblaje creó una especie de realidad paralela: un universo en el que Balboa empató con Creed, donde la épica no nacía del fracaso, sino de un empate cómodo, tibio, casi banal.

Cuando Rocky se estrenó en 1976, era una película pequeña, casi marginal. Stallone, un actor desconocido, la había escrito en tres días y se negó a vender el guion si él no la protagonizaba. Costó un millón de dólares, y ganó el Oscar a mejor película, derrotando a Taxi Driver. Todo, porque contaba algo universal: que no hace falta ganar para ser grande.

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